Capítulo 2

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¿Cómo se supone que tendría que reaccionar ante lo que acababa de leer?

No, esa no es la pregunta correcta.

¿Cómo se supone que tendría que mirarlos a la cara después de lo que acababa de leer?

¿Cómo se supone que tendría que enfrentarse a sus padres después de lo que acababa de leer?

JaeBum no tenía respuestas.

Más sólo un hondo vacío en su interior.

¿Acaso SunHee pensaba en quitarse la vida por culpa de Jackson?

Sus ojos se anegaron en lágrimas, empañando su vista ante las letras de SunHee, su cuaderno seguía abierto en la última hoja.

Jackson y SunHee, su amigo y su hermana.

¿Cómo diablos no se dio cuenta antes?

Nunca vio nada extraño en ella, en sus reacciones o en su comportamiento. Es más, cualquier cosa que hacía lo achacaba a su comportamiento inmaduro. ¡Sólo tiene 17 años!

Su corazón empezó a doler de pronto, un dolor seco, punzante, como si alguien le hubiese clavado un puñal. No era imaginario, producto de fantasías novelescas. Por un momento lo pensó, luego llevó su mano al pecho, apretó su camiseta con fuerza, como si intentase mitigar aquel fuerte mal con solo presionar un poco, pero no remitía. Fue entonces cuando cayó en cuenta de lo real de la situación. El diario se deslizó de entre su mano. Quedó cerrado. JaeBum cayó de rodillas con un leve golpe. Inclinó la cabeza hasta chocar con el frío suelo.

Y allí lloró.

Dejó que el lamento se adueñara de su cuerpo y lo sacudiera con violentos espasmos. Sollozaba sin consuelo, como si descargara el enorme peso que llevaba a cuesta. Dejó que la oscura neblina del dolor envolviera su alma y le afligiera de la forma más cruel que él, como hombre, jamás conoció.

¿Desde cuándo se ha visto un hombre llora de esa manera, como si la vida se le fuera en ello?

Desde el momento en que su mejor amigo le clavaba el puñal por la espalda, acostándose con su hermana.

JaeBum levantó la cabeza, sus lágrimas aún brotaban de sus ojos hinchados. Se llevó ambas manos a la parte superior de los muslos y empezó a frotar ambas palmas contra su pantalón, intentando mitigaba el sentimiento cruel que crecía en su interior.

Y él, como un tonto, no se percató de nada.

Y su hermana, se iba enamorando de su amigo.

Y su amigo le fallaba a él, y ahora a su hermana.

¿Quién diablos se creía Jackson?

Se secó las lágrimas con el dorso de su larga camiseta. Pasó sus manos por su cabello, ahora despeinado. Volvió su rostro a la mesa de noche, donde descansaba aquella pluma estilográfica. Entonces todo tuvo sentido para él.

Aquel era su nombre y su apellido.

"Wáng Jiā ěr"

Eso era lo que significaban esas siglas. El verdadero nombre de Jackson Wang.

Nació en Hong Kong, vino a Corea gracias a su madre, quien contrajo matrimonio con el dueño de una de las empresas de inmobiliaria más reconocidas del país. Se conocieron el primer año de colegio, se hicieron amigos muy rápido. Pasaron por circunstancias en las que en más de una ocasión esa amistad se vio suspendida de un hilo, pero siempre se mantuvieron unidos, protegiéndose mutuamente. Jackson era el hermano menor que deseó tener alguna vez y por eso le abrió las puertas de su corazón, de su casa y de su familia.

Pero se entrometió con la única opción que no le estaba permitida: SunHee.

JaeBum se sentó en el suelo, apoyó la espalda en el borde de la pequeña cama y alargó sus piernas. Colocó el diario entre ellas. Apoyó la cabeza en la cama. Su mirada oscura dio a parar al techo.

De nuevo, como una pesadilla, volvía a la realidad del presente.

Esa tarde, él fue en primero en recibir la noticia: SunHee había sufrido un accidente. Fue el primero en llegar al hospital y hablar con el doctor.

Fue el primero y el único en enterarse que SunHee estaba embarazada.

De sus ojos escaparon dos gruesas lágrimas, deslizándose sobre su cien y perdiéndose entre sus oscuros cabellos.

¿De dónde sacaría el valor para contárselo a sus padres? En ese momento estaban en el hospital, con un sufrimiento repentino y desconcertante. Todavía llevaban el susto a flor de piel.

Y es que todo había pasado demasiado rápido.

Recordó cómo le hizo prometer al doctor que no dijera nada a sus padres a cerca del embarazo. No hasta que su hermana se encontrase fuera de peligro. Él mismo se encargaría de hacérselo saber.

Bajó la cabeza, centró su mirada en el pequeño cuaderno azul.

Sus últimas palabras tenían la fecha de apenas un día. Veinticuatro horas antes.

Entonces, SunHee no sabía que esperaba un hijo y...

Su plan de quitarse la vida no...

Sacudió la cabeza y cerró los ojos con fuerza.

Se negaba a pensar en esa última posibilidad. Ella no sería capaz de hacer algo así. No por Jackson. Ni por nadie...

Su mente trabajaba con rapidez, haciendo conjeturas, recordando acontecimientos en los que ambos estaban presentes y que su hermana escribió en su diario por aquellos últimos días. No la vio comportarse distinta a lo que acostumbraba a verla, feliz, inocente, casi tonta. Sólo aquel día, en aquella fiesta en casa de Jackson, donde apareció YiSoo por primera vez en la vida se SunHee. Vino a su memoria cómo su hermana hizo un espectáculo, vomitando frente a todos sus amigos, cómo Jackson la rescató y la condujo hasta su habitación. Aquel día, SunHee se encontraba tan mal que él se asustó y tuvieron que llevarla al hospital.

Ahora todo encajaba. Si. Entendía todos esos pequeños gestos de atención desmedida por parte de ella, y cómo Jackson sonreía y la tomaba entre sus brazos...

JaeBum raspó sus mejillas con el dorso de su abrigo, secándose las amargas lágrimas.

Jackson.

Sacó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón, lo encendió, en pantalla apareció la imagen de una chica alta, morena y despistada, al fondo, el cielo nocturno de Seúl. Desactivó la contraseña varias veces, sus ojos aún llorosos, buscó el número que le interesaba y cuando lo encontró, marcó. El tono timbró tres veces antes de que una voz mascullara un saludo.

— ¿Dónde están? —Preguntó JaeBum con voz ahogada. Carraspeó.

Al otro lado de la línea la voz le contestó por encima de la música atronadora. JaeBum colgó sin despedirse.

Tomó el diario en su mano y se levantó con dificultad del suelo. Caminó con pasos inseguros hacia la puerta y, antes de salir y cerrarla, echó un último vistazo.


[***]

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YOU; wang [a.u] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora