capitulo uno. secreto.

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Desearía creer que fue mera curiosidad. Vaya que inmiscuirse en el cotilleo de dos damas molestas, con la intención de captar el interés del chico de ojos verdes, que se hallaba tras ellas, era un poco increíble, nada común.

Simplemente pude haberle ignorado  >>Como con todo en mi triste vida<< Resistí tanto como me fue posible, y fallé. Considerándolo bien, fue algo gracioso.

-... Y el chico cara dura regresó como si nada al lugar- dijo una mujer regordeta y se cabello rizado con mirada desorbitada.

-¡Que fresco! Apuesto que quiso verificar si restaba algo por robar. Vaya juventud- le respondió una mujer alta parecida a un caballo con flequillo. Un flequillo realmente feo, como un cacahuete.

-Precisamente pensaba eso. Imagino que el descarado no asiste al instituto. Tiene una gran pinta de granuja- comentó indignada la mujer de cabello rizado.

-¿Y acaso le conoces?- respondió con curiosidad la mujer con el cacahuete en la cabeza.

¿Sabéis que es lo más curioso de éste punto? El que no pudiese seguir el hilo de la historia, no me concernía en absoluto,  sin embargo llegué a una conclusión. ¿Cómo diablos hacéis las mujeres para levantaros antes del alba, arreglaros, poneros esos espantosos cacahuetes, parecer frescas y relajadas, y a ello sumarle, tened intención de pregonar las nuevas entre vosotras?

-Pero claro que sí, y tú también, Maracucha- ¿Maracucha?, ¿es esto una broma? -. Es el pandillero aquel con el que tu hijo hizo migas el verano pasado- la cara de Maracucha era un poema. Solo atinó a abrir y cerrar la boca varias veces, pero ningún sonido salió de ésta. 

¡TURN DOWN FOR WHAT!

Lo siento, no puedo evitarlo.

-Permitidme, no solo se debe a que sea un gamberro. Tiene que ver con la educación proveniente de la sociedad. Debéis pensarlo, es hijo de alguien, hermano de alguien más. Si aquella decisión tomó, considerad que probablemente se debe a la necesidad,  no a la voluntad. ¿Creéis que no ha pedido ayuda?  ¿Que no ha intentado otras opciones?   ¿Que es fácil vivir con hambre? Claro, es muy fácil etiquetar y señalar respecto a vuestras carencias sociales os dan a entender- concluyó muy indignado el caballero de ojos grises, montado a grupas del corcel blanco, literal. Sin embargo, ésta vez no hubo réplicas. Recibió asentimientos por parte de ambas mujeres. Creí que reaccionarían furiosas en su contra. Deseaba que reaccionaran furiosas.

Intenté escuchar más de cerca, y sin darme cuenta me encontré escrutando al chico sigilosamente.  Después de cinco minutos, perfeccioné su imagen en mi mente, solo por las dudas. Tenía el cabello algo largo, rizado y de color chocolate, unos grandes y hermosos ojos grises enmarcados por pestañas y cejas de infarto, mandíbula cuadrada y unos labios lindos y gruesos. Era difícil dejar de mirarle. No por que considerase hacerlo. Se sentía como aquella bruma que asalta cuando se tiene poco descanso.

Dirigió esos intensos ojos hacia mí,  percatándose de mi escrutinio. Mi alma cayó en picado al suelo, y la sensación hipnótica se esfumó. Sentí mi rostro arder, y el color carmín invadir mis mejillas. Volteé el rostro como un látigo, intentando disimular el bochornoso momento.  Era capaz de percibir su mirada, como si de un taladro se tratase.

>>No le mires, por lo que más quieras, no le mires<< dijo mi subconsciente.  Y sin percatarme, estaba mirándole furtivamente. Sus ojos observaban los míos, y me di cuenta de que su mirada había cambiado de reacia,  a suave. Como un cielo tormentoso al atardecer. Me dedicó una sonrisa desafiante y el calor trepó de nuevo por mi cuerpo, di un respingo. Me reprendí mentalmente por comportarme como un hormonal, tomé un profundo suspiro,  y con algo de esfuerzo puse en su lugar mi máscara de "me importa una mierda".  Aún cuando me moría de ganas de admirarle, solo admirarle unos segundos más.

Ojos GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora