Hoy, voy a empezar a estudiar para los exámenes finales, ya que últimamente he estado muy distraída debido a James. Han pasado dos meses desde que nos conocimos, ya somos casi mejores amigos, lo somos, ¿no?
O sea, él para mí si lo es, pero no sé si yo lo seré para él. Me da vergüenza preguntarle, porque ¿y si no lo soy? Entonces creo que me haría daño...
En conclusión, él es mi mejor amigo, hablamos todos los días en la cafetería del instituto y también al llegar a casa por el móvil, nos lo contamos todo, ya sé muchas cosas de él, y él de mí, pero no sabe todo acerca de mí, son cosas muy personales...Después de limpiar la casa y ducharme, me visto y salgo hacia el parque a leer y despejarme un poco.
Se acerca lentamente hacia a mí, un chico vestido de negro entero y con el gorro de la sudadera puesto. No logro ver su rostro del todo, de hecho, solo llego a ver uno de sus ojos de un color grisáceo muy reconocido por mí, pero no, no son iguales que los de James.
Cada paso que da hacia a mí acelera más el pulso de mi corazón, hasta que se para en frente de mí y puedo ver claramente un rostro muy similar al de mi amigo. Excepto por algunas diferencias, él tiene una gran cicatriz en la ceja que recorría unos pocos centímetros hasta llegar al ojo y unos cuántos piercings.
Parecía de los típicos traficantes de drogas con sus pandillas. De esos que te pueden hacer de todo y poner tu vida "patas arriba".- ¿Tú eres esa tal Edith de la que tanto hablan por mi casa?— ¡¿QUÉ QUÉÉÉ?! NO TENGO NI IDEA DE QUIÉN ES ESTE TÍO ¿Y VIENE A DECIRME QUE SI SOY LA TAL EDITH DE LA QUE TANTO HABLAN EN SU CASA?
¿Qué está pasando en este mundo? ¿Los astros se han juntado o algo? ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?
Vale, cálmate, solo se habrá confundido de chica eso es todo, así que relaja la raja y responde bien para no quedar mal.
- ¿Qué? ¿Yo? ¡No no!¡Te prometo que yo no soy Edith! De hecho me llamo Anacleta —Bien, Edith, ¿Y eso de "...responde bien para no quedar mal..."?
- ¿ANACLETA? ¡¡¡NO HABÍA OÍDO NUNCA UN NOMBRE TAN FEO!!!— exclamó.
- ¡Eh! Anacleta mola...
- ¿Crees que soy tonto o algo? Que tú lo seas, Anacleta—dijo acentuando el nombre —no significa que todos lo seamos. Además deja de inventarte tonterías y dime quién eres.Podría decirse que con esa frase de "Que tú seas tonta no significa que todos lo seamos..." me ha dejado (literalmente) en la mierda. Pero esa gota, fue la que colmó el vaso.
- ¡¿Se supone que aquí soy yo la tonta?! Perdona, pero yo no voy por la calle preguntándole a la gente si es "X" persona y luego insultándola. —contrataco con una buena respuesta. Bien hecho, así se hace Edith.
- Bien, lo he intentado hacer por las buenas, pero como sé que eres TÚ, nos vamos a casa. — me cogió de las piernas y me alzó sobre su hombro quedando yo cómo una princesa raptada.
Me lleva hacia un cajellón oscuro sin salida y me baja para decirme:
- Ya te has calmado así qué, ¿Vas a decirme de una vez por todas quién eres?
- No pienso abrir la boca.
- Ya lo has hecho —sonrió pícaramente.
- Cállate.
- Otra vez lo has hecho...
- Vete a la mierda
- Ya estoy a tu lado —otra vez vacilando.
- ¿Qué quieres de mí?
- Bff... No me digas eso Anacleta no soy tan inocente —me miró de arriba a abajo y se mordió el labio inferior.
- Quieres saber quién soy, así es, ¿verdad?
- Bien, ya vamos pensando más eso me gusta
- Déjate de polladas en vinagre y dime exactamente qué quieres.
- Vale vale, señora. Tu nombre y edad.
- Edith, casi 18 años.
- ¿En serio tienes 18 y tienes ese cuerp...? Digo... Vale sé quién eres, te vienes conmigo.
- ¿Qué? Ya te he dicho lo que querías saber, ahora déjame ir.
- No no preciosa, aún no hemos terminado.
- Me voy, estoy cansada de esto.
- Tú no vas a ninguna parte guapa así que, quédate quieta en esa esquina y no te muevas hasta que yo acabe la llamada, si no quieres tener más problemas de los que tienes.— ¿Y ahora amenazando? Estoy harta, me voy.Salgo corriendo y cuando estoy a punto de salir a la luz del callejón, unas grandes manos me cogen de la cintura y me tapan la boca. Intento gritar pero no puedo, intento luchar por escapar pero es prácticamente imposible. Me está dando un ataque de ansiedad, me arrastran hasta la esquina donde estaban antes y noto un bulto en mi trasero junto a un gran cuerpo que me "abraza" para que me calme.
- Edith, tranquila... Respira profundamente...—hago lo que me dice y me calmo. La mano se separa de mi boca, pero él no deja de abrazarme fuerte.
- Ya estoy bien, puedes soltarme.
- Me he quedado a gusto.
- Me estás haciendo daño con tus brazos.
- Ah, lo siento —al instante me suelta. Sinceramente yo también me había quedado a gusto.
- Gracias, oye ¿por qué has hecho eso?
- No podía dejarte escapar, ya vienen a recogernos
- ¿Quiénes?¿Para qué?¿Y por qué yo?¿Me van a hacer daño?¿Y tú quien eres?
- Relax, Yo soy Matt. Solo vengo por órdenes de mi jefe, siempre me manda a hacer el trabajo sucio. Por cierto, las preguntas para después.— no sé si confiar en él, pero me da seguridad estar a su lado.
- Está bien, pero, ¿a dónde vamos?
- A un lugar no muy seguro para ti. Si no te importa yo me encargaré de ti.
- ¡¿Lo harás?! —digo asombrada.
- Sí, ahora esperemos a mi compañero.Pasan alrededor de 20 minutos cuando una furgoneta negra aparca delante de nosotros y salen tipos igual que Matt (todos con pintas de malotes), y le preguntan:
- ¿Éste es el C.R.I.O.? —pregunta un hombre deletreando ese término como si fuera espía del FBI.
- Afirmativo. —responde Matt.
- Cogerla.
Me cogen, me suben a la furgoneta y cuando estoy dentro (veo que hay sillones y más muebles) me sientan en uno de ellos.
Me voy durmiendo a medida que avanza el trayecto y oigo susurrar a Matt en mi oído:- Tranquila estaré aquí.
Eso me da la seguridad para dormirme, y lo hago.
Cuando despierto estoy atada a una silla y no me puedo mover.
Estoy en una gran sala negra donde no se me ve más que a mí debido a una luz que proviene de una lámpara en el techo.- ¿Eres tú esa tal Edith?—escucho una voz, pero no veo de dónde proviene.
- Sí.
- Bien, vamos a arreglar unos cuántos problemas que has causado.Se ilumina la sala de repente, y veo alrededor de 20 hombres rodeándome. Uno se acerca lentamente hacia a mí y me coge del brazo tranquilamente y me inyecta algo, y de repente me entran unas profundas ganas de dormir, creo que me han drogado o algo...
Oigo gritos de una voz que reconozco al instante gritando algo así como "¡Parad!¡Dejarla!".
Pero... creo que ya es tarde James, ya he caído en un rotundo sueño.
ESTÁS LEYENDO
Queridas Estrellas Fugaces
Romance- ¡N-n-no puedes irte James! -dije sollozando. - Tengo que hacerlo, es mi sueño Edith. - Pero no puedes... Porque... - ...¿Por qué? - P-porque... ¡Te quiero! ¿Podrá Edith cumplir su sueño con el síndrome de Stendhal?