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La suave y cálida brisa rozaba mi rostro, y la música en mis oídos me trasmitían una sensación de tranquilidad. Pero esa sensación desapareció cuando un fuerte viento pasó por mi costado.

Al abrir los ojos, pude contemplar a una chica que acababa de arrodillarse en la orilla del lago.

Unos segundos después, pude notar que estaba llorando.

Apagué la música y quité los audífonos de mis oídos.

Me fui acercando lentamente a ella, procurándo no asustarla.

—¿Te encuentras bien?

La chica soltó un pequeño grito por la sorpresa, y se dió la vuelta. Así pude observarla mejor; su cabello era castaño y tenía un flequillo, sus ojos eran color miel, y su boca pequeña. Su rostro era la réplica exacta de una muñeca de porcelana.

—S-si —se levantó—. Lo siento, no sabía que había alguien aquí —disimuladamente se sacó una lágrima que resbalaba por su mejilla izquierda.

—No hay problema —sonreí amistosamente. Ella me devolvió la sonrisa. Pero la suya era fingida—. Soy _____, por cierto.

—Yoo Siha, pero puedes decirme Yooa —dijo con la cabeza gacha.

—¿En serio te sientes bien? Vi que estabas lloran...-

—Estoy bien, no es nada —me interrumpió—. Tengo que irme, adiós —antes de que se alejara, noté un moretón en su mejilla derecha. ¿Sus padres la golpean?— Fué un placer conocerte —hizo una pequeña reverencia, y se fué.

(...)

Hoy era mi primer día en el nuevo colegio. Hacía días que habían empezado las clases, pero mis padres decidieron que era mejor
que fuera a un colegio privado.

Y aquí estoy, parada en el medio de uno de los pasillos del colegio sin saber qué hacer ni a dónde ir.

Necesitaba ver los horarios de cada materia, y para eso tenía que ir a la oficina del director. Pero no sabía dónde era.

¡Bravo, _____!, ¡bravo!

Seguí caminando por los pasillos, sin saber muy bien hacia dónde dirigirme.

Me rendí, y le toqué el brazo a una chica. Tal vez ella podría ayudarme.

La chica se giró y me sonrió.

—¿Estás perdida? Eres nueva, ¿no?

—Ehh... sí —dije tímida.

—No te preocupes, ven conmigo. Te llevaré al despacho del director —me hizo una seña con su mano y la seguí—. ¿Cómo te llamas?

—_____, ¿y tú?

—Ye Won —hizo ina mueca graciosa—. Pero en serio prefiero que me llames Arin —reímos—. Aquí es —dejó de caminar.

—Gracias, Arin —sonreí.

—No es nada. Nos vemos —agitó sus manos y se fué.

Volví mi vista en la puerta de la oficina, y la abrí. Un olor horrible irrumpió en mis fosas nasales. ¿Qué era ese olor?

Al ver quién se encontraba dentro, me quedé muda.

Yooa iba vestida con un conjunto deportivo, que le quedaba notablemente grande.

Nuestas miradas conectaron, y ella se sonrojó. ¿Era por cómo iba vestida?

—Siento interrumpir —me disculpé.

—Oh, tú eres _____, ¿no? —preguntó el director, y yo asentí— ¿Vienes por los horarios? —volví a asentir. Él abrió un cajón del escritorio y sacó un papel— Toma —me entregó la hoja.

—Gracias —hice una reverencia y salí de allí.

¿A caso Yooa se había metido en problemas? ¿Será una de esas chicas rebeldes que se pelea con todos y por eso tenía ese moretón la otra vez? ¡¿Y si era la matona del instituto?!

No, eso no podía ser. ¿Cómo alguien con un rostro tan angelical como tenía ella podría hacerle daño a alguien?

Sin darme cuenta, ya había llegado a mi salón. El salón A-13.

Entré. No había nadie, excepto una chica de cabello rubio jugándo con su celular, y con los pies ensima de la mesa.

La ignoré y empecé a mirar banco por banco a ver si había algúno sin nombre. Hasta que lo encontré.

Antes de que pudiera sentarme, una voz me detuvo.

—A-a-a —giré mi cabeza, encontrándome con la rubia, quien aún mantenía sus ojos en la pantalla de su celular— Ese asiento está ocupado.

Volví a mirar hacia el pupitre, y noté que había una mochila arriba de éste.

La tomé y la coloqué en las piernas de la rubia, que seguían arriba del pupitre.

Unas tres chicas entraron riendo al salón, y al ver mi acto, lanzaron unos quejidos de sorpresa.

¿Qué era tan sorprendente?

La chica de nombre desconocido las fulminó con la mirada, y las chicas salieron siendo arrastradas por una de ellas, quien parecía desesperada por irse de allí.

—Sé que eres nueva —la rubia quitó la mochila de la mesa al igual que sus piernas—, y por eso te perdonaré esta vez —me miró con cara de pocos amigos—. Pero la próxima...-

El timbre sonó, y un grupo de chicos y chicas entraron por la puerta, al igual que el maestro, interrumpiéndola.

—Buenos días, alumnos —la chica se sentó lentamente, aún con su mirada puesta en mi. La imité y me senté detrás de ella.

Alguien tocó la puerta, y el maestro soltó un "pase". Era Yooa.

El mismo olor de la oficina se hizo presente nuevamente.

Yooa caminó hasta su banco, y se sentó. Pero al hacerlo, todos movieron sus bancos, alejándose.

¿Era ella quien desprendía ese olor?

La rubia susurró algo con otras dos chicas, y comenzaron a reír.

—Hyojung, Jiho —el profesor las calló—... y Mihyun, a ti no necesito ni nombrarte.

Así que así se llama...

"Mihyun" soltó una risa burlona.

(...)

Era la hora del resceso, y estaba buscando a Arin, que por ahora es la única que me a agradado. A demás de Yooa, claro.

—¡Arin! —grité cuando la vi.

—Oh, ¡hola, _____! ¿Cómo fue tu primer día aquí? —habló con una sonrisa, como siempre.

—Se podría decir que me fue extraño.

—¿Ah? ¿Extraño por qué? —preguntó, esta vez con el semblante serio, pero aún conservando su voz risueña.
Le conté acerca de lo sucedido, y ella escuchó atenta. —Mihyun... si, he escuchado su nombre —dijo, más para ella que para mi. Miró la hora en su reloj-muñeca y abrió los ojos— Debo irme, ¡nos vemos luego, _____ bonita!

Reí por su apodo. —¡Adiós, Arin preciosa!

Ella rió y se fue corriendo.

Había heho una amiga. Sonreí.

Mi chico ideal es... ¿UNA CHICA? 【Yooa y tú】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora