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­­­­­­­Sintió unas manos posarse en su frente y pecho, pero el miedo le impidió abrir los ojos. Las imágenes de su reciente ataque lo estaban perturbando. Nunca había pasado por algo así desde que llego a la ciudad y la verdad era que le estaba afectando de sobremanera.

—Estará bien —habló una voz desconocida—, por suerte no sufrió ninguna fractura grave. Solo unos pequeños rasguños y uno que otro moratón.

¿Solo pequeños rasguños? Joder, si el cuerpo entero me está matando...

Y no exageraba. Sentía fuertes punzadas en su abdomen y ligeros espasmos por el resto del cuerpo. La habitación se llenó de silencio, escuchándose el cerrar de una puerta y pasos alejarse. Poco a poco Seok Jin abrió los ojos, encontrando solo la oscuridad del lugar.

¿Me secuestraron? ¿Dónde estoy? Las ganas de llorar lo embargaron, retiró la sabana de su cuerpo y con mucha lentitud se levantó de la cama, sintió una fuerte punzada en el estómago y soltó un gemido de dolor, mordió su labio inferior para retener aquellos sonidos. Sus pies descalzos tocaron una suave alfombra, aquella textura le resultó familiar.

Giró su vista, encontrando una lámpara junto a la cama, se apresuró a encenderla y soltó un suspiro al ubicarse en su habitación. Caminó con precaución hasta la puerta de la habitación y la abrió lentamente, cuidando de no hacer ruido. Caminó de puntillas hasta la sala y se detuvo al encontrarse con un moreno, con las puntas del cabello teñidas de rubio, observándole atentamente.

—¿Vas a algún lado? —el castaño se quedó inmóvil, por un momento, con las rodillas ligeramente flexionadas y los codos pegados a los costados de sus costillas.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Seok Jin, saliendo de su trance.

—Yo hice una pregunta primero —el moreno sonrió de lado, comenzando a acercarse.

—No. No iba a ningún lado —tartamudeó Seok Jin, nervioso por la cercanía del moreno.

—Bien —asintió con la cabeza y sonrió levemente—. Estoy aquí porque no iba a dejarte tirado en el estacionamiento de tu trabajo.

Los labios de Seok Jin se abrieron, dejando salir un –casi– inaudible "oh". Notó que el moreno le miraba con bastante atención y entonces se dio cuenta de su posición, posiblemente parecida a la de un tiranosaurio Rex. Se irguió en menos de un segundo, dejando sus pies juntos y sus brazos cayeron a los costados de su cuerpo.

—Si no fuera por mí, esos hombres te habrían matado —habló de nuevo el moreno.

El castaño mordió su labio inferior sin saber qué hacer o qué decir.

—Gracias. Supongo —dijo con voz baja, después de unos largos segundos.

Seok Jin estaba asustado y nervioso, y si le sumaba que había un chico sexy, pero desconocido en su departamento...

—¿Cómo supiste donde vivía? —miró a los ojos al moreno, frunciendo el ceño.

—Te eh estado siguiendo por un mes, es obvio que lo iba a saber.

El tono de Nam Joon era tan serio que la piel de Seok Jin se erizo ante la idea. El moreno notó cómo el mayor se tensaba y soltó una pequeña carcajada.

—Le pregunté a tu jefe por tu dirección —comentó después de un momento y cuando notó que al castaño no le había hecho gracia, agregó—: No te asustes.

—No me asusté —dijo Seok Jin, rodando los ojos y tomó asiento en el sofá más grande de su sala.

Pero mentía. Lo que le había dicho el moreno atractivo de tiernos hoyuelos le había sacado mucho de lugar, después de todo, seguía siendo un completo desconocido. Y fue entonces cuando recordó que el medio-rubio había sido la última persona que pudo ver antes de quedar inconsciente y aunque no sabía si agradecer y reprochar, optó por la primera opción.

† 𝓣𝓱𝓮 𝓑𝓲𝓻𝓭𝓼  †  [NamJin † Book #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora