Nuestro Felices para Siempre.

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-¡Micky!

La voz alegre de su novio le llegó de entre el mar de gente. Hacía unos días había llegado al hogar de la familia Nekola, había conocido a su suegra y cuñado hace unas horas justo cuando a Emil se le ocurrió visitar el centro comercial del pueblo. Mismo en el cual actualmente se encontraba perdido. Afortunadamente, no por mucho tiempo, solo lo suficiente como para encontrar un bonito lugar donde comprar un regalito a su checo.

Y decir que yo jamas solía dar regalos esporádicos, ja ¿Quien me ha visto y quien me ve?

El muchacho de ojos violetas volteo con una sonrisa a su novio, en cuanto este le alcanzo. Jadeando por la carrera, Emil se sentó a su lado respirando mas calmado.

-Te dije que no te alejaras mucho, jajajaja.

-Lo intente, pero salio mucha gente del vasar como para no perderme.

-Tranquilo Micky, no pasa nada... al menos no tienes ocho años.

-¿Acaso eso es un guiño a tu infancia? jajaja

-No, para nada.

Sin embargo la mirada apenada y algo culpable lo delataba, Michelle lo veía tan tierno de esa manera que no se contuvo mas y le planto un dulce beso en los labios. Emil se derritió, amando esa nueva soltura de quien hasta hace poco fue su mejor amigo. El tiempo se detuvo, solo ellos importaban y así pasaron unos cuantos minutos mas, hasta que Michelle le pidió de volver y Emil, con su típico brillo en los ojos, lo guió de vuelta al hogar.

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El resto del día fue una interesante forma de ver a Emil en su papel de anfitrión, ya que se encargaba de guiar a los turistas que llegaban al hotel hasta sus habitaciones. Fue una faceta divertida de ver, aunque no pudo ni quiso evitar ayudar a su suegra con la limpieza de los cuartos que se despejaban por un rato.

Entrada la noche ayudo con la cena y distribución de las mesas, lo que sacaba sonrisas alegres de su amado y aprobatorias de su cuñado. Cuando fue la hora de comer para ellos, ya no había inquilino alguno fuera de sus habitaciones. La pequeña familia disfruto un momento ameno con él antes de que cada quien fuera a su cuarto a descansar.

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Emil y Michelle estaban sentados en el pequeño balcón del cuarto del mas joven tomados de la mano. Miraban el cielo en donde cuyas estrellas brillaban deslumbrantes junto a la luna de esa fresca noche de pascua.

Aprovechando el hermoso momento, el italiano le tendió una bolsa de regalo a su pareja que lo miraba cual niño pequeño. Con gran alegría y curiosidad, Emil tomo el paquete y lo fue desenvolviendo bajo la mirada tranquila del hombre de ojos violetas.

Cuando el joven termino de sacar el papel, la alegría y ternura se deja ver en los ojos brillosos de color azul.

-Oh, Micky...

-Dale cuerda, anda. Que vi cómo la mirabas desde la vitrina.

- Amo las cajas musicales, mi abuela las hacía y me lego su pasión por ellas. Entre mas artesanal sea, mas hermosa me parece... Y esta es perfecta.

Emil abrazó feliz a su novio y llevó la cajita hasta el buró donde la dejo encendida. La cálida música que salía parecía evocar tiempos antiguos y mágicos. Michelle veía a su pareja con mucho cariño, sintiendo la calidez de su pecho acelerar su corazón.

Pronto empezaron a bailar, disfrutando del bello momento, compartiendo dulces besos y suaves caricias. Ninguno apartaba la mirada del otro, perdidos en el bello momento que estaban viviendo. Jamas habían sido mas felices, estaban brillando como estrellas en el firmamento.

Esperando por tu Amor -Emicky-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora