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Se observó en el espejo una vez más, como si esperara que el morado en su ojo derecho desapareciera, así como la herida en su labio inferior.

No podía llegar a casa de esa manera. Su padre le preguntaría por qué tenía así el rostro y entonces sabría que le habían golpeado. Su padre se enfadaría con él, por no saber como defenderse de sus agresores, y le golpearía de igual forma.

"No quiero a un hijo tan marica y llorón que ni siquiera se sabe defender"

El hecho de que no quisiera arreglar la violencia con más violencia no le hacía marica...

Independiente de sus preferencias sexuales, las cuales sus padres jamás sabrían, su padre no tenía derecho a insultarle de tal manera solo por no ser como él esperaba que fuera su único hijo.

Odiaba la palabra 'marica'. Todo el tiempo la tenía presente: en la escuela, en casa, e incluso en la calle. La odiaba tanto como odiaba gustar de alguien que solo hacía el daño que su padre esperaba fuera inflingido por él a otros y no por otros a él. Se odiaba a si mismo por no saber como ser valiente y defenderse de sus agresores, de su padre, de él mismo y el dolor que se inflingía para ser fuerte... para ya no sentir tanto el dolor que otros le causaban.

Quería ser valiente por una vez en su vida.

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