Prólogo

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Año 3200, zona cuatro

El mundo tal y como lo conocíamos cambió de un día para otro. Nadie lo esperaba pero así fue. La primera bomba cayó en Londres, la segunda en Berlín, la tercera en Nueva York. Luego perdimos la cuenta, también la consciencia y las ganas de vivir.

La tierra quedó reducida a cenizas y aquellos que sobrevivieron a la guerra lo hicieron lo mejor que pudieron, reconstruyeron el mundo entero. Deberíamos de estarles agradecidos eternamente pero la verdad es, que cambiaron todo.

La escasa cantidad de tierra habitable quedó dividida. Imaginad un cuadrado dividido por dos lineas, una horizontal y otra vertical. Cuatro partes iguales. Perfectas. Solo que esas lineas, son muros, altos, muy altos. Nadie, jamás, se atrevería a cruzarlos. No después de lo que ocurrió la última vez.
Las llamamos zonas: zona uno, zona dos, zona tres y zona cuatro. Aunque sus nombres no sean muy diferentes la vida en cada una de ellas si que lo es. Pues un antiguo millonario no podía ser igual que un obrero en el nuevo mundo y aquellos supervivientes así lo decidieron. Pensaréis, ¿y nadie se quejó? Pues claro que lo hicieron, pero como he dicho antes, nadie abre la boca ante una orden tras lo que sucedió la última vez.
La gente se rebeló, una rebelión en toda regla contra los que se auto proclamaron gobierno y su dictadura enmascarada por una democracia que ni el más tonto creería. Hubo muertes, muchas. Entonces el gobierno, con su invencible ejercito ganó y estableció la dictadura tal y como deseaban, esta vez, sin máscaras.
En la zona uno se asentó la gente que había tenido tantas riquezas como pudo desear y así sus hijos y los hijos de sus hijos. En la zona dos se asentó la gente acomodada pero con menos riquezas, vivían bien pero no tanto. En la zona tres se asentó la gente trabajadora, pero trabajadores con altas rentas que llegaban a fin de mes con algunos ahorros. Por último, la zona cuatro se destinó a la gente que quedaba: trabajadores explotados, huérfanos, ex presidiarios y todos aquellos que no encajaban con la alta sociedad. Triste división, ¿verdad?
Aunque la verdad es que la zona cuatro no es tan mala como la pintaron en su día. En ella tenemos los únicos campos, si imaginas que no hay muro es casi como sentirse libre. Los alimentos provienen todos de la zona cuatro, así que, sin nosotros probablemente la población, cada día mayor, se moriría de hambre.

Después de todo, las clases de historia me han servido de algo. No soy una persona muy estudiosa, pero si curiosa. No se me permite hacer preguntas, tampoco mirar a los ojos a los agentes de seguridad, podrían tomárselo a mal y darme un puñetazo como poco. No sería la primera vez. No entiendo como la gente aguanta todo esto, yo me estoy cansando de la rutina, de no hacer nada, de quedarme siempre de brazos cruzados.
Creo que antes de conocer mi historia, deberíais de saber quien soy. Me llamo Jane Blue y he vivido entre las cuatro pareces de la zona cuatro toda mi vida. También he vivido rodeada de mentiras.



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