Captamos la atención de todos los alumnos que se encontraban en el aparcamiento nada más entrar en él.
No me gustaba mucho llamar la atención, pero tampoco era algo que odiara, es decir, ¿A quién no le gusta llamar la atención de vez en cuando?
-¡Sam!-gritó una voz chillona a mis espaldas.
-¡Irina!-le saludé al darme la vuelta- ¿Cómo has estado?
-Bien, bastante bien-dirigió una mirada de reojo a Chad- ¿Y tú, que tal?
-Igual.
Vimos interrumpida nuestra charla por el –horroroso- timbre, ¡Como lo odiaba!
-Recuérdame que en el recreo te enseñe lo que me he hecho-dijo Irina antes de adentrarse por las puertas del instituto y dejarme afuera con Chad.
-Bueno, es hora de entrar-pasó uno de sus brazos por mis hombros y empezamos a caminar a nuestra clase, que por mi suerte, nos había tocado juntos.
-tres minutos tarde señorita Brooks y señor Thompson-bramó nuestra profesora de Matemáticas.
-Señora, da gracias de que hemos asistido. Si por mi fuera, estaría en mi cama, durmiendo y sin tener que aguantarle-pausé-bueno, ni a usted ni a ningún profesor-finalicé.
Chad y yo nos sentamos en los últimos pupitres de la clase, en el rincón derecho, donde estaban las ventanas.
La profesora empezó todo un rollo sobre unas fórmulas que no entendía. Así que decidí dormir un rato.
Me fijé en Chad y él ya estaba durmiendo, como me lo imaginaba.
Me recosté en mi mesa y le imité.
[…]
-¿Qué es eso que me tienes que enseñar?-pregunté a Irina una vez nos sentamos en nuestra mesa.
-Me he hecho un pirsin-dijo sonriente.
-¿Cómo que te has hecho un pirsin?-estaba anonadada. Irina desde siempre había tenido fobia a las agujas.
-Sí, superé mi miedo y me lo he hecho en el ombligo- se levantó de su asiento, se puso enfrente de mí y se levantó el jersey.
-¡Me encanta!-chillé al verlo. La verdad es que le quedaba muy bien.
Irina siempre había tenido buen físico, y podía permitirse lucirlo cuando quisiera.
-¿Os gusta?-pausó-la verdad, estaba entre esto y un tatuaje, pero decidí esto ya que estaba algo indecisa sobre que tatuaje hacerme-añadió.
-Pues me alegro de que te hayas hecho un pirsin-empezó Chad-aunque te quedaría mejor un tatuaje con mi nombre-guiñó un ojo.
Reí y me dispuse a tomar mi almuerzo.
-Por cierto, esta noche, va haber otra carrera, ¿Vais a venir?-preguntó Chad.
-Claro-contestó Irina.
-Sabes que no me gusta que corras, pero claro que voy-añadí.
Chad era todo un especialista con todo tipo de transporte, y tenía que sacar provecho a su “don”, como yo le llamaba.
-Genial, primero iré a por Sam y luego vamos por ti Irina-finalizó la conversación justo cuando el timbre sonó.
Las clases siguieron su curso sin ningún altercado grave, y cuando se hizo la hora, me dirigí a mi casa a pie, ya que Chad tendría que preparar el auto o moto que usaría hoy.
Entré a mi pequeño apartamento y observé como la tele estaba encendida.
Eso solo podía significar una cosa.
Liam.
-¿Liam? ¿Eres tú?-pregunté gritando desde la cocina ya que había entrado a por un vaso de agua.
-Sí, soy yo-respondió la voz de mi hermano desde el salón.
Salí al salón y lo vi con una cerveza en la mano y observando la televisión.
Me senté a su lado y cambié de canal.
-¿Por qué estás aquí?-pregunté-no me malinterpretes, sabes que yo te quiero mucho, y que me gustaría que vivieras aquí y todo eso.
-Lo sé-suspiró-He peleado con Jennifer.
-¿Por qué?
-Me ha engañado-susurró-pero estoy bien…
-¿Qué te ha qué?-grité-¿Cómo puede hacerte esto? ¡Tú le has dado todo! ¡Incluso compraste una casa para vosotros tres!
Liam es mi hermano mayor, tiene 23 años, y esta, o al menos, estaba, comprometido con Jennifer, la madre de su único hijo llamado David, mi sobrino.
-Lo sé, lo sé, soy un estúpido.
-¡No, tú no eres estúpido! ¡Ella es la estúpida!
-Si lo soy-pausó- me ha abandonado para fugarse con su amante y encima se ha llevado todos mis ahorros.
-¿Y David?-pregunté por mi sobrino, podía quitarle todo, pero no a su hijo.
-Está en la habitación de invitados, espero que no te importe que nos quedemos aquí algún tiempo…
-Tranquilo, podéis quedaros siempre que queráis-le sonreí- hoy saldré, pero si quieres mañana vamos al parque con David.
Me sonrió y decidí preparar la comida para nosotros dos, ya que mi sobrino ya había comido en el colegio.