Celos

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Siempre fui una persona celosa. Tiene que ver con la falta de habilidad para la monogamia de los hombres de mi familia. Ver a todas las mujeres que amo ser lastimadas. Que les falten el respeto después de vidas de compromiso, fidelidad, contención, compañerismo. Desde aquel entonces, donde estaba fuera de mi alcance hacer algo para defenderlas, me prometí no caer en la sumisión y no permitir que nadie me falte el respeto de esa manera.
Pero, qué pasa? No es tan sencillo cuando estas en pareja. Porque le tenes mucho aprecio a la otra persona y no querés sacarla de tu vida, no querés que cometa errores que los alejen. Y tampoco querés que te cambie por alguien más. 
En todas esas afirmaciones está el problema "no querés". Amás responderan algunos en sus mentes. Pero no se trata de eso. Sé trata de que ves a la otra persona como un objeto de deseo, que vos querés y que todos van a querer quitarte.
Es una persona. Sí, se equivoca, podés advertirle que ciertos caminos llevarán al error, pero no podés manejar su vida. Tampoco es tan malo dejar que cometa sus errores. Está en uno saber cuáles aceptar y perdonar, y cuales no. Además debería importar más la felicidad de ambos que el confort de uno.

Hace un par de años conocí a alguien que me enseño a la fuerza a manejar los celos. Este joven con quien me comunique durante meses con un saludo cordial y un "cómo estás?" todos los días, con quien intercambiamos conocimiento, gustos y opiniones. No tuvimos charlas profundas pero que estuviera el otro presente en algún momento del día era lindo. Luego de todo ese tiempo conversando nos surge la curiosidad y coordinamos para conocernos en persona. Quedamos en ir a cenar y nos quedamos conversando hasta tarde. Ninguno fue lo que el otro esperaba. Sin embargo, nos llevamos bastante bien y decidimos seguir compartiendo. Meses más tarde se había vuelto común vernos juntos. Hasta que un día le asfixiaron mis abrazos, un día dejó de verme a la cara por mirar la pantalla de su celular, un día le hice un planteo sobre su relación con una amiga y me tildó de celosa. Decidimos que acabaría ahí.
Las cosas no funcionarían y lo vimos antes de concretar una relación. Pero la gota que había derramado el vaso habían sido mis celos. Porque estos nublaron mi juicio.
Miraba tanto el celular porque estaba en época de guerra en un videojuego que para él era importante. Mis abrazos le asfixiaron porque no estaba acostumbrado al contacto humano. Y su amiga era su hermana.
Todo indicaba que me iba a ser infiel, pero la realidad es que no supe manejar mis celos y terminé lastimada por una relación en la que me había empezado a sentir cómoda.

Muchas veces vemos cosas que no existen, imaginamos situaciones que no suceden, nos inundan los pensamientos negativos y las nubes de dudas cuándo deberíamos esperar, hablarlo con paciencia y soltar cuando sea necesario.

Además cada vez que plantamos nuestros celos en la mente del otro estos quedan retumbando como eco, tratando de evitarlos, cortando su libertad, ocupando sus pensamientos.

Hoy prefiero guardar mis celos bajo llave, esperando que las situaciones aclaren y se esfumen solos.

Reflexiones de alguien especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora