Jaden no pudo evitar sentirse sorprendido, su sonrisa se borró de su petrificado rostro al ver la realidad que le mostraban sus ojos. Era alguien familiar, lo sabía perfectamente, y también sabía que esa persona nunca fue algo así. El bosque parecía estar sin aliento en aquel momento; un silencio total. Grados estaba en el suelo, con sus patas malheridas pero no era nada grave. Jaden no podía dejar de verla, estaba herida en su hombro. Sus ganas de luchas desvanecieron en ese instante.
-Sarah... ¿Qué haces tú aquí?- dijo Jaden, confundido y sorprendido-. ¿Qué te ha ocurrido?
-Nada importante- dijo Sarah con naturalidad, Jaden sintió la sinceridad de la respuesta-. Es solo que este bosque... le he agarrado un poco de cariño.
-¿Cariño, dices?-respondió Jaden, confuso-. ¡Mírate! ¡No pareces humana!
-¿Y qué me hacía tan humana antes?- dijo Sarah, dejando a Jaden sin comentarios-
Era para Jaden injustificable su condición, la recordaba como a una mujer hermosa, de piel suave como la pradera y de un tono de piel un poco bronceado. No la recordaba con cadenas en las piernas, insertadas forzadamente dentro de ellas; no la recordaba con la piel del color de un pastizal pero más oscuro; no la recordaba con su espalda y sus extremidades invadida de raíces que provenían de todos los arboles del bosque.
-No eres alguien que mataría por placer... Esos cuerpos que vi a unos cuantos metros de aquí, ¿fueron obra tuya? ¿o me equivoco?- dijo Jaden, cuidando lo que salía de sus boca.
-Eso ahora no tiene importancia, Jaden- le dijo Sarah desprendiendo una sonrisa un tanto siniestra a los ojos de los demás-. Hay que ver cómo has crecido, no eres ni la quinta parte de lo llorón que eras antes de niño.
-Jaden...-dijo grados, preocupado por el rostro de su amigo-¿la conoces?
-Le debo la vida, Grados.
Sus recuerdos eran fuertes, no había recordado a alguien con quien hubiera compartido sus emociones tan potentes como con ella, quizás no recordara mucho del incidente que tuvo de niño. Pero no olvidaría jamás lo que ocurrió poco después.
·
Estaba allí sentada, en una roca, recién había cazado un par de conejos cerca de un rio que circulaba por el valle de Luminaria, haciendo un extraño pero de lejos suculento estofado. Jaden era tan solo un niño en ese entonces, despojado de todo lo que una vez amó y no pudo recordar del todo bien, desde ese día se convirtió en una pesadilla que lo persiguió por un largo tiempo. Estaba cerca del campamento, acechando la olla con comida. Sabía que estaba sola, preparado con una piedra afilada pretendía noquear a la viajera para hurtarle su alimento. El hambre estaba antes que el miedo y la preocupación. Así que se lanzó hacia ella, desesperado con la intención de clavarle el arma en el costado. Pero ella lo vio y rápidamente reaccionó, le quitó la piedra y con sus manos arrojo a Jaden al suelo, con los ojos aguados.
- Si lo que querías era comer...- dijo la viajera agarrando un plato y otorgándole a Jaden un premio de semanas, un plato repleto hasta el tope de estofado-...Tenías que haber dicho "por favor".
En ese momento Jaden expulso un par de lagrimas y orgulloso de que una mujer no la viera llorar comenzó a comer escondiendo su rostro. Quería decirle desde su corazón "Gracias" pero algo se lo impedía brutalmente, se limitó a no decir nada y aceptar la comida.
- ¿Qué hace un niño como tú por estos lares?- dijo Sarah mientras comenzaba a comer, mirando el plato de Jaden para que no dejara nada-. No tienes apariencia de ladrón ¿te perdiste?
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La Brújula Oxidada
AdventureJaden Greenfield, es un joven que recuerda poco de su pasado. Pero nunca olvidará como aquel dragón gigante destruyó toda su aldea junto a su familia y amigos. Desde ese día, juró ir a la capital para en listarse en el escuadrón de cazadores místico...