Capítulo 5.

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La mañana se encontraba silenciosa, los padres del rubio de habían ido a sus respectivos trabajos como todos los días. Siendo un sábado, el menor no tenía nada que hacer en el día, porque sí, su madre había mentido -como siempre- únicamente para que la vida de su pequeño no diera un giro inesperado.

Cosa que pasará, porque es inevitable.

Luke restregó sus ojos con sus delicadas manos, se sentó en su cama y miró el despertador a un lado suyo. Se había levantado dos horas antes de que el aparato sonara, pasó sus manos por su rostro y se colocó sus pantuflas.

¿Qué haría Luke el día de hoy?, lo de siempre. Tenía unas ojeras horrendas, en sus hombros y parte de su clavícula se encontraban unos leves moretones de la noche anterior, porque sí, su madre le había golpeado, y él ya lo esperaba como siempre que hacía algo mal. Hasta podría decirse que llegó a acostumbrarse.

Pero lo que más le dolía, es que su padre sólo observaba, como la señora Hemmings se alteraba y descargaba su rabia con el cuerpo de su hijo tan inocente y necesitado de un verdadero amor familiar.

—Soy un asco...— y no pudo evitarlo, Luke se echó a llorar.

Se metió a la gran tina de su habitación de baño, se apoyó en uno de los lados de este y se dejó llevar. Sus lágrimas caían resbalándose por sus hermosas mejillas hasta llegar al agua de aquella tina y perdiéndose. Sus labios se encontraban rojos e hinchados de tanto morderlos por el nerviosismo de la noche pasada, su cuerpo pálido y suave ahora con manchas moradas y lamentablemente no de pintura.

Luke siempre se había amado a sí mismo, amaba su carisma, su cuerpo y todo lo que tuviera que ver con él. Porque siempre decía que él era perfecto, el niño más feliz del mundo, todo lo decía. Porque ahora no sabe que pensar de él, piensa que todo lo hace mal, que su cuerpo es un asco por siempre estar lleno de golpes y grandes ojeras debajo de sus lindos ojos.

Gracias a los nuevos hechos de su vida, él ya no podía amarse a sí mismo, ahora necesitaba que alguien le amase, que le dijera todos los días lo hermoso que es y que él lograra creerlo.

Él necesitaba a esa persona, y definitivamente no es Marilyn.

El chico salió de la tina y secó su cuerpo con cuidado para no sentir el dolor de los moretones. Se colocó una bata blanca y llegó al tocador de su habitación para colocar la crema para ojeras y un leve bálsamo rosa para eliminar lo reseco de sus abultados labios. Se colocó una camisa blanca sin abrochar bien y sólo su ropa interior dejando completamente visibles sus preciosos muslos desnudos -los cuales no tenían ningún moretón- y dejando admirar su bien cuidada piel con pequeños lunares adornándola.

Caminó descalzo hasta la cocina con una almohada entre sus delgados brazos, abrió la nevera y empezó a sacar una decena de huevos y arroz seco para preparar el desayuno. El timbre empezó a sonar repetitivamente, cosa que molestó al chico y caminó hacia la puerta con el ceño fruncido.

Nadie llegaba a su casa, nada más sus padres, Marilyn o algunos de sus maestros. No podían ser sus maestros ya que no eran días de clase y tampoco sus padres por el trabajo, por lo que sólo le quedaba su prometida.

Luke abrió la puerta y sintió unos delgados brazos pasar por sus hombros y un repentino beso en los labios, Luke la apartó con delicadeza y le saludó con una pequeña sorpresa.

—Hola Marie, ¿Quieres pasar?

—¡Sí!, pero antes...¿está tu madre?—la chica miró hacia dentro algo desesperada.

—Mmm, no, salió a ayudar a mi padre con la empresa, ¿Por qué...?—la chica sonrió e hizo una seña, Luke abrió los ojos con exageración y salió corriendo hacia su habitación y encerrarse en ella.

matrimonio ;; muke [adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora