Capítulo 13.

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Inesperado

Rumanía, Viernes del 2015.

(Alina)

Los rayos de luz me dan de golpe en la cara, pero me niego a levantarme de mi cama para cerrar esa cortina, así que me echo las cobijas encima e intento volver a cerrar las ojos para dormir al menos otras dos horas más, pero es imposible, el sueño se ha ido.

Suelto un suspiro pesado, y estiro mi cuerpo, ocasionando que algunos de mis huesos truenen un poco.

Hoy que es mi cumpleaños, espero que sea un día tranquilo y lleno de relajación, sin gritos de parte de mis padres, y sin ninguna situación fuera de lo normal, espero sea así.


*/*

—¿Ya no hay carne?—le pregunto a mi madre, quien se prepara unas tostadas con mermelada.

—Si no está en el cajón, entonces tu padre se la acabó. ¿No hay?

—No lo sé—comienzo a buscar en ambos cajones, pero no hay rastros de carne—. Es un excelente comienzo de día—digo, con ironía.

—Bien sabes que puedes ir a comprar, la carnicería está a tan sólo cinco minutos de aquí—voltea a verme.

—Si tan cerca está, entonces ve tu—me acerco hasta quedar frente a ella.

—Tu eres la que quiere carne—Dice, y no me pasa desapercibido el tono de voz que ha usado.

—Patética—susurro.

—No quiero pelear.

—Además de patética—la miro fijamente a los ojos—, cobarde.

—Feliz cumpleaños—Dice, y da la vuelta para irse de la cocina.



~*~

(Amelia)


—¡Lestat! ¡lestat!—repito.

—¿Si?—se posa frente a mi escritorio.

—¿Alguna novedad?— relamo mis labios.

—Hasta ahora ninguna.

—Vete de aquí.

—¿Puedo preguntar algo?—pregunta, y yo asiento con la cabeza—. ¿Alina tiene algo que ver en esto? Es decir, ¿vas a hacer algo con ella?

Una sonrisa amplia de dibuja en mis labios después de escuchar su pregunta.

—Con ella no tengo problemas—doy un trago a mi bebida.

Él hace una mueca, pero al final se las arregla para regalarme su sonrisa habitual.

—¿Algo más que necesite?—trata de sonar casual, pero falla en el intento. 

Algo anda mal con este muchacho, ¿acaso está del lado de Elisabeta?

Una sonrisa se pinta en mis labios, entonces, me levanto de mi lugar y camino hasta quedar frente a él, paso mi mano suavemente por su pecho. Él me mira curioso mientras sigo con mis movimientos, después, abre la boca para decir algo, pero decide callarse— Veo que estás de curioso con el tema—digo, y lo miro a los ojos—. ¿Por qué?—aprieto su cuello.

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