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Seok Jin llegó a su nuevo departamento, cerrando la puerta a sus espaldas. Estaba cansado y los pies le palpitaban de dolor. Se sentó en el sofá y se quitó sus tenis, dejándolos a un lado. Se masajeó suavemente para disminuir el dolor, una vez terminó con sus pies, siguió con sus hombros.

Se recostó un momento en el sofá y cerró los ojos, su cuerpo entero se relajó, dejándolo caer en un profundo sueño.

Había pasado ya un mes desde que había dejado a Seung-Ho y la vida, después de todo, no lo trataba tan mal. Se alegraba de haber ahorrado dinero, que obviamente le daba su amante, durante casi tres años. Gracias a ello, se había comprado un pequeño departamento, no tan lujoso como el que Seung-Ho le había comprado, pero, peor era nada.

Llevaba una semana buscando empleo, lamentablemente no encontraba nada en el campo que él quería: modelaje. Y aunque su nuevo empleo era algo fuera de su gusto, no podía hacerle el feo, pues era un trabajo sencillo y le iban a pagar bien. Además de que no quedaba muy lejos de su casa.

Luego de unas largas horas de sueño, despertó y fue a su habitación llevando consigo una bolsa negra. Sacó el contenido, su nuevo uniforme de mesero. Estaba limpio, según le había dicho la encargada y lo único que tenía que hacer era plancharlo.

Le costó mucho y una que otra quemada leve en sus dedos, pero lo logró, el uniforme estaba sin una sola arruga, sonrió satisfecho y colgó la ropa en un gancho, acomodándola dentro del closet. Fue a la cocina, en busca de comida, pero su nevera estaba vacía y él no estaba de mucho humor para ir de compras y preparar comida. Se decidió por algo rápido, llamó a una pizzería y encargo dos pizzas familiares de pepperoni.

A los veintitrés minutos el timbre del departamento sonó y el castaño corrió a abrir, pagó las pizzas y dio una buena propina al repartidor. Volvió a cerrar la puerta y se sentó en su sofá, encendió la televisión y comenzó con la primera rebanada de pizza.

A las nueve menos diez minutos, las cajas de pizza estaban vacías y Seok Jin dejó sobre la mesita de centro la sexta lata de refresco. Se metió a dar una ducha larga y cuando salió se calzó su pijama de seda color vino y apagó las luces de su habitación, se adentró en su cama, cubriéndose con las sábanas, se colocó su cubre-ojos a juego con su pijama y en cuestión de segundos se quedó dormido.

Fuera del departamento, escondido en uno de los callejones más oscuros, un hombre alto y moreno miraba con atención hacia la ventana de Seok Jin. Solo hasta que las luces se apagaron, él dejó caer la colilla de su cigarrillo y lo aplastó bajó la suela de su bota militar. Metió las manos en los bolsillos de su gabardina negra y comenzó a caminar a paso lento hasta salir de aquel lugar.

Durante un mes, se había dedicado a seguir de cerca, muy de cerca, a su víctima. Y cada viernes tenía que rendir cuentas al hombre que pagaba por sus servicios. Aunque comenzaba a cansarse de que todos los días fueran cosas simples y aburridas. Había llegado el momento de dar el siguiente paso. Y para eso, tenía dos opciones. Uno: asesinar a la víctima. Dos: acercarse a la víctima. Pero esa decisión no estaba en él, tenía que consultarlo con Seung-Ho.

***

—No estoy muy seguro de esto. —Seung-Ho se pasó las manos por su cabello canoso.

Namjoon lo observaba tranquilo, mientras fumaba un cigarrillo, sentado en el sofá del despacho del mayor.

—¿Seguro que no hay nadie? —preguntó por décima vez.

—Seguro. Eh estado detrás de él por un mes. Desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche, que es la hora en que las luces de su apartamento se apagan.

† 𝓣𝓱𝓮 𝓑𝓲𝓻𝓭𝓼  †  [NamJin † Book #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora