El anonimato

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Narra Colett:
Desperté estando en un hospital, no recuerdo nada de lo que paso, al menos no después del golpe que me dieron.
Es horrible pensar que mi vida estuvo en juego, tan cerca de irme. Pero aún con eso los problemas seguian, ¿cómo se supone que iré al trabajo?, tengo cosas importantes como...Eh, pagar la renta, la luz e incluso la maldita factura de hospital, espera, ¡¡la factura!!

-Señorita, ¿cómo se siente?- Entró el médico a la habitación interrumpiendo mis pensamientos.
Era un hombre de mediana edad, alto, cabello castaño rojizo. Tenía una expresión amable.

-Adolorida, pero creo que un poco mejor- Sonreí tanto como el dolor de mi cuerpo me permitió-

-Usted solo tiene una quemadura en el abdomen, tendra que estar vendada por 3 meses -Lo único lo que me faltaba, aunque no suena tan mal. - Y la factura de el hospital es de $13,500 dolares- Bien, retiro mi positivo pensar-

- ¡¿Qué?! Pero, pero, no tengo tanto dinero -Comenzaba desesperada a excusarme- Tiene que haber otra...-

-Tranquila señorita, ya pagaron su factura- Dijo revisando unas hojas que traía. Sentí un gran alivio pero también curiosidad. -

- ¿Quién tuvo tal gesto? ¿Por qué lo hizo?-

-Me temo que está en anonimato, lo siento. - Sonrió de lado-

-De acuerdo- Por ahora tenia que conformarme, después me enteraría de quien fue para darle mis agradecimientos porque de verdad me salvo el dia- ¿Y cuando me dan de alta?-

-Hoy mismo, en el momento que usted quiera- Me regaló una última sonrisa ante de salir de la habitación-

Ya despues de darme el alta volví  a casa, todo normal solo que la  quemadura y no me dejaba dormir bien pero hice un esfuerzo.

Narra Damian:
Aún tenía el pendiente de saber quién es ella.
Tuve un sentimiento de ya haberla conocido, no, eso suena muy estupido.
Estaba en la sala de estar, sentado en uno de los ámplios sofás, tengo que bajar a la baticueva e investigarla ya.

-Joven Wayne -Alfred entró a la sala, en sus manos traía una charola con un pequeño refrigerio y tenia el gafete, mierda se debió haber caido- Hoy está pensativo, ¿debo preocupárme por eso?-  Dijo con un leve tono sarcástico. Dejó la charola en la mesa. - Además, ¿debo precupárme y preguntárle por esto?- Tomó el gafete enseñándomelo-

-Eh...Si, eso...-no sabia que responderle- Yo solo lo encontre por ahi, digo, no se sabe que encuentras en el camino- Sonreí con inocencia, tratando de sonar creíble.

-Si, joven Wayne sobre todo porque a usted le encanta recoger cosas de la calle. - No se tragó ese cuento, ni tampoco mi cara de niño inocente. - Recuerde lo que le dijo su padre "Si tienes a alguien...- Lo interrumpí para acompletar la frase-

-"Si tienes a alguien especial, los malos lo tomaran en contra tuya", lo sé Alfred, me lo ha dicho un montón de veces, muy cursi para mi gusto debo admitir...- Me crucé de brazos desviándo la mirada-

-Aún no es tarde para enamorarse- Se acercó a mi, poniéndo una mano sobre mi hombro-

-¡¿Qué?! ¡Yo no estoy enamorado de ella!- Sentía ese molesto e incómodo ardor en las mejillas- Tengo eso porque creo es una pista- Dije un poco más tranquilo pero seguía desviando la mirada. Alfred sonrió con...Ternura, quitó su mano y se alejó un poco-

-Aún es joven, apenas tiene 19 años, si me permite sugerir algo, disfrute el tiempo donde no tiene mayores obstáculos o problemas. Si necesita algo, sabe donde encontrarme. - Se fue dejándome con más cosas que pensar. Tal vez Alfred tiene razón, ahora que lo pienso no recuerdo alguna ocasión en la que me haya divertido con alguien más que no fuera de mi familia o algúno de los Titanes.
Es irónico, mi madre siempre me enseñó que amar es para debiles o al menos se convierte en un obstáculo para lograr la victoria en todo ámbito y sin embargo se enamoró de mi padre. Bueno, al menos lo planteó de esa manera. 
Comí el refrigerio que Alfred me dejó para luego ir a la baticueva.

-Computadora, necesito información sobre esta chica- Coloqué el gafete en un escáner-

-Colett Alster Dahl, 18 años, reside al norte de Ciudad Gótica. Trabaja como secretaria en el diario "El águila". A los 5 años estuvo en un internado hasta los 18 años. Estatura mediana, complexión delgada.
Cabello color castaño obscuro con un ligero tono negro. Ojos color café, con un tono caramelo. Su madre de origen italiano y su padre de origen noruego. Ambos son prófugos de la justicia, pertenecen a una antigua liga de mafiosos. Estado: Inactivos.

-Interesante. - Borré la búsqueda y apagué la baticompuradora- Creo que puedo ayudarla un poco con su situacion económica y ahora que sé dónde trabaja, le haré una pequeña visita.

Narra:
El médico me dijo que descansara para que así mejorara mi herida, pero mi jefe no comprendió del todo mi estado ni mi necesidad de estar en reposo. Me dió dos días libres, luego de ese corto descanso el trabajo me llamaba, literalmente. ¿Quién va a pagar la luz? ¿Quién pagará por mi estancia en este lugar? Desde luego y es obvio que yo. No tuve otra alternativa.
Tenía miedo por salir a la calle.
Jueves por la mañana lista para irme. Tomé el camino más largo pero seguro.

6:55 am, ¡Llegaré tarde! No puse atención al tiempo.
Empezé a correr, faltaban dos cuadras para llegar.
Iba atropellando a cuanta persona u objeto se interpusiera en mi camino.
-¡Lo siento! ¡Lo siento!- Gritaba mientras continuaba corriendo.
7:00 am. Ya divisaba las puertas del edificio. Entré golpeándo a alguién con la puerta.

-¡¡COLETT!!- Oh oh, creo que la persona a quién golpee con la puerta fue a mi jefe. - ¡¡LLEGAS TARDE Y TODAVÍA ME GOLPEAS!!- Gritaba mientras sobaba su cabeza-

-Lo siento, de verdad- La cara se me caía de la vergüenza- Yo...- No me dejó terminar-

-¡¡Suerte que hoy tienes montañas de trabajo!! !Fuera de mi vista, ahora!- Señaló con su dedo índice mi oficina.
Asentí cabizbaja, no habían pasado ni 5 minutos cuando llega una de mis compañeras gritoneando a todo pulmón.

-¡¡Colette!!, ¡¡Colette tienes una sorpresa!!- Entró azotándo la puerta de mi oficina.

-¿Qué demonios sucede Paulina-Dije tratando de tranquilizarme-

-¿Estás sorda o qué? ¡Te llegó un regalo!- Le miré incrédula aún. Rodó sus ojos y me tomó de la mano con dirección a su oficina. - Mira, ahí está- Señaló su escritorio pero había muchas personas, en su mayoría eran más compañeras. -

-Bien, bien, denme espacio para pasar. ¡A un lado por favor!- Logré abrirme paso al escritorio. El regalo era una canasta de flores. -

-¡¡Aww!! - Todas mis compañeras hicieron esa expresión al unídono. Además de que empezaban a verme con cara de ternura-

-Parece que nuestra querida secretaria tiene un admirador-dijo la gerente, se escuchaban murmullos en la oficina-

-Pero si ni tengo novio ni... - Miré la canasta y pegada a una de las flores había un sobre con una tarjeta que decía:

"Al parecer necesitas mi ayuda toma esto para sobrevivir"
             -Anonimato-

Me quedé sorprendida, primero la factura del hospital y ¿ahora esto?, es sospechoso. Después de leer la tarjeta busqué algo más que pudiese venir adentro.
Un cheque, con una fuerte cantidad de dinero.

-¿Y quien es el afortunado?- Preguntó Paulina, escondí rápidamente el cheque-

-No tengo idea- Luego de esa penosa escena continué con mi trabajo aunque mis compañeras empezaron a preguntarme y a molestar.

-¡Maldición que no sé de quién carajos es la maldita canasta!- Cerré de un portazo la puerta. Coloqué el famoso regalo en mi escritorio, lo miré con más detalle y reconozco que es hermoso.
Recordé el cheque que venía en el arreglo floral, lo saqué de mi saco.

Nombre: Wayne Enterprises.

No, no puedo recibirlo. Es una cantidad comprometedora de dinero.
Además, el nombre que aparece, de seguro se equivocaron.
Lo regresaré.

𝓓𝓮𝓻𝓻𝓲𝓮𝓻𝓮 𝓛𝓮 𝓜𝓪𝓼𝓴 || 𝐃𝐚𝐦𝐢á𝐧 𝐖𝐚𝐲𝐧𝐞 𝐘 𝐓úDonde viven las historias. Descúbrelo ahora