Cap. 6 ¡Bienvenida al pueblo!

20 3 0
                                    

Narra Nick.

 Por fin, tenía a la sirena en mis manos. Tenía que hacer que confiaba en ella, para así ganarme su confianza. Para ser una sirena no tenía un mal físico. Su mirada lo decía todo, desconcierto y miedo. Cuando la llevé a mi casa lo primero que hice fue sentarla en mi cama mientras le iba a buscar ropa decente. Elegí un vestido de mi hermana con unos encajes muy bonitos, le pegaba con sus ojos. Al volver a mi habitación ella estaba de rodillas sobre mi cama, mordiéndose las uñas y mirándome. No sé porque pero estaba en una postura muy “sexy” para mí, a si que me puse rojo como un tomate. Ella en cambio se rió dulcemente y me dijo: ¿Que te pasa? ¿Estas bien? Yo en cambio tartamudee: Bueno…yo…nada más que… olvídalo, toma este vestido es de mi hermana. Ella lo observó detenidamente y me dijo: Gracias. ¿Donde esta tu hermana? Yo me entristecí y baje mi cabeza: Ni idea, no me gusta hablar de ese tema. Entonces Layla me intentó animar y se fue al baño para cambiarse. Cuando salió el vestido le quedaba de maravilla. Al salir de mi casa se me ocurrió enseñarle el pueblo, le iba a encantar. Cuando la llevé allí se quedó con la boca abierta al ver a todos los niños jugando en la plaza. La guiaba por las calles. Le encantaban, unos niños la pararon y la ofrecieron a hacerle una trenza, ella les dio un beso a todos. Me encantaba Layla, era dulce, guapa y simpática. La mujer de la floristería pasó por mi lado y me ofreció una rosa y me susurró: Para que se la regales a tu novia. Yo me puse rojo y dije: Jejejeje, no es mi novia, solo es… una amiga. Pero me ignoró e igualmente me la ofreció. Yo no tenía más opción que dársela. Cuando se la ofrecí me sonrió y me dijo: Que bonita es, que dulce eres. Las niñas se paraban y le ofrecían jugar con ella. Para mí era como cuidar de una niña. Era tan linda… Ya de noche la gente del pueblo le hizo una fiesta en su honor por ser una nueva ciudadana. Había música, comida y fiesta. Ella se fue a bailar con los niños en un corro. Parecía como que todos la querían. De repente me viene una de las niñas, Diana, de 7 años que me susurra: Se nota que te mola, pidela bailar. Yo no me corté, Diana siempre sabía lo que pensaba. Cuando los niños terminaron de bailar con ella yo me puse la mano en el pelo y le dije tímidamente: Em… Layla, somos amigos…¿Te apetecería bailar? Ella sin dudarlo me cogió de las manos y me empezó a mover como una gramola. Sentía mariposas en el estomago, ella se mordía el labio  y yo nada más que sabía reírme de lo torpe que era bailando. Acabó la fiesta y nos dirigimos a casa, le regalé un caballo negro. Ella sonrió y se me tiró encima dándome un abrazo. Le enseñé a montarlo y a la tercera vez aprendió, tanto que se le daba mejor que a mi. Después yo estaba agotado, la llevé a casa y le dejé dormir en la cama donde solía dormir mi hermana, cuando se durmió me fui a su habitación. Estaba dormida como un ángel. Me mordí el labio, mis pensamientos no eran buenos. Pero rápidamente me dije:¿Que estoy pensando? A si que me fui a dormir.

¡Esto es más que amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora