A Jaden no le pareció extraño que alguien estuviera siguiendo sus pasos, de forma sigilosa y calculada, no como las bestias que estuvieron a punto de dejar su carne algo irreconocible con sus poderosos diente, sentía que era más preciso, y cuidadoso con sus propios pasos. Era obvio que aquel cazador no se quedaría de brazos cruzados mientras alguien roba su premio que obtuvo con mucho esfuerzo, un premio por el que los mercados más oscuros del centro de comercio del país de Ciudaterra darían lo que sea. Pero por otro lado, no tenía miedo, el siempre fue muy calculador, siempre contemplando aquel sector que llenaba su campo de visión, analizándolo y creando rutas, siempre tomando en cuenta los peligros. Gracias a ello, han podido evitarse a varias jaurías de lobos que él vio de lejos un par de veces, tenía la fuerza para derrotar a uno. Pero sentía que necesitaba algo más para poder usar su fuerza contra más de uno solo. Quería cortar.
De niño, a Jaden siempre le agradó la idea de ayudar a Terance cortando leña, era un momento de su vida que disfrutó tanto el tiempo volaba cuando iba al bosque, regresando con una carretilla repleta de madera cortada a la perfección, las primeras veces eran poco precisas, luego fue mejorando su técnica.
-El truco está en tirar del hacha rápidamente, sin vacilar, Jaden.
Su primera vez experimentando un corte fue tan sorprendente, que ni él entendía cómo logró cortarlo tan uniformemente.
-Recuerda siempre ser rápido. El viento te beneficia, brindándote la comodidad que necesitas al cortar la madera- Le explica Terance.
Ya después de una caminata eterna por susodichos campos puros y verdes, le resultaba muy ligero el peso de aquella águila en su hombro. No se había dado cuenta que estaba de hecho con una herida muy seria en su ala derecha, la sangre rojiza que rodeaba la venda que diseñó Jaden a partir de su ropa ya dejaba de gotear, pero el dolor era constante. Escuchaba como a veces gemía, sentía que iba a llorar pero no era así. Solo pudo tenerla en sus hombros y ser su transporte temporal, hasta buscar la manera de curarle la herida.
- ¿Esa herida te la hizo quien te capturó, cierto?
- Fue una bala-suspira mientras continua hablando con aquella voz fantasmal y de niño-. caí de picada al suelo y fui capturado. Si tan solo no hubiera sido tan descuidado, no habría pasado esto.
- ¿Por qué lo dices?
- Yo había visto a ese hombre desde el cielo minutos antes. Siempre he tenido miedo a lo que está en la tierra, lo que vive en la tierra. Pero los humanos son ese temor que me consume y me desespera.
- ¿Vistes al cazador y no reaccionaste?
- Sentía que no me podía mover. Algo en mi me obligaba a descender y acercarme a él.
- Pues ya sabes que no debes confiar en lo que te dice tu mente a veces- esas últimas palabras las expulsó con un tono diferente, buscaba la forma más cómoda de cargarlo-. Y por cierto ¿Tienes algún nombre?
- ¿Qué es un nombre?
- Es una manera de sentirnos identificados. Una forma de saber quién eres a partir de los demás. Yo, por ejemplo, me llamo Jaden.
- Jaden...- Se quedó observándolo con un gesto de sorpresa poco creíble de un águila, sus ojos miraban al cielo segundos después, buscando la forma de expresar lo que sentía mientras miraba aquel cielo gris, con síntomas de lluvia.
- ...Suena divertido.
- ¿O sea que quieres un nombre?- los ojos de Jaden miraron al águila mientras caminaba hacia adelante, le sonreía, tenía ganas de inventarle un nombre acorde a su personalidad.
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La Brújula Oxidada
AventuraJaden Greenfield, es un joven que recuerda poco de su pasado. Pero nunca olvidará como aquel dragón gigante destruyó toda su aldea junto a su familia y amigos. Desde ese día, juró ir a la capital para en listarse en el escuadrón de cazadores místico...