Eran las 12:00 A.M., Viktor regresaba a casa con la cabeza gacha y maldiciendo por lo bajo. Nuevamente había fracasado. ¿Cuántas veces ya iban desde que regresó a Rusia? ¿4 o 5? No, seguro eran más que eso. Antes, todos los fines de semana los dedicaban a "eso", para poder sacarse de encima la necesidad biológica que tiene todo ser humano, y ahora no podía ni ponerse de humor por más linda que era la chica. Podrían existir un montón de razones para su impotencia, pero solo una era lo suficientemente convincente: la única forma en la que podía excitarse era pensando en Yuuri, su querido Yuuri.
Después del último Grand Prix, el japonés había accedido mudarse con Viktor a Rusia para continuar su entrenamiento y que el mayor pudiera retomar su carrera hasta que llegara la hora de su retiro. Ambos vivían juntos en su apartamento, se turnaban para hacer los quehaceres y en las prácticas eran muy unidos. Cualquiera pensaría que se trataba de una pareja de amantes cualquiera, pero la realidad era completamente diferente. Eran cercanos, claro que sí, y eso era todo. No eran novios o simples amantes, solo eran dos personas que se querían demasiado como para estar separadas y no podían vivir el uno sin el otro.
Viktor veía en Yuuri su cura para la soledad. Con él ya no se sentía solo o abandonado, podía ser él mismo frente a Yuuri y él no se molestaría por eso, porque Yuuri había visto casi todas las facetas que el ruso podía tener y aun así lo quería. Para Viktor, Yuuri era su ángel blanco y puro que había venido a apagar el dolor de la soledad que se había auto impuesto con tal de ser el mejor, y esa adoración que le tenía fue lo que marcó su relación. Era porque veía a Yuuri como un ser tan puro e inocente que no se atrevía a pasar de un beso en la mejilla o en la frente. Tenía miedo de asustarlo y alejarlo de él, de hacerlo regresar a Japón para ya no verlo, algo que no podría soportar. Fue por eso que empezó con el mal hábito de desaparecer los fines de semana en la noche para poder calmar sus ansias con alguna mujer mientras Yuuri dormía o iba a visitar a Yurio en casa de Lilia. Las chicas que se le acercaban eran muy bonitas, pero por más que lo intentó, no pudo ni levantarse con alguna de ellas.
Su teléfono comenzó a vibrar. Rebuscó en su bolsillo hasta dar con el aparato y se encontró con un mensaje de Yurio.
"El cerdo se fue de mi casa. Acompáñalo de regreso, las calles no son seguras a esta hora"
Guardó el teléfono y apresuró el paso hasta llegar a la calle donde quedaba la casa de Lilia. Esperó en la esquina que unía ambos caminos y a lo lejos pudo ver con algo de dificultad la silueta color café de un chico con lentes. Cuando lo tuvo más cerca, confirmó que se trataba de Yuuri.
- ¡Yuuri! ¡Por aquí!
El susodicho alzó la vista y su rostro se iluminó al ver a Viktor. Apresuró el paso hasta llegar a su lado y le dio un beso en la mejilla.
- ¡Viktor! ¿Qué haces aquí?
- Había salido por un trago y Yurio me avisó que ibas de regreso a casa. Así que pensé en acompañarte.
- ¿En serio? Muchas gracias.
Se tomaron de la mano y comenzaron a caminar. Yuuri sentía como su corazón palpitaba de la emoción por tener a Viktor a su lado, se sentía seguro con él a su lado y él lo sabía. Viktor, por su parte, contenía las enormes ganas de acorralarlo contra una pared en un callejón oscuro y comerlo a besos. El roce de su mano, la sonrisa que formaban sus labios o la forma en que lo miraba, cada pequeño detalle lo encendía, pero se repetía a si mismo que debía controlarse por el bien de Yuuri.
- Dime, ¿qué hiciste hoy en casa de Yurio?
- Lo estuve ayudando con sus problemas de matemáticas. Dijo que tenía un examen en dos días y no sabía mucho de exponenciales.
ESTÁS LEYENDO
Deseos Profundos
FanfictionDespués del Grand Prix, Yuuri se ha mudado a rusia con Viktor. Ambos llevan una vida cotidiana como la de una pareja normal, salvo por un detalle: ellos no son pareja. Viktor, quien ha desarrollado sentimientos más allá de la amistad hacía el jap...