Huir {Marco Asensio}

581 18 0
                                    

La odiaba.

La odiaba con todo su ser.

¿Por qué tenía que ser el único sufriendo? 

¿Por qué parecía que yo estaba estancado en la oscuridad, mientras ella sigue mostrándose tan hermosa y brillante como siempre?

¿Por qué no podía arrancarme todo el amor que sentía por ella del pecho?

Ya nada era igual; ya no era el mismo. Mi rendimiento empeoraba con cada día que pasaba, y las duras críticas no cesaban. Todo se estaba tornando en un verdadero infierno.

Eché mi cabeza hacia atrás mientras bebía de golpe el contenido de mi copa, buscando soltar todo aquello que seguía oprimiendo mi pecho desde el día que me dejó solo con las piezas rotas de mi corazón llenas de un sentimiento unilateral.

—Lo siento... no puedo aceptar tus sentimientos, Marco.  

—¿Estás bromeando conmigo, verdad?—Reí en un intento desesperado por cortar la tensión entre nosotros.

—Te dije que no quería involucrarme sentimentalmente contigo y aceptaste; si tú decidiste cambiar de opinión es tu problema. Lo siento.

—No puedes hacerme esto, no ahora.—Apreté su mano, sintiendo como mi corazón se encogía bajo su mirada neutra. 

—Creo que lo mejor es acabar con esto, Marco. No quiero lastimarte más.—De un tirón liberó su mano de mi agarre y tomó su bolso.

—Sofía...—Estiré mi brazo para tocarla, pero dio un paso atrás antes de que pudiera lograrlo.

—Vendré por mis cosas mañana cuando vayas a entrenar; por las llaves no te preocupes, las dejaré en la recepción. No intentes llamarme o escribirme.—Abrió la puerta y se giró— Adiós, Marco. Ten una buena vida.—El eco de la puerta cerrándose tras ella resonó en las paredes del departamento, haciéndolo sentir más solo y triste que nunca. 

Cada noche en mis sueños aparecen un par de ocelos traviesos llenos de curiosidad, escudriñando cada parte de mi ser, haciéndome sentir tan vulnerable como el primer día. Aquel día donde sellé mi destino al tomar su pequeña mano entre las mías y preguntar su nombre; incluso ese fatídico día en que se fue de mi lado como agua entre los dedos. 

A pesar de lo que ella había dicho, visité su departamento varias veces, hablé con sus amigas, intenté conseguir cualquier tipo de información útil que me llevara a ella... Pero nada. Como última medida, dejé frente a su puerta un arreglo gigantesco de flores con una tarjeta escrita por mí, pero al parecer no sirvió de mucho: Las flores estaban tiradas en el basurero frente a su edificio al día siguiente. 

¿Qué era eso tan malo que le había hecho para que ella reaccionara así? 

¿Acaso yo no era suficiente? 

Tantas preguntas y recuerdos dolorosos nublaban mi cabeza a diario; cuando no era eso, era mi propio corazón latiendo dolorosamente al extrañar su olor, su tacto, su sonrisa... ¿Por qué amar era tan difícil? 

Como si se tratase de una broma de mal gusto, a su lado llegó una pareja riendo a carcajadas a pedir un trago en la barra, captando su atención inmediatamente. 

Casi como si pudiera sentir una mirada quemando en la parte lateral de su cabeza, Sofía volteó y, aún sonriendo, se encontró con la mirada chocolate de Marco, quién parecía en un trance mientras se preguntaba si por fin había terminado de volverse loco y estaba teniendo algún tipo de alucinación. 

One Shots (Futbolistas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora