10.

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Un nuevo comienzo

Decir que estaba cansada, después de tantas horas de vuelo y sin dormir, era un gran eufemismo. Pero, mucho.

Rozaba la inconsciencia cuando a las cinco de la mañana entré en mi apreciado ático, soltando por fin la maleta, dejándola caer de cualquier manera en el suelo. Yo no esperé mucho más y me lancé de cabeza al sofá, soltando un suspiro de alivio cuando mi cuerpo se encontró arropado, de nuevo, por la comodidad de mi casa.

Sin embargo, a pesar de que mis ojos se estuvieran cerrando –sin poderlo evitar-, no me podía dormir. Quería ser puntual aquel viernes y llegar a tiempo a la editorial; quería llegar antes de que se diera nuestra habitual reunión de aquella jornada para hablar a solas con Camila.

También quería darle una sorpresa porque nadie se esperaba mi llegada.

Una sorpresa que se iba a convertir también en una conversación muy importante. Dios, ya podía sentir los nervios creciendo en mi estómago.

Técnicamente, yo aún debía de estar en España, pero había adelantado mi vuelo para verla antes. Esperaba que fuera una grata sorpresa para Camila y no me volviera a mandar a la mierda como en el correo, o como muchas otras veces.

Con el pensamiento de mantenerme despierta, me erguí un poco de aquel sofá para coger mi teléfono móvil y empezar a encenderlo –cosa que no había hecho después de bajar del avión-, de repente, un mensaje apareció en la pantalla avisándome que tenía más de doce llamadas perdidas: de Ally, de Troy y de Robert...

-¡Mierda, Lucy!-exclamé poniéndome de pie de un salto. Esas tres personas llamando tantas veces, tan solo podían significar pocas cosas. Y yo rezaba para que no fuera nada malo.

Un segundo después estaba marcando el número de Ally a toda velocidad.

-¡Joder, por fin contestas, Jauregui!

-¡Ally...!-pero, ella me interrumpió.

-¡Espero que no estés aún en España! ¡Espero que de milagro ya hayas vuelto a casa porque si no Lucy te va a matar!-me siguió chillando, casi sin coger aire- ¡Te va a matar de verdad como no estés aquí para el nacimiento de su primera hija!

-¿Se ha puesto de parto?

-¡¿Acaso me estás escuchando, Lauren?!

-Dios... ¡Voy en seguida!-y mientras cogía las llaves de mi Lamborghini, abría la puerta de mi ático para volver a salir-¿En qué hospital está?

Y en menos de un minuto había pasado de sentirme agotada, a sentirme totalmente despierta.

*-*-*

A pesar de tener un Lamborghini nunca había pisado tanto el acelerador como aquella temprana mañana. Jamás había cruzado la ciudad de Nueva York a tanta velocidad como aquel día. Y seguramente, me enviarían alguna que otra multa a casa por el exceso de velocidad, pero, ¡ja!, yo no me iba a perder el nacimiento de mi sobrina.

Nada más llegar a las puertas del hospital, me encontré con Troy quien rápidamente me llevó hasta la quinta planta en un silencio nervioso. Concretamente me llevó a una sala de partos, donde allí ya se encontraban todos: los padres de Lucy, Robert, y la propia Lucy...

Mi mejor amiga estaba en la cama, con la cara llena de sudor y una bata de tela del hospital, y cuando sus ojos se pusieron en mi pasé miedo. Mucho miedo.

-¡Tú! ¡Te juro que te mataba sino estuviera de parto aho...! ¡Ah! ¡Mierda!

Rápidamente di un paso, para quedar pegada a la cama de hospital y cogerle la mano a mi mejor amiga. Ella, sin ningún reparo, me apretó con todas sus fuerzas y yo aguanté, sin quejarme.

Enamorada por primera vez (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora