los viejos pantalones me rozan las rodillas heridas y me causan escozor. es como limón en mis labios agrietados. pero a la vez, no siento lo que ellos llaman dolor.
me pasé la noche cuestionando el por qué de mis pulmones respirando. y preguntándome si algún día voy a alcanzar la tonalidad amarilla que quiero. aún sabiendo que a la mañana siguiente tendría que respirar hondo y contar hasta veinte mientras tomo un viaje de una hora, en el que veo al sol reflejarse por los ventanales del metro mientras me cega la vista.
extraño el invierno, la depresión que viene junto a este y las películas con té que me hacen sentirme menos rota por las tardes. estoy en pleno marzo pero me quedé en primavera. faltan pocos días para ver las hojas volverse café al mismo tiempo que caen y crujen bajo mis zapatos.
otoño me recuerda a ella porque no es frío ni calor. no es hielo ni lava volcánica, no es té ni limonada. es sólo ella comportándose borde pero diciendo que me quiere mientras revuelve su café. es su voz pronunciando mal a propósito mi apellido porque sabe que me hace enojar.
son sólo cosas que me hacen pensar.
el frío se cuela por la ventana semi abierta y me cala los huesos. el otoño toca la puerta y me saca una tosca sonrisa entre tanto acrílico azul.
toco los huesos de mi cadera y con el tiempo me di cuenta, de que a ella le gustaba acariciarme la cintura en las tardes en las que las píldoras no me surgían efecto.tengo que admitir que mi mano no se siente como la suya, la mía está fría y está perdiendo color. el leve temblor no se va porque es genético, aunque a veces me gusta pensar que no se encuentra allí.
también al tornarse lentos los días me doy cuenta de que aún así el tiempo pasa muy rápido. y que a tan sólo días de estar más cerca de la muerte, el aroma a naturaleza muerta con ácido no desaparece.
a veces escucho detrás de mí dos o tres comentarios a cerca de lo deteriorada que me veo. y sólo puedo excusarme con un leve lo siento. porque las manchas de tinta no se van de mis ojos aunque cada mañana me lave el rostro o llore un poco.
las flores que me trae mamá siguen vivas.
será porque es lo único que le da pinceladas de color a las cuatro paredes que asfixian de tanta monotonía que reflejan.
y solo puedo repetir un pequeño lo siento interno, y pedir toscas disculpas porque mi órgano vital sigue latiendo.
sólo puedo decir que el veintisiete de marzo se acerca y mi deseo es marchitarme tal como las flores en julio y agosto.
y sólo puedo soplar unas tristes velas mientras mantengo la imagen de ella en mi cabeza junto con el sonido del disturbio a mi alrededor.
junto con el pastel que desaparece de mi organismo para convertirse en arcadas y finalmente vómito primaveral.
junto con mis colores y el frío que suele llevarse una pieza insignificante de mí.
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dear mom, i have vomited blood [poemario]
Poetryanalgésicos, cartas y flores marchitas. (escritos repetitivos de madrugada, entre té de manzanilla y mi álter ego)