Autorol Maki Harukawa.

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Era miembro de una de las familias con más poder de la villa en la que vivíamos. Y si mi memoria no me falla, mi padre practicaba derecho, y mi señora madre era ama de casa. Una pequeña familia feliz con una vida simple y aburrida. Todos los días la misma rutina: Se levantaban, salían a realizar sus correspondientes trabajos, etc, etc.

Y todas las noches, las palabras que siempre gritaba mi figura paterna rondaban en mi cabeza: "No soy lo que te piensas". Aunque claro, solo era una cría para entender esas seis palabras. Hasta que en el día de mi séptimo cumpleaños realmente lo entendí.

Recuerdo aquel lluvioso día del mes de febrero pues por cosas del destino coincidió con el día de mi cumpleaños, fecha que nunca celebrábamos pues pensaban que era una completa perdida de tiempo, y por ende, no la festejábamos. No obstante, ese día como otros comenzaron a discutir por sandeces como: Hacer la cena, limpiar la cama, entre otros.

Cuando fui a dirigirme a mi habitación, lugar en donde me sentía a salvo de todo aquello, esas palabras volvieron a ser dichas por mi padre, seguido del sonido de un disparo que el mismo le propinó a mi madre en la pierna derecha, haciéndole caer al suelo gritando de dolor. En aquel momento, corrí hacía la cocina y sin pensarlo dos veces, tomé un cuchillo de ese mismo lugar, pues si mi madre moría, no iba a quedarme observando aquella desesperante escena.

Por tanto, me acerqué con lentitud detrás de él con el cuchillo en mano. Y así, lo clavé, primeramente en la columna. Después de eso, en el estomago, en el corazón, en el pecho, es decir, una masacre total. Cuando terminé tal grotesco acto me quedé estática, observando mis manos cubiertas de sangre. Pruebas del delito que había cometido esa noche y que me perseguirían durante el resto de mi vida.

Sin darle demasiada importancia a mi madre, la cual se hallaba desangrando en el suelo debido al disparo que recibió minutos atrás de lo que ahora era mi difunto padre, me acerqué al cadáver del mismo.

Y con ambas manos temblorosas, tomé el arma, una Glock 26 9 mm Parabellum 4ª Generación. Tras cargar el arma de forma torpe debido al tembleque ocasional que tuvo mis manos en aquellos instantes, apunté desde mi posición a mi figura materna.

. . . Pasaron segundos de silencio, hasta que finalmente, un único disparo acabo con la insignificante vida de la persona que me hizo pasar una infancia por decirlo de una manera, de mierda.

Tras aquello, nuevamente se hizo el silencio.

[. . .]

Pasados unos días, el asistente social de esa antigua villa, me llevó al lugar al que todo niño a mi edad, odiaría ir, a una casa de acogida. Pues ya teniendo suficiente con no tener padres, o ningún familiar que te acoja, el hacer el inútil para que una aburrida familia te lleve a tu nuevo hogar, me sacaba de los nervios.

No obstante, pasaban los días, y el recuerdo del rostro de mi madre pidiendo que no acabase con su vida, me carcomía por dentro. A partir de ese día, comprendí que me "fascinaba" acabar con la vida de personas que no eran necesarias sobre la faz de la tierra, así con esfuerzo y dedicación durante esos nueve años en los que estuve encerrada en ese espantoso lugar, me conseguí el título de Ultimate Killer, el cual tuve que ocultar a mis compañeros de clase de la llamada Gifted Inmates Academy bajo el título de Maestra de Guardería, pues aunque odiase a los niños, ellos por alguna extraña razón, me amaban.

Y con todo aquello, mi primero y único día escolar que iba a tener "normal", acabó en cuanto pisé los terrenos de aquella escuela.

Pues al despertarme en una de sus aulas, aquel oso bicolor que se hacía llamar "Monokuma", anunciaba el inicio de la famosa vida escolar de asesinato mutuo en el que, junto a otros 15 estudiantes, debíamos de sobrevivir con el único fin de que aquel insignificante robot, se saliese con la suya.

Autoroles.¿¿¿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora