Autorol Monaka Towa.

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-Diversas palabras que eran difíciles entender salieron de los labios de la joven de verdosa cabellera nada más despertó de su profundo sueño. Una vez estuvo en sus cinco sentidos, se percató del destruido edificio que se hallaba ante ella. Toda esa grandiosa ciudad que construyó o más bien hizo caer en la desesperación en honor a la persona que la niña tanto admiraba, Enoshima Junko. Sí, esa joven de rubia cabellera, la persona que hizo caer al mundo en el caos e hizo que sus compañeros de clase se asesinasen entre ellos, sí, la reina de la desesperación. Quiso incorporarse, mas sus piernas no se lo permitieron. Alzó la cabeza buscando el origen de su inmovilidad. Finalmente, lo encontró. Multitud de escombros descansaban sobre sus piernas. Aunque el dolor se hiciese presente, la menor comenzó a reír con levedad a la par que un hilillo de rosácea saliva ante el impacto, se hiciese presente y comenzara a brotar de sus labios, y por ende, bajase por su barbilla.-

¿Es esto lo que llaman desesperación?

-Dijo la niña en un leve susurro. Con dificultad pero a la vez que sumo cuidado de no hacerse daño, logró apartar unas cuantas piedras que yacían sobre sus piernas, no obstante, cuando logró apartar la cuarta piedra, se percató de que otra persona le estaba ayudando. Buscó con la mirada a tal extraña figura. Allí se encontraba, incluso parecía no haber sufrido daño alguno, cosa que hizo mosquear a la pequeña. Nagito Komaeda, ese joven albino que ingersó en la Hope's Speak Academy bajo el titulo de estudiante con suerte. Suerte. . . ese pensamiento o creencia de que las cosas, los eventos suceden por azar y no por causas lógicas o por la acción de uno mismo, que él siempre relacionaba con la esperanza. Esa estúpida esperanza de la que tanto confiaban, y que con facilidad, podría destruir a la desesperación. Tampoco es que el contrario tuviera demasiada, pues su brazo izquierdo que él mismo se cortó con una sierra metálica, y pasó a ser sustituido por el de la difunta analista anteriormente mencionada pues desarrolló sentimientos contradictorios de amor y odio hacia Junko y la vió como su némesis.

En cuanto la menor logró arrastrarse por la fría superficie del polvoriento suelo, fijó su mirada en el muchacho al que tiempo atrás, solía llamar "Servant". Pues los guerreros de la esperanza lo secuestró y le obligaron a tratarle como su Sirviente. Cosa que él mismo negaba diciendo que lo hacía por voluntad propia, cosa que poco le importaba a la menor en esos momentos. Segundos más tarde, la niña fue agarrada en brazos por el mayor, y sin oponer resistencia alguna debido al dolor que le proporcionaban sus piernas, se dejó hacer.-

Ah.~ Monaka-san. Sobreviviste. Parece que tuviste algo de suerte.

-Comentó el albino de manera alegre pero con su usual tono de tranquilidad. Ante estas palabras que fuero ignoradas por la muchacha, este siguió hablando, pues parecía que se estaba burlando de ella, a la vez que le intentaba ayudar.-

Hehehehehe.~ Cuando salgamos de este lugar, quisiera ayudarte. Ayudarte a ser la versión mejorada de Enoshima Junko. Esa persona a la que tanto admirabas a la vez que me echó una mano. Ahahahaha.~

-Rió; pero sin apartar esa tranquilidad que el mismo emanaba y que hacía tranquilizar a la niña, pues en aquellos momentos, solo quería cerrar los ojos y no despertar nunca más. En lo más fondo de su corazón, la niña quería acabar con todo eso de la desesperación, aunque eso le costara el ser una copia exacta a Enoshima Junko. Pues a fin de cuentas, siempre quiso ser como ella, y que mejor persona que ese suertudo joven que la conoció de primera mano.-

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