Niño Insoportable

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Estoy comenzando asustarme. En realidad hace ya varios minutos comencé a austarme. Ya que Alaska lleva desmallada mas de 15 minutos. No se que mierda hacer. ¿Y si calló en coma? ¿Si muere y yo no hice nada por evitarlo? Después saldrá en pleno noticiero nocturno y saldrá Tío Emilio de debajo de mi cama con su tan característico Te pillamos po compadre. Si, estoy pensando mucho, y quizá, puede ser, que esté exagerando un poco las cosas.
Me senté a un costado de la cama, observándola.
<<En verdad es bellísima>>
Por lo menos seguía viva, seguía respirando, su pecho subía y bajaba para mi satisfacción. Porque de ser por mis cuidados cualquier persona levemente herida moriría enseguida.
Finalmente me decidí, llamaré a emergencias. Me puse de pie, tome mi teléfono, marqué el número y me lanzó a espera. En lo que espero y me doy vuelta ella estaba sentada en la cama, con una mano en su frente.
Corte la llamada. Me acerque rápidamente.
- ¡Dios! ¿Estas bien? ¿Que demonios te ha pasado ? Me trague un gran susto ¿Sabes? - Me ignoró como suele hacerlo, se paro y se dirigió a la puerta.- ¡Alaska! - Siguió caminando ya llendo por las escaleras. La seguí hasta la sala de estar. Ella sacó tres cajetillas de pastillas.
- ¿Me das agua? - Preguntó.
- ¿Para qué?
- Para que más va a ser.- Movió irónicamente la mano en la que poseía las tres cajetillas.
- Ven.- Fuimos a la cocina. Le entregué el baso de agua. Ella comenzó a sacar pastillas y tomarlas con agua.- ¿Para que son? - Me ignoró.- Oye ¿Enserio estás bien? Me pones nervioso.
- Sólo callate niño insoportable.
- ¿Niño insoportable? - Levantando una ceja.
- Sí. Haces muchas preguntas. Eso... Eso me desespera.
- Es obvio que te haga tantas preguntas si te acabas de desmayar en mi casa.
- Son vitaminas. Soy algo débil.- Mentía, lo sé por su mirada, tan insegura.
- Ah está bien.- Fingí creerle. Y ella fingió confiar en que le "creí".- En fin. ¿Estas mejor ahora?
- Sí. Terminemos rápido el trabajo.
- De acuerdo.- Fuimos a la sala de estar nuevamente. Ella se sentó en el piso. Yo me senté junto a ella. Pero fijó su vista concentrada en el libro.
- Oye Alaska...
- Dime.- Sin despegar la mirada de la página.
- Si vamos a hacer el trabajo juntos. Creo que yo debería saber más de ti. Nunca antes te había visto en la escuela. ¿Eres nueva?
- Sí.
- ¿De donde eres? Porque deverdad siento que te conozco de antes.- Me quedo mirando.
- Tu, niño insoportable, me conoces más de lo que crees.
- No lo creo.
- ¿Quieres probar?
Asentí.
Ella comenzó a aproximarse a mi. Yo también a ella. Nuestras narices rozaban.Estábamos tan cerca que podría jurar ver memorias en la profundidad de sus ojos.
Se abrió la puerta.
Nos separamos instantáneamente. Me puse de pie. Eran mis padres y Eleanor. Mi papá subió derecho las escaleras y mamá a penas me vio caminó hacia mí.
- ¡Adam! - Con una gran sonrisa plantada en su cara. Me abrazó.

Al notar que había alguien más sentado en la alfombra, se despego de mi para verle mejor.
- Oh mamá ella es Alaska. Es nueva. Estábamos haciendo un trabajo.- Al verla bien, se le deformo la cara. Mas de sorprendida y Alaska la miro con grandes ojos.
- ¡Adam! - Grito mi padre desde el segundo piso.- ¡Ven un segundo!
- ¡Ya voy! Vuelvo en seguida - Dije a las dos. Subí las escaleras. Supuse que estaba en su estudio. Así era. Abrí la puerta y el estaba dentro.
- Adam. Hoy me llamo tu profesor. Estuviste durmiendo toda la clase ¿Como es eso posible? ¿Es que vas a dormir a la escuela? Te recuerdo que estás en último año.
- Estaba cansado.
- No me interesa. Después cuando trabajes no vas a poder dormirte de lo contrario te despedirán. Tienes que acostumbrarte a el cansancio. No por eso te quedarás dormido en seguida en cualquier parte y en cualquier hora. Hay momentos y momentos.
- Está bien.
- No quiero que me vuelvan a llamar por tal tontería.
- No volverá a pasar.- Al salir cerré la puerta a mi espalda. Bajé las escaleras lentamente. Sólo para pensar.

- Alaska solo prométeme que guardarás el secreto. Sólo prométeme te que te quedarás... Pero en su memoria ausente.- La voz de mi mamá. Hubo un largo silencio. Se que esta mal escuchar conversaciones ajenas pero... Era inevitable esta vez.- Si en verdad lo quieres, lo harás. Sabes que es por su bien.
- Lo está dejando en una burbuja. Se quedará sin oxinego y explotará. No creo que eso sea por su bien Sra. Wayland.
- Solo haceme caso. Sabes que te conozco desde que eras un bebé. Sé lo que hacer.
- Está bien. Pero usted sabe que todas las burbujas se revientan.- Aparecí en la sala de estar.
- Adam ya es tarde así que yo terminaré el trabajo en casa.
- No es necesario, si quieres puedes quedarte un rato más...- Me ignoró como de costumbre y comenzó a guardar sus cosas.
- Me llevaré el libro.
- Está bien.
- Adiós Sra. Wayland.- Caminó hacia la puerta principal y le seguí el paso. Ella abrió la puerta y salió. Le tome el brazo.
- Sabes que puedes quedarte si quieres. No quiero dejarte todo el trabajo a ti. Menos en tus condiciones.- Se dio vuelta y quedamos frente a frente.
- Adam se que no solo quieres hacer el trabajo. Se que escuchaste la conversación...
- Yo...- Iba a negralo pero ya estaba harto de mentir.
- No puedo hacer nada por ti.- Ella posó una mano sobre mi mejilla.- Solo intenta recordar.
Y se fue.
Cerré la puerta a mi espalda. Me dirige a la sala de estar donde estaba mamá con la mirada fija en mi.
- Te gusta ¿No es cierto? - Yo me ruboricé y subí a mi cuarto.

Recostado sobre mi cama recordé que era 20 de Agosto. Faltaban tres días para esa miserable noche.

RecuerdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora