CAPITULO 3

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— Vamos, podemos negociarlo, conozco un buen médico que puede operarte para que tengas trasero— Pedí piedad alejándome de él lo más que podía sin darle la espalda, pero, Castiel me agarro por la cintura y me tiro contra el sofá.

—Si no te calmas tendré que volver a castigarte— Se puso encima de mi colocando una de sus piernas en medio de las mías y la otra abajo como soporte mientras que sus manos apresaron las mías. Al estar totalmente inmovilizada soltó mis manos y ataco a los costados de mi estómago haciéndome cosquillas.

--jajaja, pa, jajaja, ra, jajaja ¡Para!¡piedad!, jajaja— Las risas no tardaron en aparecer tanto mías como las de él, me dolía la boca de tanto reír, esto es divertido.

Parecía que no se iba a detener a pesar de mis suplicas hasta que ya no sentí sus manos. Alce la mirada y lo observe con curiosidad—¿pasa algo Castiel? —

—¿No te has dado cuenta que seguimos mojados?, ¿verdad?

Mire mi ropa y la de él, parece que tantas emociones en segundos provoca que olvide ciertas cosas— No, no lo note hasta ahora—

Al termino de mis palabras comenzó a quitarse su camisa y al estar debajo de él no tenía a donde mirar. Me sentí como un tomate, uno grande y rojo.

­—¿N-no crees que debas hacer eso en t-tu cuarto? Aquí hace más frió— Apenas si lograba formular palabras.

—¿mmh?,¿qué insinúas?, ¿quieres ir a mi habitación? — ay dios mío. Como fuera lugar empecé a moverme incomoda y avergonzada, el calor invadió mi cuerpo como una ráfaga.

—¿Tu qué insinúas? ¡Pervertido! — Al decir eso una sonrisa se formó en su rostro, era exactamente lo que quería que dijera o, mejor dicho, pensara.

—Así que la niñita piensa esas cosas, ¿eeh? —Se acercó a mi lentamente bajando sus manos acariciando con miedo mi estómago— Deberías ver tu rojo, estas demasiado roja.

­—Por puesto, tonto, no te acerques tanto— mi voz era sumisa y los latidos de mi corazón resonaban en mis tímpanos.

—Bueno, será mejor que me cambie no quiero estar enfermo— Susurro cerca de mi oreja.

Segundos después escuche el sonido de un cierre bajándose, al mirar, el solo se encontraba en boxers.

Me cubrí los ojos con mis manos, un movimiento que me arrepentí al instante, a decir verdad, quería ver. Abrí un poco entre mis dedos para dejarme visión.

—Veo que te gusta lo que ves ¿no? — escuche como se alejó un poco más de mí. Sus manos quitaron las mías para que viera, pero, cerré los ojos.

Sus manos seguían sujetas a las mías, tras un leven jalón se posaron en una superficie fría, blanda, con bordes que subían y bajaban.

­—¡Castiel! ¡¿qué haces?! ­— Quite mis manos por reflejo al igual que abría mis ojos. El las volvió a sujetar y las puso una vez más en su abdomen.

—¿solo de esta forma abras tus ojos? Me gusta— intente quitar mis manos de él, pero, por más que lo intentaba, más abajo las ponía, deje de hacerlo.

—De acuerdo, te dejaré ir, solo con una condición... ¿estas dispuestas niñita?

 ¿estas dispuestas niñita?

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UNA  NOCHE CON CASTIEL (CDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora