mi juventud con el paso del tiempo
se fué viendo más y más etérea.
puedo recordar sensaciones que aún siguen inertes
como si de marcas en mi piel se trataran
como si, mi memoria, de algún modo, sólo recuerde
lo que sea a su antojo.
recuerdo sábanas tibias, sonrisas pequeñas
pero no supe diferenciar si eso era parte de una película de los sesenta
o si mi subconsciente tomó piezas de lo real
tergiversando mis memorias y uniendo finales inconclusos.
sólo puedo visualizarme a mí misma a lo lejos
un matorral de bucles y soledad reemplazada por vinilos de mi abuelo
té y uvas de una parra en septiembre
calor, canchas de tenis, sudor
y es curioso porque uno no se ve a si mismo, pero yo lo hago
[por algún extraño motivo]
recuerdo llenar de tinta hojas y hojas
ser estruendosa y sentirme pequeña ante la vista del resto
pasar horas en la biblioteca de quién ahora
era un recuerdo indispensable en mi memoria
acomodando sus libros alfabéticamente
colocando las manecillas del reloj correctamente
y viendo fotografías en una caja
la cuál llevaban historias clásicas
que detrás de un desgastado blanco y negro a ella
a no le importaría una y otra vez contarme
la curiosidad. la inocencia de esos años que abordaba cada rincón de mi piel
si pudiera regresarla lo haría sin la necesidad de pensarlo dos veces.
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dear mom, i have vomited blood [poemario]
Poetryanalgésicos, cartas y flores marchitas. (escritos repetitivos de madrugada, entre té de manzanilla y mi álter ego)