Capítulo 3.

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Muy lejos en el blanco bosque, apenas si se veían los rastros de pisadas de un fugitivo. Este se abrazaba a sí mismo mientras seguía caminando, ya no tenía vuelta atrás. La mirada de miedo de los habitantes de su reino lo hacían sentir culpable, pero la mirada de su amigo le perforaba el alma.

Soy un idiota, debería... volver. —se detuvo mirando hacia atrás, lo único que lograba divisar eran montañas y grandes montículos de nieve —No, ellos están mejor sin mi... al diablo con todo.

Se sentía seguro de sí mismo, ese miedo que llevaba a todos lados, incluso en las noches a la hora de dormir, lo estaba abandonando al hallarse solo en medio de la nada. La brisa helada era cada vez más fuerte, sus cabellos se movían al paso de este. Miró su mano protegida por su único guante negro.

—... —sonrió para sí mismo

Retiró su guante dejandolo caer en la nieve blanca. Tal cuando era niño, creaba nieve sin ningún problema. Él mismo sonreía al ver los copos de nieve salir de sus manos. Practicando y reanudando su habilidad, creó a su viejo amigo de la infancia, aunque no solo de él... sino también de su querido amigo. Lanzaba su magia al viento... no había nada que le impidiera ser feliz ahora.

El frío de la montaña no podía afectarle, subió más alto mirando cada lugar con un brillo en sus ojos. No quería limitarse a sus antiguas costumbres con su magia, quería probar que tan lejos podía llegar sin limitarse. Por su mente solo pasaba el hecho de sentirse como nuevo y sin ataduras a sus recuerdos de infancia.

En su exploración de magia, creó la naciente de unas escaleras perfectamente escarchadas y caminó hasta estas sintiéndose que daba un gran paso para sí. Al poner un pie sobre la primera grada, la escarcha desapareció dando la bienvenida a un hielo pulido y resistente. Sin dudarlo, empezó a subir cada escalón paso a paso, bastaba el contacto para crear otra... y otra... y otra, con la única intención de llegar hasta arriba. La estructura del puente se veía delicada, pero era inquebrantable. La sensación del viento en su rostro lo relajaba como nada en el mundo.

Su pie dio un impacto contra el suelo dando así la forma de un gran copo de nieve. No viviría en la nieve, debía tener un lugar en el cual vivir de ahora en adelante. Levantando sus manos, grandes estructuras de hielo fueron ascendiendo creando paredes, ventanales y escaleras dentro. Caminaba por el piso recién hecho pasando su mano por cada lugar, generando que los agujeros se sellaran con más hielo. Alzó su vista y el techo fue cerrándose y, como un extra de su obra, un gran copo de nieve en lo alto de aquel castillo. Todo lo que le venía a la mente tenía la intención de crearlo, no se detendría.

—No voy a volver. —miró su obra seguro de su decisión

La corona era lo único que él sentía que lo mantenía unido a su ciudad natal, con un movimiento brusco la retiró de su cabello lanzándola lejos de su vista. No volvería a vivir en el pasado, su nueva vida iniciaba ahora.

Adiós a todos...

(. . .)

—¡Sasukee! ¡SASUKE!

Gritaba a la nada, su caballo caminaba con algo de dificultad gracias a la nieve alta.

—¡Soy yo! ¡Tu amigo que no quiso hacerte congelar el reino y todo! Aunque pudiste haberme dicho la verdad... —dijo lo último para sí mismo, y quizá para el caballo —Bien pues... no se ve tan mal.

Miraba cada detalle de la nieve, los árboles ya no tenían rastro de sus verdes hojas, todo estaba pintado de un perfecto color blanco. Un poco de nieve cayó de un árbol asustando al caballo haciendo que se parara en dos, Naruto no estaba preparado para esto y cayó de él.

—¡No, no, no, nooo! ¡Vuelve!

Su caballo se había alejado, no solo estaba en un bosque desconocido lleno de nieve y todo se veía exactamente igual, ahora también estaba solo.

No tuvo de otra más que seguir caminando solo, a cada paso su pie se hundía hasta la rodilla, la nieve era bastante alta para apenas tener una noche desde su creación. Su caminar lento duró hasta el anochecer.

—¡Nieve! ¡Tenía que ser nieve! ¿No podía ser algo más tropical?... ¿eh?

Como una bendición de los dioses, frente a sus ojos había aparecido una cabaña, claro, aún debía caminar un poco.

—Hasta que por fin algo... ¡woaaa!

El frío le subió a la cabeza al caer sobre un río más congelado que trasero de pingüino. Se levantó con cada célula de su cuerpo tiritando y empezó a caminar hasta dicha cabaña.

La cabaña no se veía muy acogedora, todos los artículos estaban muy juntos y el espacio era algo pequeño, podría sentir que le daría claustrofobia en cual momento.

—Holaaa. —miró a su derecha —Hay descuentos de verano, tenemos trajes de baño, sandalias y un bloqueador que yo mismo inventé, te hará más atractivo para las chicas. —típica charla de un vendedor intentando que su mercancía barata fuera comprada

—Emm, gracias, solo vengo por botas para el invierno... y ropa...

—Eso lo podrías encontrar en el departamento de invierno. —el hombre peliblanco señaló una pequeña esquina del lugar, apenas si habían 3 cosas allí

—Y... de casualidad... ¿no ha venido algún joven... el rey quizá... por aquí?

—El único loco que ha venido a pesar de la tormenta eres tu. —el rubio puso los artículos necesarios en el mostrador y se volteó al escuchar la puerta abrirse —... y este chico.

El misterioso invitado se posicionó al frente de Naruto haciendo que este mirara a otro lado bastante incómodo.

—Zanahorias.

—¿Qué? —aún sin mirarlo, escuchaba lo que decía a pesar de tener su boca y nariz cubiertos

—Detrás de ti.

—¡Oh! Lo siento.

Se hizo apenas un lado a la derecha para que el extraño pudiera agarrar su nueva mercancía.

—Es una gran tormenta, ¿no?, ¿de dónde vendrá tanta nieve?

—De la montaña del norte. —el extraño fue a buscar un pico

La montaña del norte...

Miraba con detenimiento los movimientos del joven, quizá él podría ayudarlo a encontrar a Sasuke.

—Serían 40 por todo.

—¡¿40?! ¡No, que sean 10!

—Ah, ah, ah, estos son provisionales.

Naruto escuchaba a los dos con atención. Primero miraba a uno, y luego al otro.

—¡Oh, por favor! ¡Me dedico a vender hielo!

—No creo que sea muy buen trabajo con toda... la tormenta. —miró a otro lado inmediatamente al sentir la mirada del chico sobre él

—Por favor, solo tengo 10. —rogó el chico

—Te lo dejo en diez pero solo por las zanahorias.

—Oye, y... ¿qué estaba sucediendo en aquella montaña? Algo que se viera mágico quizá...

El chico se había desesperado, bajó su protección contra el frío y miró al rubio seriamente.

—Si, ¿ahora puedes irte? Estoy negociando con este ladrón. —aquel vendedor se levantó de su asiento sorprendiendo a ambos jóvenes, se sentía como elfos

—¿Cómo me dijiste?

El chico cubierto de nieve fue lanzado al exterior de la cabaña, Naruto solo se limitó a ver todo en silencio.

—Lamento tanta violencia, ¿solo te llevaras la ropa? —el hombre había vuelto a su sonrisa

—Am... también esto...




Let it go :'v

Amor Congelado (Narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora