╬ 1: Mi vida es una mierda

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Sonó mi despertador. Otro estúpido día, en ese estúpido colegio, con ese estúpido Louis Tomlinson y sus amiguitos "Los populares"  (o como yo suelo llamarlos: " Idiotas sin vida") que lo único que saben hacer es fastidiar mi maldita vida.

Mi nombre es Emily, Emily Kenner. Nací en California, pero a los quince años decidí alejarme de mis padres, los cuales nunca me dieron la atención suficiente ni el cariño que merecía, por lo que ninguno de sus sentimientos se inmutó cuando llegó mi partida. Si, así es, son los seres más fríos y distantes que he conocido en mi corta vida.

Bueno, como decía anteriormente, a los quince años me alejé de mis padres y me mudé a Londres. Se preguntarán ¿una chica menor de edad sola en Londres? Bueno, aunque quisiera, no es así. Vivo con mi hermana de treinta años en su departamento. Mis padres no tuvieron ningún problema en firmar todos los papeles necesarios para que me fuera de sus vidas, y aquí terminé.   Creo que fue un cambio muy bueno, especialmente para ellos.

Mi hermana es la directora del único hospital de niños de Londres, por lo cual vive trabajando, y casi nunca nos vemos. A los dieciocho años se mudó a esta ciudad para estudiar en una de las universidades más prestigiosas de Inglaterra, y desde entonces, no ha visitado ni ha tenido contacto alguno con mis padres (prácticamente por las misma razones que yo me separé de ellos: su frialdad y falta de cariño hacia nosotras).

Bueno, volviendo a mí. Me considero una adolescente normal. Me gusta mucho escuchar música, así como cantar, la moda, practicar deportes e incluso verlos. Me encanta leer y ver películas de todo tipo. Soy de estatura media, y tengo el cabello castaño largo, con algunas ondas.

Durante mi niñez en California, tuve muchos amigos. Salíamos todas las tardes a jugar en la plazita del barrio. No importaba el color de tu piel, de tus ojos o de tu cabello, todos eran bien bienvenidos en ese grupo. Ellos, mis amigos, eran los únicos que alegraban mis días.

Pero todo eso cambió en la adolescencia. No todos íbamos al mismo instituto, algunos se mudaron de ciudad o simplemente ya no tenías tiempo para jugar y hacer todo lo que hacíamos de niños. En mi caso, perdí a casi todos mis amigos, y solo uno de ellos se quedó a mi lado. O eso creía yo. Bueno, es una larga historia, que no tengo ganas de recordar ahora.

Mi adolescencia no fue tan buena. Comenzaron las burlas, los insultos, las peleas... Nunca entendí porque me molestaban, pero algo malo tenía que tener, porque aquí en Londres pasó exactamente lo mismo. En esos momentos, necesitaba mucho a mi hermana. Me hacía mucha falta. 

Creí que al venir aquí todo iba a cambiar. Creía que iba a recuperar la relación con mi hermana. Creía que íbamos a pasar tiempo juntas. Ir al cine, de compras, que me ayude con mis deberes e incluso que hablemos de chicos. Pero eso nunca pasó. Ella cambió. Ella creció. Ya no es la adolescente alegre y soñadora que yo conocía. Sino que se había convertido en el típico adulto soltero y amargado que gasta todo su tiempo en su trabajo. 

Pero bueno, ya está. Lo hecho, hecho está. Ya no hay vuelta atrás.

Estuve tanto tiempo pensando en lo que había sido de mi vida últimamente, que no me di cuenta de lo tarde que era. Tenía que apresurarme si quería llegar temprano a clases.

Me duché, me cambié y me peiné en exactamente dieciocho minutos. Tiempo récord, pensé.

Bajé a desayunar. No había nadie en el departamento. Estaba sola. Completamente sola. No era extraño, ya que mi hermana vivía en el hospital, de guardia en guardia, de paciente en paciente.

Los primeros meses siempre me dejaba una nota. Ya no lo hacía. No me importaba. Ya me había acostumbrado a la soledad.

Solo desayuné una manzana. No es que quiero cuidar mi cuerpo ni nada de eso, tan solo no tenía hambre.

La verdad es que nunca tuve problemas con mi físico, ya que no es lo que más me importa. Pero igual, la maldita sociedad quiere que me vea como una perfecta supermodelo, y si no tengo un cuerpo delgado y lleno de curvas, soy una gorda patética que nunca va a ser qurida por nadie. Esto es simplemente absurdo.

Intentaba sacarme todos estos pensamientos tontos de la cabeza y trataba de relajarme con mi música, hasta que llegué al colegio. Ese bendito edificio sonde paso los mejores momentos de mi vida (nótese el sarcasmo).

Al entrar noté que todas las miradas se posaban en mí. Algunas de lástima, otras de burla. Odiaba recibir tanta atención.

Seguí caminando por los pasillos hasta que encontré a mi único y mejor amigo, Niall Horan. No era el típico marginado y nerd que no socializa con nadie y que solo se junta conmigo porque está en una situación similar a la mía. Todo lo contrario. Es uno de los chicos más deseados en todo el colegio, pero siempre estuvo conmigo y me apoyó mientras todos los demás se burlaban de mí.

Lo conozco hace menos de dos años, pero lo amo como a un hermano. Muchos piensan que somos novios o algo por el estilo, pero no, nunca fue así. Sé que él es muy guapo y recuerdo que al principio me gustaba un poco, pero ahora pienso que sería muy raro, porque es simplemente mi mejor amigo, nada más.

—Emily Kenner, ¿por qué no has respondido a ninguna de mis llamadas en todo el fin de semana?

—Oh, lo siento por no poder recibir llamadas luego de todos los golpes que le diste a mi teléfono en el parque por estar jugando al Candy Crush- respondí divertida a mi amigo.

—Tienes razón, lo lamento, prometo comprarte uno nuevo luego- dijo mi amigo mientras me abrazaba.

—Está bien, está bien. Te perdono. Pero eso no hará falta, duende. Ya lo llevé a arreglar y mañana puedo retirarlo.

—¿Te he mencionado antes lo mucho que me molesta que me digas duende?

—Oh, por supuesto que si. Y por eso lo hago- le dije mientras le pellizcaba los cachetes.

—Ya déjame, boba.

Reí. Amaba molestarlo.

Niall era el chico más dulce que había conocido. A veces me preguntaba si podría resistir a este insituto sin él. Y la respuesta era no. No podría hacerlo. Amaba a mi amigo como a nadie en el mundo. Cada vez que me molestaban, él estaba ahí para defenderme y hacerme sentir mejor. Era simplemente único.

Sonó la campana. Me despedí del duende y me dirigí a mi clase, que lamentablemente no compartía con él.

Estaba por llegar a mi salón, cuando oí la voz más desagradable que podría haber escuchado. El culpable de estar excluída de este colegio. Señoras y señores, Louis Tomlinson había abierto su enorme bocota.

—Oh, por favor Kenner, ¿no te da vergüenza seguir viniendo a este colegio? ¿Por qué no nos haces un favor a todos y vuelves al rancho, donde realmente perteneces?

Río. Todos rieron. A todo el mundo le divertía que el gran y poderoso Louis Tomlinson molestara a la pobre idiota de Emily Kenner. Que menuda mierda. Todos eran unos malditos estúpidos que solo se divertían al verme sufrir.

—Deja de molestar, Louis— dije cansada ya de toda esta maldita situación.

Siempre quise mantanerme fuerte ante los insultos de Louis. Siempre quise hacer como si nada de eso realmente me importara, como si en serio no doliera.

Pero lamentablemente nadie puede ser tan inhumano como para sobrevivir a las burlas, los maltratos y la falta de cariño de las personas que te rodean. Nadie.

Segui caminando, como si nada de lo que me dijeron hubiera causado algún efecto en mi. Pero yo misma sabía que todos los puntos de mi vida me dañaban.

Y sinceramente, poca fuerza me quedaba para enfrentarlos.

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Holaaaaaaaaaaaa! Espero que les haya gustado el primer capítulo. Es la primera novela que escribo y en serio espero que les guste.

Bueno, porfa dejen votos y algún comentario para saber qué les parece. Sería muy importante para mí.

Okeeeey, gracias por leer esto, los quiero mucho Xx

SUPERMAAAAAAAAAAAAN! 

Broken Lifes (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora