Capítulo 18: "¡Corre!"

111 14 4
                                    

Ya han pasado muchos días desde que Trevor me contó la verdad. No hemos hablado tanto, ya que nos hemos peleado.

Él piensa que Theo o alguien de su manada es Zigor, pero yo estoy segura de que ellos no tienen nada que ver con eso. Yo me ofendí, al igual que él y ahora no hablamos casi nada.

Quedamos en que cada uno va a investigar por su cuenta y si sucede algo importante, nos lo diremos.

Todavía no me creo que él sea un ángel bajo un maldito hechizo y no puedo dejar de tener sentimientos por ese inútil.

Últimamente, con Theo hemos estado buscando respuestas respecto a los desaparecidos y esas cosas. No hemos descubierto nada.

Hace días veo la presencia de algo, me están siguiendo. Estoy segura de que no es Trevor, no sé quién me querría seguir, ¿Es Zigor?

Cuando camino por la calle, cuando estoy en mi casa, hasta en mis sueños siento que está siguiendome. No me hace sentir segura.

Sólo veo su sombra, nunca pude ver su cara ni nada, sólo su sombra.

Con Theo quedamos en vernos en el bosque, para ver si algo pasa. Siento que estoy perdiendo mi tiempo, hemos estado días enteros buscando algo que nos ayude, pero nunca pasó nada.

Estoy caminando entre los árboles, el día esta lindo. El cielo está gris, hay oscuras nubes, hay mucha neblina y humedad. A mí me gustan los días así y sé que no soy la única a la que le gustan.

Admito que estoy asustada, me siento asustada casi siempre. Últimamente, me altero por cualquier ruido.

–Todo está bien– me digo a mi misma.

Escucho el ruido de una rama crujir, me asustó por un momento. Pero luego me doy cuenta que fuí yo.

–Soy una estúpida.– me digo y sigo caminando.

No puedo vivir siempre asustada, ya no me voy a asustar mas.

¡Pum! Escucho. No pude distinguir de dónde proviene ese ruido, ni que fue lo que ha producido ese raro ruido.

–¡Corre!– escucho un susurro en mi oído, pero no hay nadie.

¡Pum! Se vuelve a escuchar y ahora sí salgo corriendo asustada. A la mierda con lo que acababa de decir.

–¿Donde voy?– pregunto con la esperanza de que me vuelvan a hablar.

–Necesitas esconderte– me responde la misma voz de antes. Esa voz me resulta familiar, es la voz de un niño... Ya sé quién es, es el niño que ví desaparecer, el niño que me dijo el nombre de quién hace ésto. Me acuerdo que de su piel oscura y de sus ojos. Eran grises, como los míos.

Sigo corriendo. En eso, escucho pasos detrás de mí. Cuando estoy pasando al lado de un árbol, una flecha se clava en su tronco.

¡Me está tirando flechas! Todavía no me ha dado, todavía.

De repente, en mi cabeza, escucho voces. Son muchas voces y... Es mi voz.

Me están ,o más bien me estoy diciendo, cosas horribles como “Mírate, das vergüenza”, “¿Lo vas a seguir intentando?”, “Nunca sabrás la verdad”.

Y ahí lo siento, en mi brazo. Una flecha me dió. No siento ningún dolor, por eso sigo corriendo.

Siento otra flecha, está me dió en la pierna. Pero no siento nada, sigo corriendo.

¿Quién usa flechas en estos tiempos? Si realmente quiere matarme, hubiera usado un arma y listo, pero no. Solo mi familia sabe usarlos.

¿Y si me está atacando algún familiar? Un escalofrío recorre mi cuerpo entero. “No puedes confiar en nadie” o algo así me dijo Trevor.

El Humo OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora