Sexy.

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Todo el primer día de aquellas vacaciones se les fue en estupideces, jugaron en el agua, en la arena, comieron una deliciosa parrilla (que obviamente Kagami se encargó de preparar), jugaron a quebrar la sandia, entre muchas cosas más.

Todo el primer día había salido de maravilla, perfectamente normal, o todo lo normal que aquellos locos podían ser. Pero los problemas no tardaron en aparecer, o al menos para el pelirrojo.

En el primer día, por la euforia de estar de vacaciones y libre de todo tipo de obligaciones por unos días, más estar en su preciado mar lo habían distraído de su problema más importante.

El seguía siendo un chico, atrapado en el cuerpo de una chica.

Hoy era el tercer día que se encontraban en la casa de verano de Akashi y el ni siquiera se había acercado a la orilla de la playa.

El día de ayer Momoi, Kise, Takao, Himuro, hasta Aomine se habían acercado a él tratando de que jugará un poco o se uniera a ellos de alguna manera. Pero el simplemente negaba y se quedaba en la terraza de la cabaña observándolos de lejos, leyendo algún libro o simplemente escuchando música con sus audífonos.

La realidad lo había golpeado de una manera bastante brusca el primer día al ya casi final de este. Después de habérsela pasado de maravilla con todos, cuando iba de regreso a la cabaña, unos chicos que iban de camino a su propio hotel, pasaron cerca de donde ellos estaban, y para su mala suerte el pelirrojo en ese momento estaba solo, por lo que aquellos sujetos no desaprovecharon la oportunidad para decirle unas cuantas cosas a la ahora pelirroja por su escultural figura.

Kagami había perdido los estribos y casi se les iba encima, de no haber sido por Midorima, probablemente se habría metido en un gran lío.

—¿Por que no se lo has dicho?—Como si lo hubiera invocado, el peliverde se sentó aún lado suyo en los sillones reclinables de la terraza, viendo hacia enfrente a través de sus gafas de sol, mientras sostenía una pequeña piña en la mano, que obviamente era de juguete.

—¿Para que se ponga histérico y vaya a buscar a esos sujetos sin importancia? No gracias...—Suspiro de forma cansada y miro de reojo al más alto, sonriendo de lado de forma dulce le dio un pequeño golpe con el puño en el hombro—Gracias por guardar el secreto y defenderme...

—Lo que menos necesito en este momento es que unos mocosos inmaduros me arruinen las vacaciones, lo hice por mi, no por ti nanodayo.—Midorima se arreglo sus fajas y giro levemente el rostro de forma nerviosa, haciendo que Kagami negara y se riera levemente.

—Tu jamás vas a cambiar eh~

—No necesito cambiar nanodayo, así estoy bien.—El peliverde dejó su piña en la mesita junto a su silla y tomo una revista para ojearla, mientras disfrutaba de la brisa y el buen clima que ese día hacia.

—Ahora suenas como Akashi.—El pelirrojo río levemente y cruzando sus brazos detrás de su nuca suspiro para acomodarse aún mejor.—Ne Midorima...—el contrario solo hizo un sonido confirmando que estaba escuchando.—¿En serio crees que este cuerpo solo me dure una semana? No me gusta estar así...

Un silencio algo tenso se formó entre ambos. Midorima sabía porque le molestaba tanto estaba estar así, al igual que probablemente todos. Kagami siempre había mostrado su desprecio hacia el moreno cuando este se mostraba demasiado entusiasmado hacia los atributos femeninos. Y ahora el teniendo aquellos atributos, la pregunta que más rondaba por su cabeza era...

—¿En serio crees que el preferirá tu forma de ahora a la de antes?—Taiga giro a verlo al instante. El peliverde jamás se andaba con rodeos, está vez tampoco sería la excepción. Además, esas eran una de las cosas que al pelirrojo le agradaban del más alto, y con el que algunas veces llegaba a hablar de temas de más seriedad. A pesar de que al principio no pudiera ni verlo en pintura, aprendió a llevarse bien con el, al darse cuenta de que él era el más sensato de toda la ridícula generación de los milagros.

I need my man. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora