Me despierto por un fuerte ruido que me taladra la cabeza.
—¿Sí? —pregunto pero el sonido sigue. Veo mi celular y me doy cuenta de que está al revés y no he contestado la llamada— Oh...
Es Harper.
—¿Harper? —bostezo.
—¿Cómo te fue en la cita? —pregunta.
—No quiero hablar de eso.
—¿Deprimida de nuevo?
—No —miento—. Sí.
—Vamos amiga, ¿ahora por qué?
—Invité a Pipers a mi casa y me rechazó.
—Ay mi pobre avecilla —siento las lágrimas salir de nuevo.
—Déjame en paz. Quiero apreciar el techo —digo, dando media vuelta en mi cama para quedarme viendo al techo. Y pongo a Harper en altavoz—. Quiero morir ya, ¿por qué soy una horrible persona?
—Deja de decir tonterías. Eres mi mejor amiga, así que no eres mala porque si lo fueras, no estaría contigo —dice Harper al otro lado de la línea.
—No puedo con esto.
—Te has de ver horrible con todo el maquillaje corrido, ¿verdad?
—Confirmo —escucho el timbre de la casa sonar.
—¿Alguien llegó? —pregunta Harper.
—Debo ver quién es. Mi mamá ha de seguir dormida.
Ruedo por la cama y caigo de ella. Lo bueno es que tengo una suave y cómoda alfombra.
—Ay dios —masculla mi amiga.
Agarro el celular desde el piso, y me empiezo a arrastrar hacia las escaleras.
—¿Te estás arrastrando, Johanna?
—Puedes apostarlo.
—Demente.
Y decido seguir arrastrándome por las escaleras (que igual tienen una suave y cómoda alfombra), pero mis habilidades no son tan buenas y ruedo los primeros ocho escalones hasta llegar al más grande que es para dar la vuelta.
—Mierda —me quejo.
Escucho a Harper reír del otro lado.
—Hubiera querido ver eso —dice entre risas.
—Te odio y odio la vida, menos a esta linda alfombra —susurro en lo que veo una rebanada de pizza todavía fresca (de seguro fue mamá)—. Oh pizza —digo con falsa felicidad.
—Me das asco.
—A todos —digo con la pizza en mi boca.
Sigo bajando las escaleras, llegando a la puerta. Me levanto y la abro, viendo a Pipers con una sudadera amarilla, estaba viendo hacia la calle, voltea para verme pero le cierro la puerta en la cara antes de que pueda saludarme o si quiera analizarme.
—Harper. El águila está en el nido, repito, el águila está en el nido. Te dejo —digo rápidamente, sintiendo la energía fluir por mi cuerpo de nuevo.
—Suerte, campeona —me dice y cuelga.
Aviento mi celular para algún lugar de la casa, y escondo la orilla de la pizza detrás del sillón. Me observo en el espejo que hay a lado de la puerta, veo mis ojos hinchados y rojos con el rímel y delineador corrido; al rededor de mi boca tengo salsa de pizza. Me limpio con mi brazo e intento arreglarme lo mejor posible.
Abro la puerta y veo a Pipers. Sigue ahí, obviamente.
—Hola —le digo coquetamente y con una sonrisa.
—Hola —contesta seriamente.
—¡Viniste! —digo todavía sonriente. Él sólo asiente— ¿Quieres ir a mi cuarto o en el comedor? —Pipers se sonroja al escuchar la palabra "cuarto"— Oh no es lo que piensas, digo, podría pasar y no estaría mal, pero ese no es el propósito por el que estás aquí hoy —y se sonroja más pero apenas puedo notar que sonríe/ríe—. En el comedor entonces.
Nuestra hermosa, inteligente, divertida, amigable, y muy muy hermosa protagonista se encuentra con su total atención puesta en su sujeto de prueba. Su nombre: Pipers.
El chico la mira fijamente desde el lugar del otro lado de la mesa del comedor. Corren rumores que es gay, y además de ser absurda y dolorosamente apuesto, es una roca. Y aunque él parezca un feroz y peligroso cocodrilo en el exterior, Joe sabe que en el fondo, este sujeto guarda un alma dulce y tierna...como un patito bebé.
Una vez más dirijo mis ojos hacia Pipers, quien aún sigue con su mirada sobre mí sin expresión alguna. Acomodo las gafas sobre el puente de mi nariz al tiempo que asiento como si comprendiera la mente de mi conejillo (aunque no es así, no aún) y vuelvo a garabatear en mi libreta.
—Mhhh... Mhh... Ya veo... Interesante —murmuro mientras escribo mi último análisis en la libreta—. Muy bien, he terminado con tu perfil, Pips. Es momento de la revelación —comienzo a tararear la melodía de starwars y con movimientos gráciles y delicados (propios de una princesa) le entrego la libreta.
Él la toma y me mira con algo que no supe como interpretar antes de hecharle un vistazo a la hoja de apuntes. Él observa detenidamente todo elevando una de sus cejas en una expresión extraña; durante un segundo, avisto una sonrisa muy ligera casi como si quisiera esconderla. Sonrío ampliamente al ver ese gesto, y como ya han pasado más de cinco segundos y no habla, yo opto por hacerlo.
—Como puedes ver, te he descifrado inteligentemente. Ahora sé tu secreto... —presumo.
—Lápiz —me pide con autoridad, yo se lo paso, y estoy un poco confundida por su petición. Sin levantar los ojos de la libreta, garabatea algo y cuando termina me la devuelve.
Leo que ha escrito (con una caligrafía más perfecta que la mía) una palabra bajo mi "¿NOMBRE?" Que escribí en el papel.
—¿Ese es tu nombre? —pregunto con confusión y asombro.
—Puedes burlarte ya —dice seriamente.
—Es lindo —digo—, y diferente.
—Mmm... ¿gracias? —responde aunque suena más como una pregunta. Y puedo notar que aguanta una sonrisa.
—Vamos arriba.
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La teoría de Joe
HumorFt. Nilse Donde Joe crea una teoría que no es una teoría, y Pipers le ayuda a comprobarla.