Ojos temerarios

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Era 1938, la paz había reinado en Corea de sur desde hacía ya mucho tiempo, era obvio que ésta no duraría para siempre. Su país vecino y hasta hace poco parte del mismo, había decidido que la separación de Corea no sería valida, por lo cual anunciaron públicamente que declararían la guerra si el gobierno de Corea del norte no reclamaba todo el territorio. De inmediato se hizo noticia, y de igual manera Corea del sur respondió ante el demandamiento, proclamando que no cedería ante esta petición.
Y así sin mas estalló la guerra; primero en las grandes ciudades, pero poco a poco avanzando por todo el país, los campos se bañaron de sangre, las ciudades reducidas a cenizas, los pequeños pueblos y aldeas eran sometidas por el enemigo.
El país que una vez fue pacífico se había tornado en un infierno; un infierno del que nadie podía escapar.

Después de algunos meses de que la guerra estallara, comenzó el reclutamiento de los soldados; y hombres de todos los pueblos eran separados de sus familias, para llevarlos al campo de batalla; primero solo adultos, pero conforme empeoraba la situación, el gobierno se vio en la necesidad de reclutar menores de 29 años, pero mayores de 18, y así se fueron quedando desiertas las ciudades, los jóvenes se convertían en soldados y muchos de ellos ya no volverían a sus hogares.

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-¿Qué es esto?- pensó Minho -debe de tratarse de una broma, ¿donde diablos están los soldados?- le espetó a su compañero.

-Ellos son los nuevos Minho, la mayoría vienen de Seúl-

- Qué!! Pues yo diría que la mayoría no sirve ni para trapear el piso-

Minho recorrió con la mirada a los 30 jóvenes que se encontraban en 5 filas de 6 integrantes cada una, los cuales dejaban un espacio lo suficientemente amplio para que el comandante pudiera pasar entre ellas.

-Soldados firmes, ya!!- gritó su compañero.

Al instante todos los presentes se pusieron con la espalda completamente derecha y ambos brazos recargados al costado del torso.
Minho mantuvo su mirada en los jóvenes y enseguida habló.

-Yo so Choi Minho, el comandante de la división RANGERS, seré su instructor durante estas 4 semanas y después los guiaré en el campo de batalla; admitiré que no estoy nada impresionado con su actual estado, parecen más niñas que soldados- dijo esto sin una pizca de vacilación ganándose las miradas de odio de todos los chicos.

-Se que cada quien tienen su motivo para estar aquí, pero les recuerdo que soy su superior, y que no dejare que en mi equipo haya pesos muertos, por lo tanto sepan que tengo toda la autoridad de enviarlos a casa en el momento que yo decida; Corea no necesita cobardes ni debiluchos que luchen por ella, así que, sí alguien quiere regresar a su casa tiene dos segundos para largarse de mi vista-
-¿Y bien no hay nadie?- dicho esto comenzó a caminar por entre los soldados, los cuales mantenían la vista baja como señal de respeto y del tremendo miedo que sentían ante la voz tan imponente que desprendía aquel comandante tan joven.

De repente Minho fijó su vista en uno de los soldados que permanecía quieto, pero que a diferencia de los demás mantenía la calma; no dudo en acercarse a él, pues desde el punto en el que se encontraba, no lograba ver su rostro, pero claramente notó que era el más pequeño de todos; se colocó frente a él y se impresionó al notar que era el mismo chico que había visto hacía unos cuantos minutos atrás; sin pensárselo dos veces le dijo...- Hazte un favor y rin-de -te-

-¿Qué?, qué me acaba de decir- se preguntó Taemin.

Rápidamente alzó la vista y vio que ese comandante era sin lugar a dudas el chico que se le había hecho atractivo y que lo había hecho parar en seco.

No Hagamos La Guerra [2min] [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora