Un alma pérdida.

Adiós, cariño.

Y lloré, lloré por nuestro primer beso, por la primera vez en que sentí tus manos sobre las mías, por la primera vez que vi un brillo especial en tus ojos.

En la primera vez que escuché de tu boca que yo era, imprescindible.

En la primera vez que escribiste "siempre", en la tercera vez en la cual escuché "Te amo" de tus labios.

Y lloré, como lloran las personas cuando la nostalgia reduce en cenizas la mente, el cuerpo y el alma.
Por esos besos en el aire, por esos besos tan efímeros entre risas.

Y lloré por ver tu rostro de felicidad detrás del vapor y lloré por esas llamadas en la madrugada en las cuales tu decías "siempre" y en el escalofrío que recorría mi cuerpo y quería escucharlo una y otra vez, hasta quedar dormida.
Cuando me di cuenta que estaba abriéndote un espacio en mi vida tranquila, cuando supe que yo también causaba paz en la tuya. Y lloré porque me quitaste mi sensibilidad, mi frialdad, me devolviste mi humanidad.
Y lloré porque al sentir el lazo que nos unía romperse entre nosotros ya no sentí nada, solo Paz.
Y lloré porque en el tercer día te extrañé y lloré porque en el primer día sólo había dolor en mi corazón al recordar tu nombre.

Y lloré porque en un tiempo no había sentido nada por aquel chico de mirada triste. Para que luego de 3 meses una avalancha de sentimientos encontrados cayeran sobre mi ser.

Y lloré al recordar lo que causaban tus besos, podría estar en el mismo infierno en esos instantes, es lo que sentía en todo mi ser, en el sabor de sus labios podría estar el pecado y era lo único en lo que yo pensaba.

Paré de llorar cuando me di cuenta que aún tenía a las estrellas de mi lado, que yo aún brillaba debajo de está fachada oscura, y sentí que valió la pena pasar por tú infierno, para llegar a mí paraíso.