El hijo de Sherlock Holmes

Resolución

John no le comentó absolutamente nada a Sherlock, claro que la ignorancia del detective sólo le duró al doctor la primera noche. Pues al día siguiente, justo a las nueve de la mañana, John escuchó el grito que había estado temiendo desde el momento en que el editor de Aviso oportuno en el periódico le había dado luz verde a su anuncio.

─ ¡John!─ el doctor se demoró más frente al espejo, sin saber exactamente cómo enfrentar al gruñón de su amigo, recién acababa de ducharse y no quería pelear tan temprano. ─ ¡JOHN!─ ahora Sherlock estaba fuera del baño aporreando, con el periódico hecho rollito, la puerta. John suspiró, se miró una vez más en el espejo medio empañado y se dignó a abrir la puerta, teniendo que esquivar en el acto un periodicazo. ─ ¡Al fin sales!

─Sherlock, ¿qué pasa ahora?─ preguntó John fingiendo no entender exactamente de qué hablaba el detective. Sherlock soltó una risilla amarga.

─Hay un anuncio en el periódico...

─ ¡Inglaterra se va a caer! ¡Un anuncio en el periódico!─ John no quería aceptarlo directamente, pero se estaba divirtiendo con la exasperación de Sherlock, el detective frunció el ceño.

─ ¡Déjame terminar! Hay un anuncio que dice, y cito: "Se busca actriz que sea capaz de interpretar a una esposa de un tipo bastante difícil. Es para una buena causa. Mayores informes y "casting" en el 221B de Baker Street. Preguntar por John Watson". ¡Dime que el mencionado "tipo difícil" eres tú!─ John se dirigió a la cocina y comenzó a prepararse una taza de café y un biberón para Rosie. Sherlock lo siguió de cerca. ─ ¡Que me digas que eres tú!

─No, Sherlock. No soy yo. El "tipo difícil" eres tú, tan inteligente y no puedes deducir algo tan simple...─ se burló el doctor sin mirar al detective.

─ ¡Yo no quiero una esposa! ¡¿A qué cabeza idiota le cabe esa idea?!

─ ¡A la mía! Y no lo hago para evitar que mueras solo como la señora loca de los gatos, sino porque hay una posibilidad de recuperar a Aidan, y esa es adoptarlo...─ John se dignó a mirar a Sherlock que tenía el ceño fruncido, su semblante estaba dividido entre la emoción y el terror, no sabía cuál elegir, así que se limitó sopesar las ventajas de aquél desmesurado plan. El doctor lo rodeó y le dio el biberón a su hija que se hallaba en su mecedora. ─Acepta que ese niño te cambió de muchas maneras, y ese niño cambió por ti. Para agradarte.

Sherlock se quedó en silencio, dirigió una mirada hacia donde días antes estuvo pegado el dibujo que le había hecho Aidan y ahora yacía vacío. John lo miró y su rostro ceñudo se calmó al verlo afligido, jamás aceptaría en voz alta lo que ya había aceptado con miradas.

─Quiero ayudarte, Sherlock. Y si eso implica casarte con alguna pobre mujer, lo haré. Tú mismo leíste el anuncio, ¡estoy buscando una actriz! Todo será una obra de teatro. Cuando tú tengas a Aidan de vuelta no tendrás que verla más... Yo sólo quiero que...

─Gracias, John.─ el doctor se quedó un momento en silencio sin saber qué más decir, pocas eran las veces que Sherlock le agradecía nada y aquella vez lo hacía de corazón. El doctor asintió. ─Quiero recuperarlo, y si esta es la única manera te prometo que pondré de mi parte...─ Sherlock dejó caer el periódico sobre la mesa y se fue directo al cuarto de baño sin mirar a John. El doctor suspiró y tomó el periódico entre sus manos, miró el anuncio una y otra vez y se preguntó si alguien asistiría, no se había puesto a pensar en la posibilidad de que nadie le tomara caso y nadie fuera. Y eso lo comenzaba a aterrar.

John tuvo que salir a trabajar con el alma en un hilo, dejó especificado a la señora Hudson que a cualquiera que llegara preguntando por el anuncio le pidiera volver a las cuatro de la tarde, no quería que Sherlock estuviera a solas con ninguna de las mujeres, por la salud mental de las chicas, claro.