- "Cuatro días, son solo cuatro días"
Esas palabras retumban en el vacío que apareció en mi pecho tan pronto anunciaba su viaje. De repente duele su futura ausencia. Me angustia imaginar tantos días lejos. Descubro celos a la libertad que tiene y bronca porque sus amigos nos separan.
Me enojo porque no debería sentir todo esto. También confusión, hace solo dos semanas empezamos a salir y cuatro días sin él se transforman en eternidad. Te necesito. ¿Te necesito? Jamás, soy una mujer libre, pienso en todas las posibles actividades que puedo hacer esos cuatro días. Todo pierde sentido. De repente me encuentro odiándolo por hacerme sentir de esta manera.
Solo puedo responder que le deseo suerte en el viaje y que quizás nos veremos a la vuelta. Mi enorme confianza desaparece, Ella vive allá, puede que la vea, es el amor de su vida, yo... yo soy su sana tranquilidad. Completamente aburrida e innecesaria.
No puedo ocultar mi descontento. Pregunta en repetidas ocasiones "que pasa?" empiezo con el inevitable "nada". Insiste en la pregunta y yo en la respuesta. Al no encontrar cambios decide poner las cartas en la mesa: "son cuatro días y solo voy a estar con los vagos". Esa palabra me produce acidez porque conozco el amor felino que conlleva. Sigue: "no podes enojarte por esto, te conté del viaje"
Primero nadie puede decirme que me va a enojar, ni yo tengo el poder para elegirlo, sino lo evitaría siempre y me ahorraría malos ratos.
- No estoy enojada con vos, estoy enojada conmigo
- ¿Por qué?
- Porque me dolió pensar en estar varios días sin vos.
La sinceridad me caracteriza. Debí haberle revuelto la conciencia ya que confesó que era mentira, solo quería ver como reaccionaba yo.
De repente las emociones como avalancha me llegan apresuradas y se enciman unas con otras. Me afecta tanto que siento las lágrimas formándose para marchar...solo sonrió pero por dentro me siento usada, han jugado conmigo una vez más. La decepción me confirma lo expuesta que estaba. Tomo distancia.