»Come with me and escape «

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La costumbre es la manera habitual de obrar en una persona, esta se establece por un largo uso o es adquirida por la repetición de actos de la misma especie. Lo más cierto de todo esto es que está ahí para joderte después de mucho tiempo, la monotonía por naturaleza le quita el brillo a todo lo que conoces, a menos que no lo conozcas bien.

La costumbre fue lo que golpeo a Dean y Castiel después de cinco años de matrimonio.

El taller de reparaciones mecánicas estaba cerrando ya, el dueño se había ido temprano y a Dean no le quedo de otra más que quedarse hasta tarde para acomodar y cerrar el establecimiento. Cuando termino de la labor de cierre, se dirigió a su auto, se pasó una mano por la cara ya cansado y arranco el coche esperando llegar lo más pronto posible a casa.

En un estado íngrimo Castiel decidió que no quería esperar ni un minuto más a Dean, llego más temprano de las clases que impartía y después de pasar dos horas preparando la siguiente clase le comenzaron a doler los ojos por la tan potente luz de la computadora, ya no se molestó ni siquiera en calentar la cena, solo dejo un pedazo de pay en el centro de la mesa y camino a la habitación distendiendo la cama, cambiándose los pantalones para dormir dejo el periódico que había estado leyendo en el mueble pegado a la ventana, corrió las cortinas y se envolvió en las sabanas dispuesto a dormir. Pasada una media hora Dean llego a la casa y bufo cuando miro el pedazo de postre en la mesa, tenía hambre pero ver así la cocina lo puso de mal humor y prefirió irse directo a la cama, hubiera preferido que Castiel lo esperara con una de esas ensaladas que solía preparar, con lo que sea, pero que estuviera ahí esperándolo. Se encontró con su esposo dormido y cubierto hasta el cuello con las sabanas, perdió toda la esperanza de una bienvenida cálida desde que miro la cocina pero los pensamientos positivos le duraron más, sin embargo no iba tener un lindo recibimiento por esa noche. Estaba cansado, aburrido, algo molesto pero no demasiado, nunca hubiera podido estar demasiado molesto con su esposo por más grande que fuera el problema, a pesar de que habían perdido la "magia" del matrimonio y la adrenalina de haberse escapado juntos hace ya mucho tiempo, le quería. Y probablemente eso fue lo que lo aburrió, quererlo demasiado como para hacer cosas que realmente le gustaban, era como estar escuchando un disco rayado de su canción favorita. Ya listo para dormir. Giro hacia la ventana, diviso un periódico en la repisa y lo tomo, no sabía que Castiel leyera el periódico, lo hojeo sin mucho interés, iluminado solamente por la lámpara de noche un anuncio en la columna de personales llamo su atención. Al aparecer era uno de esos anuncios que ponía la gente para conseguir una cita o conocer gente nueva, el aviso versaba así:

"Si te gusta el pay de manzana, no te importa mojarte en la lluvia, aborreces la comida saludable, frecuentas el alcohol en los bares y te gusta hacer el amor en el asiento trasero del auto, seguramente soy el amor de tu vida... escríbeme, ven conmigo y escapemos"

¡Maldición, maldición! Estaba tan dispuesto a responder ante ese anuncio que busco entre todas las paginas el número del periódico para colocar su propio anuncio de respuesta, no iba a echar a perder una oportunidad así, prácticamente había encontrado a su alma gemela que le gritaba todo lo que le gustaba y todo lo que quería hacer desde hace tiempo. Una vez memorizado el número se acercó a la cama y se dispuso a dormir, dando un último vistazo a su esposo que esperaba no descubriera nada, no al menos hasta que estuviera lejos de su lado.

Una impresión en el periódico apareció para la mañana de un día bastante soleado, de esos en los que el cielo cuenta con un sol muy brillante y la brisa es algo fresca. La sala de maestros no era lo más tranquilo que se esperaba y por eso Castiel prefería quedarse en su salón de clases a leer el periódico, no lo leía en casa porque tenía entendido que Dean aborrecía el olor de ese nuevo papel reciclado que usaban. De pronto recordó que la noche anterior lo dejo en la habitación y solo deseo no recibir reclamos al llegar a la casa. Un sonido de timbre del teléfono lo distrajo de su lectura, era un mensaje de su esposo, este le decía que estaría afuera durante la tarde, tenía día libre en el trabajo pero no estaría en casa. Castiel asintió para sí mismo y se limitó a enviar una escueta respuesta. "Okay, no llegues tan tarde."

El cielo nocturno no corrió con tanta suerte como el cielo matutino, a diferencia de la mañana ya había nubes cubriendo las estrellas. Dean llego con una sonrisa en la cara, su respuesta en el periódico estaba impresa y esperaba con toda su fuerza que no fuera tarde porque en serio sentía buena espina acerca de quien sea que fuese aquel que escribiera el primer anuncio, seguro estaba igual de cansado de su matrimonio que él. Castiel salió de la habitación con la bata de baño puesta, había salido de la ducha y camino hacia la cocina dispuesto a preparar café. - ¿Por qué sonríes?- pregunto sintiéndose excluido por aquella felicidad de Dean que estaba ya en el pasillo.

— ¿Esperabas que estuviera triste porque me has estado ignorando estos días?

—Tú eres el que acaba de llegar, en día libre. — Castiel tomo la cafetera y sirvió en una taza el líquido caliente.

— No pasó nada que deba contarte.

— Me alegro entonces.

Caminaron a la habitación, ya listos para dormir, Dean beso a Castiel en los labios, más por inercia que por otra razón y así sin nada más que decir se quedaron dormidos.

"Si, me fascina el pay de manzana, amo como el agua moja mi cuerpo, no soy de comida sana, soy mas de hamburguesas con tocino y literalmente consumo más whisky que agua. Tengo que reunirme contigo cuanto antes. ¿Qué tal en el bar O Malley's la tarde del jueves? Ahí planearemos nuestro escape."

Dean no se sentía exactamente como un poeta pero realizo su mayor esfuerzo por no parecer soez ni tampoco un tipo desesperado en su respuesta. En otro mensaje le había indicado el número de mesa donde se sentaría a esperarlo. Algo en aquella situación le causaba emoción, ni siquiera pensó en las consecuencias que le traerían en su matrimonio con Castiel, se sentía bien en el fondo y anhelaba la llegada de aquel día.

O Malley's era un bar que por la noche se encontraba muy tranquilo a diferencia de las mañanas, se encontraba en una residencia muy animada, su gente pocas veces mostraba lasitud porque siempre se tenía una buena historia que contar. Dean estaba nervioso sentado en la barra y como si alguien lo hubiera llamado giro su cabeza para mirar los asientos al lado de la ventana donde él y Castiel solían sentarse cada vez que iban a aquel lugar a prácticamente no decidirse por nada para comer, terminar con un café en las manos y salir a los quince minutos de ahí. No pudo evitar sentir cierta añoranza y se dirigió hacia la mesa de siempre, se sentó soltando un suspiro dándose cuenta de que precisamente esa era la mesa que había indicado para su encuentro y pensó por un momento en lo estúpido que era lo que estaba haciendo, pretender escapar con alguien que no conocía del todo y jurar que era el amor de su vida, si lo analizaba era el acto más adolecente de prudencia que pudo haber cometido en toda su vida, faltaba más que lo dejaran plantado siendo un idiota frustrado por el matrimonio que no supo manejar. Como buen temperamental que era le regresaron las grandes esperanzas hasta que, lo vio entrar. Había reconocido su sonrisa desde lejos, la mirada azul llena de diversión y el contorno de su cara, no era ni más ni menos que su querido esposo.

Castiel camino hacia la mesa que lo aguardaba y miro a Dean con cierta confusión, una mirada confusa que a su vez reprimía una risa. – Oh, eres tú.

La risa lleno aquel espacio de la mesa, Dean debía admitir que cuando lo miro sintió un gran alivio, segundos más tarde fue contagiado por Castiel que ahora se encontraba sentado con la manos en la cara intentando controlar su entonada risa que aun salía de sí mismo. Hasta que al fin los dos tomaron algo de aire y se miraron fijamente. Dean tenía dudas que aclarar.

— Nunca supe que te gustara el pay de manzana. — El rubio seguía sonriendo.

— Juraba que el tuyo era el de limón, por eso lo dejaba en la mesa.

— Claro que no, digo es un buen pay pero no tan bueno como el de manzana. – Ambos rieron de nuevo solo que esta vez en menor cantidad de tiempo. – Así que... en el asiento de atrás...

— Hamburguesas con tocino... ¿A ti te gusta el wisky?

— Es algo muy normal en las personas, Castiel.

— Lo único que comías cuando vivías con tu hermano era lechuga con tomate, además de que siempre tenían una jarra de agua natural en la mesa.

— Ya, pero eso era porque él me obligaba.

A los segundos los dos silenciaron y el ruido del rededor se volvió molesto y ensordecedor. Castiel lo tomo de la mano y se acercó a Dean por encima de la mesa, se acercó mucho a sus labios pero no lo beso. – Tú eres el amor que siempre había estado buscando... Ven conmigo y escapemos.

Destiel |One-Shots| 🌈💭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora