Capítulo 5

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¿A quién le llamas "familia"?

¿Quiénes pasan a formar parte de ella?

¿Algún día ellos podrían traicionarte?


Capítulo 5

Nuestro fatídico encuentro rompe en pedazos mi corazón

Las manos de Yuuri eran tibias y tímidas. Victor jamás se habría esperado algo como eso, pero lo cierto era que, desde que ese enigmático hombre japonés apareció en su vida, todo lo que le rodeaba estaba lleno de sorpresas e intensidad. Si bien, desde la noche que se conocieron Victor sabía que Yuuri era capaz de derretir el más crudo de los inviernos con un movimiento de su cuerpo, solo hasta ahora, con sus temblorosos labios intentando besarle, pensaba que también podía extender su mano y darle la bienvenida al más dulce de los inviernos.

No era excitante, como las noches en la que bailaba Cristal. Lo que sucedía allí, en esas aguas termales, era inocente, dulce y aceleraba los latidos de su corazón. Era un poco como el primer amor: frágil, lleno de inseguridad, de dudas, pero con el alma deseando ser entregada. Y eso era lo que más le perturbaba, porque al abrir ligeramente los ojos para ver ese rostro sonrojado y esos labios moviéndose con ternura sobre los suyos, pero sin animarse a profundizar entre ellos, Victor no entendía cómo podía siquiera culpar a Yuuri de todos esos crímenes que se habían realizado en su nombre. Suspiró tenuemente, animándose a estirar sus brazos y sujetar la cintura empapada del japonés, quien de inmediato se estremeció por su contacto.

De verdad, ¿acaso Yuuri pretendía matarlo de esa forma...? Porque si seguía así, Victor no podría...

-Pero qué asco.

Al principio, Victor no supo por qué Yuuri se separó de esa manera: rápido y violento, mientras se cubría la boca con un mano, como si no quisiera que hubiese rastro de aquel beso en sus labios. Aunque había desviado su rostro, era evidente que estaba sonrojado y avergonzado. Antes de que pudiera recobrar la compostura, Victor desvió su mirada hacia atrás, hacia el chasquido molesto que irritó su audición. Ciertamente, a la última persona que esperaba ver semidesnuda a pocos metros de él, era a Yuri Plisetsky.

El hermoso adolescente, cuya mala actitud era evidente hasta para alguien como él, tenía una mano puesta en su cintura mientras lo miraba a él como si fuese un bicho asqueroso al que debía aplastar y no como el hombre que estaba allí para cuidarlo y algo así como rescatarlo. Después de todo, se dijo Victor a sí mismo con un rastro de humor negro, ¿cómo podía salvar a ese chiquillo malhumorado cuando él mismo estaba -literalmente- hundido en centro del caos?

-¡Yurio! ¡Al fin puedo verte frente a frente para hablar contigo! ¡Eres difícil de encontrar! -gritó Victor, agitando su mano y salpicando diminutas gotas de agua. A su lado, un pequeño bufido que intentaba esconder una risita divertida, delató que Yuuri había vuelto a ser él mismo, como sea que fuera la verdadera personalidad de ese hombre. Yurio, por su parte, frunció el ceño y volvió a chasquear la lengua, caminando hacia las aguas termales para entrar en ellas de la manera más desastrosa posible. A propósito, evidentemente, pues casi toda el agua salpicó el rostro y el cabello de Victor. El mensaje era claro: "No me agradas. Lárgate de aquí." Al final, Yuuri volvió a reírse y cuando el joven ruso ya estaba hundiéndose en el agua, murmuró con suavidad:

-Buenos días, Yurio.

Victor esperaba una reacción dramática. Algo con gritos, sangre y palabras altisonantes explotando a su alrededor, pero, para su enorme sorpresa, Yuri desvió su rostro ligeramente sonrojado, como si quisiera responder al saludo y reclamarle algo al mismo tiempo, pero no sabía cómo, porque hasta ese momento nadie le había enseñado a sobrellevar una situación así.

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