El Verdadero Amor {Fernando Llorente}

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Encendí la luz y un escalofrió se abrió paso por todo mi cuerpo al entrar de nuevo a mi antigua habitación, estaba tal como la recordaba. Aunque con mucho, mucho polvo, por supuesto. Los ocho años que había estado lejos se notaban con sólo verla.

Me acerqué a la que solía ser mi cama y me senté en ella, observando todo a mi alrededor. Las paredes estaban pintadas de un azul cielo precioso, mis hermanos mayores la habían pintado así para mi. Habían fotos familiares en la pared y posters de mis cantantes favoritos de esa época aun pegadas a la pared.  

Reconocí los rostros de mis amigas, algunas fotos habían sido tomadas en la escuela. 

Abrí el viejo armario caoba de madera junto a la cama, encontrándome con pocas de mis pertenencias, lo demás me lo había llevado ocho años atrás a la universidad. 

Reconocí mis viejas zapatillas, esas que siempre me había acompañado a toda parte. Decidí no llevarlas por miedo a perderlas, pero al fin y al cabo las dejé atrás por unos brillantes tacones negros de aguja. Pero lo que más llamó mi atención fue la caja roja que descansaba bajo éstas. 

Saqué la caja y me senté nuevamente en la cama. Recordaba esa caja perfectamente, en esa caja guardaba objetos de gran valor. 

Pero no valor material, claro que no. 

Valor sentimental.

Retiré la tapa lentamente, encontrándome con una hoja de papel un poco arrugada y doblada a la mitad. La letra aún era legible, en la parte de arriba decía claramente Fernando Llorente.

Mi corazón se detuvo al darme cuenta que era la carta que había escrito a Fernando, estaba fechada de Agosto 3, unos días antes de irme de Ibiza. Respiré profundamente antes de leerla. 

Bien, aquí vamos. 

"Septiembre 3, 2005.

Mi hogar es cualquier lugar donde tú estés, mi futuro lo veo a tu lado, mi alma está atada a la tuya para siempre.

Tal vez no tenga muy claro lo que es amar, tal vez ni siquiera sepa lo que es el amor.

Pero por favor no digas nada, permíteme verte por última vez, permíteme contar cada uno de tus lunares, permíteme volver a perderme en lo más profundo de tus ojos, permíteme ser tu ángel guardián y velar por ti en las noches donde esas horribles pesadillas te asechan, permíteme estrecharte en mis brazos y escuchar los latidos de tu corazón al compás de la lluvia golpeando en tu ventana, permíteme alejar todos los demonios que te atormentan día a día, permíteme volver a sentir como arden las yemas de mis dedos al tocar tu piel.

Permíteme retratarte por última vez en mi mente antes de cerrar los ojos para siempre, porque solo Dios sabe que no sobreviviré mucho tiempo sin ti a mi lado..."

Sin poder ser capaz de leer más, dejé la carta sobre la cama y recordé que día era hoy. 

Hoy se cumplían 10 años desde que me despedí de él, 10 años en que no volví a saber de él más que por nuestros amigos en común.

10 años desde que había estado en sus brazos por última vez.

10 años en las que sus ojos azules no habían dejado de atormentarme día y noche.

Extrañarlo era cosa de todos los días.

Había tantas cosas de las cuales me arrepentía...

Pero sin duda la que jamás iba a perdonarme era no haberme acercado a él lo suficiente, no haberle preguntado tantas cosas que quería saber de él... no haberle hablado de lo que siento. No haberle dicho la verdad.

One Shots (Futbolistas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora