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🌸
Dinah


La cabeza comenzaba a palpitarme por la luz que daba directo a mi cara, abrí ligeramente los ojos pero los volví a cerrar al recibir una cantidad de luz a la que mis ojos no están acostumbrados.
Intente moverme cosa que me fue imposible, mi cuerpo estaba rodeado por unos cálidos brazos, que me unían lo mayor posible al dueño y no daban señales de querer soltarme.
Mis ojos observaron con atención la piel pálida de un antebrazo decorado por muchos bellos negros, baje la mirada un poco mas encontrando un brazalete de cuero obscuro.

Entonces lo recuerdo, ninguno de mis hermanos usa brazaletes, ellos son más de relojes.

Me remuevo hasta que logro salir de aquellos brazos. Pero antes de girar miro a mi alrededor.
Esta no es mi habitación, yo no tengo cortinas azules ni muebles negros, mucho menos un televisor tan grande.

Lentamente me doy la vuelta como en una película de terror, con el corazón a mil por hora y las manos temblando de miedo. Sea de quien sea esta habitación, no me importara golpearlo.

Maldito Diego, juro que lo mato.

Como se atreve a...

No termino la frase porque ya he dado  la vuelta por completo, mis ojos caen directamente en aquel cuerpo que descansa plácidamente sobre la cama en donde minutos antes estaba yo.

Lo miro.

Diego no es tan pálido y su cabello no es obscuro, el es rubio cenizo.

Trago saliva.

¡¿pero qué mierda?!

Lo grite mentalmente pero el sujeto se levanto como si lo hubiera gritado con mi propia voz, cosa que es imposible porque yo no hablo.

Su mirada cae en mi y por un segundo nos perdemos en la mirada del otro.

—Hola– se limita a dercir con la voz ronca de alguienrecien despierto.

Aparta la mirada y desordena su cabello con una mano.

Me pongo nerviosa, esto es totalmente nuevo, nunca he dormido con nadie mas que no sean mis hermanos, estoy acostumbrada a ellos, solo a ellos.

Lo veo salir de la cama y ponerse de pie. Retrocedo y el se da cuenta.

—Tranquila esas no son mis intenciones– dice pero yo retrocedo a un mas– no te haré daño.

Mi espalda choca con la pared a un lado de la ventana y se que no hay escapatoria, no cuando el esta cerca de las dos puertas que podrían ser la salida.

—Solo quiero ayudarte,  te encontré varada en la calle y como no reaccionabas no podía llevarte a otro lado.

A pesar de su aclaración, mi corazón siguió latiendo muy rápido algo muy extraño.

El me ayudó si, ¿pero porque me estaba abrazando de esa manera?.
El que me haya ayudado no le daba ese derecho, eso es muy íntimo y el no es quien para hacerlo.

—¿Estas bien?– preguntó a lo que asentí– te vez pálida.

Desvíe la mirada no quería entrar en pánico, eso solo complicaría las cosas. Pero entonces comencé a recordar la noche anterior.
Los sujetos que me perseguían, cuando los perdí y cuando buscaba mi teléfono y al no encontrarlo me desmaye y era todo, lo demás es una escena obscura.

¿En donde estoy?

—¿Quieres que te lleve a algún lugar?

Devuelvo la mirada a el.

Asentí sin pensarlo.

—Esta bien, solo dame unos minutos.

Doy un ligero asentimiento.

Voto De Silencio © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora