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† EPÍLOGO †

Cuatro meses después.

Las gotas de lluvia golpeaban violenta y constantemente contra la sombrilla del hombre acuclillado frente a un tercer arco de cemento, mientras colocaba el último ramo de flores.

Dedicó una mirada a los otros dos arcos de cemento y sonrió de lado, le resultaba gracioso que los tres tuvieran exactamente el mismo tipo de flores. Pero, tenía que ser equitativo, ¿no? Soltó un suave suspiro, inclinó la cabeza, cerró los ojos, se persignó y se puso en pie para irse.

Al llegar a su suburban negra, de cristales polarizados, cerró la sombrilla y se apresuró a entrar al vehículo, evitando que la lluvia le mojase demasiado. Tan solo cerrar la puerta de la camioneta, sintió el calor de ésta y agradeció, dejando caer la cabeza en el respaldo de su asiento.

—Todo listo —habló, su ronca voz llenó el reducido espacio del vehículo.

—¿También le dejaste flores a él? —preguntó alguien a sus espaldas.

—Mmh —el rubio emitió un sonido aprobatorio mientras asentía con la cabeza, los cabellos de su nuca se despeinaron por la fricción contra el asiento.

—Gracias.

El silenció reinó en el vehículo unos segundos, en los que el rubio se dedicó a mirar hacia la ventana, donde las gotas impactaban sin piedad. El silencio fue interrumpido por el sonido de un celular, el rubio se preparó para poner en marcha la camioneta.

—Yoongi —el mencionado alzó la vista hacia el espejo retrovisor, encontrándose con la mirada de su acompañante a través de éste—. Ya despertó.

 

En cuanto SeungHo se fue, seguido de sus dos hombres, NamJoon no perdió tiempo. Forcejeó y tiró de las ataduras en sus manos, le bastaron unos cuantos movimientos para lograr deshacerlas. Rápidamente desató sus pies y quitó la mordaza de su boca.

Cuando escuchó los pasos de regreso hacia la habitación, tomó la silla de madera donde había estado atado y corrió a colocarse detrás de la puerta, esperando por aquellos hombres. Esperó pacientemente a que los dos hombres entraran, éstos de inmediato notaron que el moreno no estaba, pero no tuvieron oportunidad de hacer muchos movimientos, NamJoon alzó la silla y, bajándola a toda velocidad, la impactó entre el cuello y hombros de uno de los hombres.

El segundo reaccionó, sacando una pistola, apuntó a NamJoon y disparó. La bala solo alcanzó a rozar el brazo izquierdo del moreno, pero eso no le impidió abalanzarse contra aquel hombre, tacleándolo contra el piso. El arma fue a dar varios metros lejos de ellos, junto a la cama.

NamJoon dio un puñetazo en la quijada del hombre, provocando que una buena cantidad de sangre saliera expulsada de la boca del otro. No esperó más y dio un segundo golpe, pero en un movimiento inesperado, el hombre volteó las posiciones y se colocó sobre NamJoon.

NamJoon recibió un golpe en la mejilla, pero aquel hombre tenía algo entre los dedos que, al hacer contacto con su pómulo, me provocó un intenso dolor. Un nuevo golpe, justo donde había sido el anterior, provocó que su piel se abriera y un hilo de sangre escurriera hasta la oreja del moreno.

El hombre encima de NamJoon encaminaba de nuevo su puño, pero NamJoon fue más rápido y atrapó el puño en el aire, con su mano libre rápidamente formó un puño y lo impactó contra la quijada del hombre que lo aplastaba.

Aprovechó la desorientación del otro y sin soltarle la mano, lo colocó boca abajo en el piso, torciéndole el brazo hacia atrás. Colocó una rodilla sobre la cadera del hombre y tiró con más fuerza del brazo, el otro soltó un grito cuando sus huesos tronaron.

† 𝓣𝓱𝓮 𝓑𝓲𝓻𝓭𝓼  †  [NamJin † Book #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora