Margaritas; sasusaku

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Se ha graduado de la Academia, porta orgullosamente una banda ninja sobre su frente, y tiene su equipo perfectamente asignado. Ella se siente realmente agobiada al respecto. Su sensei, Hatake Kakashi, es un completo pervertido e impuntual, uno de sus compañeros, Uzumaki Naruto, es un idiota sin remedios; luego está Uchiha Sasuke, que sigue siendo tan amargo e inexpresivo como siempre.

Probablemente terminará matando a alguno de ellos pronto.

Por culpa de aquellos tres es que está allí, esperando en medio del campo de entrenamiento como una completa idiota, y ellos, ¿dónde están ellos?, no tiene ni la menor idea. Se está impacientando cada vez más.

En un intento inútil por apaciguar su furia, lanza un shuriken en línea recta, el cual aterriza con estrépito sobre el árbol más cercano. Realmente prefiere tener a cualquier otra persona de sensei, quizás a Gai, con toda y su loca llama de la juventud; incluso a Asuma, no importa cuantos ataques de asma puede adquirir por su culpa, pero inevitablemente la idea de tratar con Kurenai suena más aceptable.

—Estúpido Kakashi-sensei —resopla— La próxima vez llegaré cuando se me plazca, ¡shannarō!.

Avanza con determinación y arranca grotescamente el arma de la superficie de madera; algo llama su atención, y es la pequeña flor que reposa justo al lado de la raíz del árbol. Una margarita resplandece con avives, y, a pesar de tener casi trece años, Sakura no puede evitar desprender sus pétalos justo como lo hacía cuando era niña.

—Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere...

—Sakura.

Levanta la mirada, completamente asustada y nerviosa. Sasuke está parado justo al frente, mirándola de manera amenazante. No sabe cuánto tiempo ha estado allí, pero quiere creer que sólo han pasado un par segundos desde su acto de presencia.

—Nee, hola Sasuke-kun.

—Hmp.

No dicen más, y las palabras mueren dentro de sus bocas. Sakura observa el último pétalo restante, y las cosas no parecen mejorar.

Él aún no la quiere.