Se acabó esta farsa.

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CAPITULO 4

***ADARA***

Por fin era domingo, estaba en la cocina preparándome el desayuno cuando mi móvil comenzó a sonar, acababa de recibir un WhatsApp de mi padre.

(MESANJE)

Espero que hoy estés de buen humor, quiero que tu y Hugo vengáis a comer a casa, para que así el vaya conociendo nuestra familia, no os retardéis.

(FIN DEL MESAJE)

Vaya, ¿que cariñoso mi padre no?

Deje el móvil sobre la encimera sin contestarle y fui a despertar a Hugo, desde que me había levantado no le había visto, y la verdad es que me extrañaba  porque siempre que salgo de la habitación, no se si es que me escucha desde la suya, pero sale detrás de mi para comenzar a  chincharme.  Pero hoy no, asique, decidí ir a despertar a mi odioso prometido  para no llegar tarde.

Toqué varias veces la puerta pero no contestaba, asique decidí entrar. Las ventanas estaban abiertas y la cama desecha. Pero el no se encontraba.

Miré en las demás habitaciones pero tampoco, asique volví a bajar las escaleras, estaba decidida a llamarlo cuando escuche unos golpes. Y si os digo la verdad me entro un poco de pánico, pero de igual forma me encamine hacia allí. Abrí la puerta y me fije que nunca había entrado en esa habitación, era un gimnasio, y en el se encontraba Hugo, hacia flexiones sin parar. Lo llame varias veces pero no me contestaba. Me fije en que no llevaba camiseta, y podía ver con claridad, cada vez que subía y bajaba, los músculos de su espalda, y la verdad es que no se por que, pero me entraron una ganar irrefrenables de poder algún día tener esa espalda para mi sola.

No se ni como ni cuando, pero ahora se encontraba frente a mi, demasiado cerca. Supongo que me vio mientras que yo tenía esos pensamientos que me distraían por completo.

-          Dime Adara, ¿Te gusta lo que ves?.

-          No seas fantasma, como ya te he dicho anteriormente, he visto mejores.- intente mentir, pero con el tan cerca me era casi imposible.

-          Es verdad, ya me acuerdo, también has recibido besos mejores que los míos.- sonrió pícaramente.

-          Exacto.- intente apartarlo, pero me cogió las manos y con una de sus manos me las sostuvo sobre mi cabeza mientras que la otra mano se encontraba en mi cintura, pegándome a el.

-          ¿Sigues segura de ello?.- pregunto sobre mis labios.

No podía hablar, las palabras no brotaban de mi garganta, asique asentí mirando sus labios, la verdad es que no se si por tenerle tan cerca sin camiseta, o por sus ojos, esos ojos que desde que los vi en el ascensor me volvieron loca, tenia unas ganas tremendas de besarlo.

-          Sabes que.- susurro aun sobre mis labios. –No se tu, pero tengo unas ganas irrefrenables de besarte.

Dios santo, si antes tenía ganas de besarlo, ahora ni os imagináis. No se bien si fue por instinto o porque, pero cerré los ojos esperando tener sus labios sobre los míos.

Cosa que no ocurrió, lo único que estaba haciendo era reírse sin parar.

-          Te dije que caerías, todas lo hacéis, pero pensé que tú me costarías más.

-          ¡Imbécil! ¡Eres un cerdo, pero para tu información no te quería besar!.- mentí en esto último. –Ahora ya si no que no nos casamos, no puedo soportarte ya ni un día mas, asique, dúchate y vístete que hemos quedado con mi padre, y te juro que hoy se termina toda esta farsa.

Adara MickelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora