Problemas

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Nereo temía al acercarse a la casa. Sabía que le iría mal, la mirada de su padre denotaba ira, está vez en serio había metido la pata.

Cuando llegó su corazón latía tan rápido que pensó que iba a pararse.

-Nereo, entra en la casa -dijo su padre, al parecer con tranquilidad.

El pequeño entró con sigilo a la casa. Al adentrarse en el cuarto, advirtió que su madre no estaba allí, está vez no tenía escapatoria.

De repente, sintió a su padre tomar su hombro. Posterior a eso lo empujó con rudeza hacia uno de los postes cerca de él, haciendo que su nariz comenzara a sangrar.

-Te he dicho un millón de veces que vuelvas temprano a la maldita casa, ¿no lo has entendido? -gritó.

-Yo m-m-me di-distraje -contestó con la voz quebrándose.

-¡Ya sabes que odio que tartamudees!

Leander lo jaló del brazo y lo abofeteó

-¿Dónde estabas? -espetó con rudeza. Nereo trataba de mostrarse tranquilo pero le resultaba imposible.

-Me distraje.

-¿Acaso me quieres ver la cara de estúpido?-dijo -. Ya me tienes harto.

Nereo lo miró a los ojos y eso sólo logró enfurecerlo más. Tomó su brazo con tal rudeza que Nereo soltó un pequeño grito. Las uñas de su padre se encajaban en su piel causándole un dolor intenso.

-Dime a dónde fuiste.

-Salí, a la superficie -soltó -. Quería ver el atardecer.

Leander jaló a Nereo del brazo y lo lanzó frente una pared, lastimando fuertemente su mejilla.

-Si vuelve a pasar esto, te irá peor. Ahora lárgate a tu cuarto.

El pequeño corrió a su cuarto y comenzó a llorar con fuerza, aunque no quería hacerlo. Sabía que si su padre lo escuchaba llorar, le daría motivos para hacerlo aún más. Sin embargo, Nereo no podía retener su llanto, presionaba sus pequeñas manos temblorosas sobre sus ojos para tratar de calmarse, mas no pudo hacerlo.

Entonces pensó en otra canción que Amalia le había enseñado. Tan sólo el recordar la secuencia de sonidos hacía que se sintiera mejor. Aún recordaba un pedazo de la letra.

-Here comes the sun, here comes the sun and I say, it's all right -tarareó.

Repitió el pedazo varias veces, hasta que olvidó un poco el dolor que recorría casi la mitad de su rostro.

-¿Cómo conoces eso Nereo? -dijo su madre con un aire de sorpresa.

-Yo... La escuché cuando subí a la superficie.

-A mí no tienes que mentirme -ella sonrió y se agachó para estar a su altura -. Puedes confiar en mí.

-¿No le vas a decir nada a papá? -susurró entre sollozos

-Será nuestro secreto -lo abrazó.

Nereo comenzó a contarle todo sobre Amalia. Su voz, su risa, los caramelos que le había obsequiado.

-Ten cuidado mi pequeño, los humanos pueden ser peligrosos a veces y lo sabes.

-Pero ella es diferente, sé que lo es mamá.

Marina recordó cuando ella conoció a un humano, cuando ella sintió "mariposas en el estómago". Expresión que él le había enseñado. Los recuerdos la hicieron sonreír.

-Te creo Nereo, sólo procura llegar más temprano. No queremos que tu papá se enoje.

Ella depositó un beso en la frente del pequeño y salió del cuarto. El tritón se quedó en el cuarto pensando en todo lo que había pasado ese día.

De repente, una pregunta surgió en su mente: ¿Amalia vale la golpiza que te dio tu padre?

Nereo, con una ligera sonrisa se contestó: Sí, la vale.

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⏰ Última actualización: Jun 18, 2017 ⏰

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Diferencias entre la tierra y el mar #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora