SIN CAFÉ, A MEDIA NOCHE.

UNA CARTA AL TIEMPO

No sé bien cómo empezar, por que se supone que nunca tendría que escribir esto.

Una carta al tiempo ¿En qué estaba pensando? Sí alguien llega a enterarse de esto me van a juzgar de loca... Pero a final de cuentas creo que lo estoy.  Estoy perdiendo la cordura, poco a poco y es por tu culpa.

¡No estás haciendo bien tu trabajo!

Dicen que el tiempo puede curar cualquier herida, que puede hacerte olvidar y superar hasta el peor de los dolores... Pero parece que no es así.  ¿Te has olvidado de mi acaso? ¿O aún no he tenido suficiente? 

El dolor se ha apoderado de mi durante una temporada bastante larga, tan larga que empiezo a creer que estás de su lado ¿Es así, Tiempo? ¿Qué lección debo aprender para poder sanar mi alma?

Oh, querido Tiempo, con todo mi corazón debo decir que ya no creo en ti. No creo que seas capaz de curarlo y superarlo todo. Al contrario, ahora creo que eres un simple testigo invisible que ve todo lo que pasa en el mundo, sin ser capaz de cambiar, arreglar o mejorar nada. 

Tiempo, no eres lo que todos creen. No eres un regalo, no eres un castigo. No eres nada.

Tú no curas. Tú no haces olvidar. No tienes ningún poder sobre nuestras vidas. Así que no entiendo por qué todos te aman o te temen, sólo existes para marcar la diferencia entre un antes y un después.

Querido Tiempo, a pesar de lo que parece no he escrito esta carta para insultarte. Lo he hecho para decirte que me libero de ti. No quiero seguir viviendo una vida que se rige en esperar a que decidas arreglarla o terminarla. Voy a cortar los hilos que me unen a ti y voy a olvidar que alguna vez formaste parte de mi vida. Los años seguirán pasando, cada hora, cada minuto seguirán consumiéndose. Lo sé. Pero hasta que no vea el final, no voy a volver a pensar en ti.

Adiós, querido Tiempo.