Cuando Amalia lo vio

290 56 9
                                    

Aunque Nereo la vio por primera vez durante 1994.
Amalia no lo vio hasta el 23 de febrero de 1996, el día de su séptimo cumpleaños.
Astrid se encontraba en el centro comercial buscando regalos para la pequeña. Sus padres no estarían en su cumpleaños por tercera vez, así que nada era demasiado grande o costoso. Su niñera había cerrado la puerta que daba hacia la playa mientras ella no estuviera ahí. Sin embargo, Amalia descubrió el escondite.
Corrió hacia la arena y sumergió sus pies en el agua. La pequeña comenzó a juguetear en el agua, entonces comenzó a tararear una canción sobre lo buena que sería la vida en el mar.

Si tan sólo en el mar viviéramos.
Felices seríamos todos.
Yo tendría un cuerpo de sirena.
Tú quizá serías un calamar.

Nereo se encontraba escondido en una piedra cercana a donde se encontraba la niña. Él estaba ahí la mayoría del tiempo, adoraba cuando ella cantaba, solía pensar que la voz de aquella chica era más hermosa que la de cualquier sirena que hubiera en el mar.
El niño se asomó para ver a la pequeña jugar, lo único que deseaba era acercarse, pero le aterraba el hecho de que la niña se asustara y nunca volviera a acercarse al mar.

Entonces Amalia lo vio.

Detrás de la roca había un niño con cabellos... ¿Morados? ¿Eso era posible?

—¿Hola? —preguntó.

Asustado, Nereo se escondió detrás de la roca.

—Ven, puedes confiar en mí —la pequeña avanzó hasta que el agua llegó a sus rodillas —. No puedo avanzar más, no sé nadar muy bien en mar abierto aún.

El pequeño sacó la mitad de su cabeza, de manera que ella sólo viera su cabello y ojos.

—No te haré daño.

Nereo nadó hasta que quedó frente a ella, ahí el agua estaba tan baja que él no podía nadar. Así que se apoyó con los brazos para sentarse.

—¿Eres una sirena? —susurró con ternura.

—No, soy un tritón —contestó —. ¿Cuál es tu nombre?

—Amalia —después de dos años, finalmente sabía su nombre—. ¿Y el tuyo?

—Nereo.

El pequeño no podía quitar la mirada del marrón de los ojos de Amalia.
La pequeña no podía dejar de admirar el extraño color violeta de los ojos y cola de Nereo. Ninguno creía que eso estuviera pasando.

—¿Amalia? —la voz de Astrid se escuchó en el fondo.

—¡Vete! ¡Vete! Vuelve mañana, aquí estaré —dijo en voz baja la niña.

Amalia lo vio alejarse, siguiendo el rastro violeta hasta que desapareció.

Diferencias entre la tierra y el mar #PGP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora