Pienso que cuando te das la oportunidad, cosas inesperadas no tardan en aparecer y hace poco, cuando accedí a salir a tomar mates con alguien que jamás vi en mi vida, no fue la excepción.
Es exactamente quien nunca pensé que alguna vez conocería.
Hoy no deja me dejan de dar vueltas las ideas de que quizás sea alguien especial. Alguien en esencia igual a mí. Las suposiciones, dudas, incertidumbres solo se frenan cuando conscientemente les pongo límite, porque necesito seguir conectada a la realidad, porque no puedo permitirme seguir soñando. Él es exactamente eso, un sueño.
Me considero una persona impulsiva, mi lema es "Cuando menos lo pensés, menos límites te ponés" (LPA)Es una forma de ver las cosas un tanto irresponsable en ocasiones, pero me alienta a llevarme al límite y cruzar barreras que me ponen los miedos que acomplejan. Es un modo de superar los obstáculos generados por mi inseguridad y a pesar de que a veces fracaso, nunca me arrepiento de sumarle experiencias y aprendizajes a la vida.
Sin embargo, en circunstancias como esta no puedo permitírmelo, las experiencias pasadas me frenan a no cometer los errores de siempre. Al final, ilusionarme es caer en el laberinto imposible que son mis sentimientos. Y hasta ahora la única manera en que escapo de estos es lastimada.
Pero esta vez es diferente, porque hay alguien sumamente especial, que probablemente esté leyendo esto, porque así de único es. Y no puedo parar de pensar en él, pensar posibilidades e imposibilidades junto a él. Al mismo tiempo me digo "¡Basta!" y me sonrío, esa palabra ya no significa lo que dice el diccionario. Ahora esa palabra está conectada a un momento de conexión tan intenso donde intentaba frenar mis emociones sin lograrlo. Y hablando de emociones descarriladas, me parece oportuno hablar de la imagen que encabeza este escrito. La imagen de este escrito es un collar que se sacó para atármelo a la muñeca como firma de un pacto donde prometimos volver a vernos.
Pero en este momento es mucho más que eso. Es una parte de él que no para de recordarme esas 26 horas juntos donde no hicimos más que demostrarnos continuamente lo que estábamos sintiendo.
Es muy raro encontrar a alguien con el mismo síndrome de sincericidio que quien escribe. Pero ha logrado igualarme. Y a pesar, de que intento tomarme todo esto con calma, no puedo negarme que lo extraño, que un mensaje de él es la mejor luz en la pantalla de mi celular.
Todos están preocupados por mí. Estoy muy expuesta y al parecer a eso también se lo llama apurar las cosas. Solo hablo de él y cómo será mi cara que todos me ponen límites, los límites que intento ponerme y no lo logro. Necesito de mis amigos cuidándome para que no haga alguna estupidez. Pero por dentro, me justifico diciendo "ellos no lo conocen". Como si conociéndolo pudieran entender qué me está pasando.
El único modo de entenderme es que les pase exactamente lo que me está pasando a mí, y supongo que a él. Porque me llegan sus mensajes de "te extraño". Han pasado solo algunas horas desde que nos vimos y cuento las faltantes para volver a verlo.
No sé si tomar distancia, darme tiempo, ir despacio, o dejarme llevar. Ninguna parece viable. Todas son incertidumbres que me condenan a seguir pensando en él cada vez que veo mi mano derecha. Y, para alguien diestro que necesita ver lo que está haciendo, eso es todo el tiempo.
Me quedaré así, tomándolo con calma y reprimiendo todas mis ilusiones muy adentro para no alarmar a los demás. Por lo menos hasta que sepa como actuar en una situación tan única como él.