UNO
Zona cuatro
7/4/2300 8 a.m.La irritante música que iniciaba las jornadas cada mañana fue lo que me despertó. Si es que a eso se le podía llamar música. Abrí los ojos lentamente y miré el techo, necesitaba una buena capa de pintura hacía unos años ya, las grietas eran perfectamente visibles. Pero no había dinero para ese tipo de gastos, estúpidos impuestos. Me levanté de un salto antes de arrepentirme, si no iba a trabajar me costaría muy caro.
Una ducha corta y fría era lo único que conseguía despertarme cada mañana así que, casi por costumbre, mis piernas se dirigieron al pequeño cuarto de baño que compartía con mi hermano mellizo, Jack. Aunque la verdad era que no nos parecíamos en nada. Una vez en la pequeña ducha giré el grifo oxidado por los años. El agua fría cayó sobre mi cabeza y después sobre mi cuerpo.
Desenredar el rojizo cabello que había heredado de mi madre era lo que más me llevaba cada mañana, acabaría recogiéndolo en una coleta o una trenza. En el trabajo de campo no había lugar para el pelo suelto. Me vestí con unos desgastados pantalones marrón claro y una camiseta ajustada de tirantes verde oscuro. Me puse unas zapatillas viejas que nadie echaría en falta cuando se desgastaran del todo y baje las escaleras para reunirme con mi familia.Vivíamos en una casa cómoda para ser cuatro personas. Desde que se formaron las zonas, las casas pasaban de generación en generación. Aquí habían vivido mis abuelos, después cuando mi padre se casó con mi madre, se mudaron aquí. Pocos años después, Jack y yo vinimos al mundo.
La casa se dividía en dos plantas, tres habitaciones y un pequeño baño en la parte de arriba; salón y cocina en la parte de abajo. También teníamos una buhardilla, pero no solíamos usarla. Las paredes tenían varias manchas y grietas, pero esto era la zona cuatro, no había dinero para gastos que no fuesen esenciales.El suelo de madera crujió, como siempre hacia, anunciando mi llegada. Todos levantaron la cabeza para mirarme. La cocina era un lugar pequeño, pero era uno de mis sitios favoritos de la casa. Siempre olía a comida. Una mesa de madera oscura con cuatro sillas se encontraba en el centro y una jarra de cerámica azul era la única decoración que tenía sobre ella. La lámpara que colgaba sobre la mesa de vez en cuando parpadeaba, pero eso era algo normal. Disponíamos de un fregadero y también de una pequeña despensa en la pared que se encontraba frente a mí. No era mucho, pero no necesitábamos más.
Jack estaba sentado en la mesa con una taza de café entre las manos. Levantó la cabeza y me sonrió con una sonrisa que llegaba hasta sus peculiares ojos, grises como el cielo en tormenta. Jack era un hermano genial, podríamos haber tenido nuestras diferencias, pero ahora nuestra relación no podía ser mejor. De los dos Jack era el inteligente, el chico brillante, y para mí siempre había estado bien. Lo que llamaba la atención de mi hermano era que tenía un cabello castaño rizado y difícil de domar, a mí me encantaba. Jack había tenido la suerte de conseguir un buen trabajo al graduarse con buenas notas, era supervisor en una de nuestras fábricas y alguna que otra vez nos traía comida de primera calidad a casa. La clase de comida que iba a parar a la zona uno. Frente a él estaba mi padre, Dereck que era una versión envejecida de mi hermano. Papá tenía ese pelo castaño rizado tan bonito que siempre daba ganas de tocar y a pesar de los años, seguía teniendo una mata de pelo increíble. Él trabajaba en los camiones de reparto, era de las pocas personas con permiso para entrar y salir de la zona, había visto más de lo que verán muchos en toda su vida y más de lo que hubiese querido ver. Sonrió al verme y yo le devolví la sonrisa.—Buenos días cariño —dijo mi madre desde el fregadero donde estaba limpiando fruta, se giró levemente para mírame con una sonrisa en los labios—.
Mi madre, Kate, era una de las mujeres más guapas que haya visto nunca. Tenía los ojos tan verdes que parecía que estabas mirando un bosque y yo podía estar agradecida de haber heredado esos ojos. Mamá era muy dulce y siempre tenía paciencia para todo. Compartíamos el mismo pelo rojizo pero el de ella era completamente liso, siempre había sentido un poco de envidia por ello. Trabajaba en una de las oficinas de registro y se encargaba de ordenar papeles, solía decir que era un trabajo tranquilo y agradable. Yo siempre lo había visto aburrido.
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Atrapada
Science FictionHan pasado muchos años, para ser exactos estamos en el año 3200 y las cosas han cambiado, mucho. Acabamos con la tierra sin darnos cuenta, guerra tras guerra, bomba tras bomba. Aquellos que sobrevivieron levantaron un mundo nuevo. La poca tierra ha...