Capítulo 3.

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La señora Hemmings golpeaba repetitivamente la mesa con sus dedos por el nerviosismo, se encontraba pensando sobre su hijo -como ya era costumbre-, ya que Luke crecía y dejaba de ser un niño ingenuo, el cual en cualquier momento podría revelarse hacia ella, así arruinando su estúpido plan.

Luke siempre había sido un niño tranquilo, dulce, y sobre todo amigable. Que poco a poco se fue convirtiéndolo en un joven completamente solo y perdido. Lamentablemente ingenuo frente a la sociedad la cual algún día tendría que enfrentarse, conocer nuevas personas, ver nuevas caras que pueden cambiar su vida en tan sólo cuestión de segundos.

Como lo haría un hombre completamente listo, con ganas de jugar un rato.

Exactamente ese era el miedo de su madre, el que Luke cayera en las garras de un hombre malo y despiadado. Que Luke descubriera su verdadera sexualidad al pasar de los años, que se enamore y quiera hacer pública su verdadera cara. Porque la señora Hemmings sabía que su hijo no se dejaría manipular si lo dejaba libre, que sería independiente y fuerte. Esa fue la razón de esa mujer para encerrar a su hijo de la sociedad, de esconderlo de su propia realidad, la razón por la que llevó a Marilyn a su casa aquel día, obligándole a estar con alguien de quien no gusta.

Las abominaciones para la sociedad no pueden ser libres, deben ser encerrados y condenados a lo que sí es normal. Eso se repetía la mujer a diario, convenciéndose a si misma de que estaba haciendo lo correcto.

Ahora Luke tenía 17 años, ya era un adolescente que en un abrir y cerrar de ojos se volvería un adulto, que tendría su esposa e hijos al igual que un trabajo y una realidad a la que afrontar.

Él no está preparado para la realidad.

Toda su familia lo notaba. Siempre veían como Lukey en las navidades pedía muñecas y no carritos, notaban como Luke aborrecía mancharse de lodo cuando sus primos lo invitaban a jugar. Él prefería quedarse a jugar el té con sus primas, como el pequeño todo lo coloreaba con rosa, y pedía ropa color rosa o colores pasteles.

Él siempre repetía cuánto quería un príncipe al ver aquellas películas de princesas.

Sí, ellos lo veían, notaban cada uno de esos detalles, sólo que se hacían de la vista gorda, mintiéndose a ellos mismos sobre el pequeño. Siempre repitiéndose; es sólo una actitud temporal.

Pero a pesar de todo, la señora Hemmings no podía evitarlo. Ella de había arrepentido de tener al rubio ojiazul, lo odiaba con toda su alma y se odiaba a ella misma por permitirlo, por no prohibirle aquellos caprichos exóticos a su hijo, por comprarle todas esas muñecas y dejarle ver aquellas películas para niñas. Sobre todo por dejarlo libre, ser lo que quiso de niño y ser un niño anormal.

Por eso le golpeaba, descargaba su rabia a golpes y gritos, recordándole a Luke lo mucho que ella le tiene odio y desprecio. Porque Luke era tan manipulable y débil, hasta el punto de decirle que se case con su prometida al día siguiente y él acepte sin ningún inconveniente.

La señora Hemmings ahora se sentía segura, casi convencida de su plan saldría perfecto y nadie podría arruinarlo. Pero lamentablemente todas sus esperanzas de cambiar a su hijo, se irán a la borda en cuestión de horas por un simple hombre el cual le enseñaría la cruda realidad de una manera dolorosamente adictiva.

—Madre...–Luke tocó el hombro de su madre así sacándola de sus pensamientos—estaba mirando mi guardarropa y mi traje me queda muy ajustado. Para mí está bien pero a usted no le gusta que me quede la ropa ajustada.

—Oh ya veo, iré a comprarte uno ahora mismo. Marilyn vendrá a pasar la tarde contigo y luego se irá a arreglar para la cena. —El ojiazul asintió y besó a su madre en la mejilla como despedida.

matrimonio ;; muke [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora