Capítulo 6

97 17 0
                                    

Existen cientos de caminos

que nunca pensaste pisar...

Hasta el día en el que hirieron

aquello que fue lo más

importante para ti.

Capítulo 6

El corazón más hermoso está hecho de cristal

Phichit había dicho la verdad: era imposible escapar de allí. Victor lo entendía, no porque lo hubiese intentado, sino porque simplemente miró a su alrededor. Resultaba obvio que aunque el interior de la casa por sí misma estaba reservada para sus habitantes, no era lo mismo a su alrededor. El lugar estaba protegido en su totalidad y sin duda alguna, las personas que se encargaban de cuidarla no vacilarían en entregar su vida si con eso lograban salvar a cada miembro de la familia Katsuki. Una devoción que, Victor sabía, era común y muy importante en una organización como esa. Algo que, probablemente sin siquiera entenderlo ni notarlo, Yurio comenzaba a adoptar.

En cierta forma, Yurio había conseguido sorprenderlo. Por más que lo intentaba, Victor no podía imaginarse a ese adolescente abordando un avión en el aeropuerto más transitado de Rusia, dispuesto a renunciar a su vida y a todo aquello que le era importante, con el fin de pagar el precio de algo que ni siquiera acababa de comprender. Por eso, al verlo allí, durmiendo sobre la mesa después de una cena abundante en la que solo ellos dos participaron, se preguntó cuántas veces en los últimos días, Yuuri Katsuki había extendido su mano para acariciar los mechones rubios del jovencito, pidiéndole que tuviera paciencia, que todo pasaría pronto.

La noche no es para siempre, Yurio. Tarde o temprano, el amanecer llegará y te despertará.

—Aquí está.

Sumergido en sus pensamientos como estaba, a Victor le costó unos segundos darse cuenta de que quien había deslizado la puerta de la habitación, había sido una joven mujer de aspecto amable que miraba a Yurio como una hermana que conocía sus malos hábitos. Era bonita y cuando su mirada se cruzó con la de Victor, le ofreció una sonrisa tan sincera que era difícil comprender por qué ella estaba allí también. Tal vez, pensó con cautela, su caso era semejante al de Yurio.

—¿Eres Victor, cierto? —preguntó, ladeando el rostro mientras caminaba hacia un pequeño taburete, de donde sacó una manta cuidadosamente doblada, misma que extendió. Era obvio que en realidad ella no esperaba una respuesta a su interrogante, porque se acercó a la mesa y se agachó, cubriendo con la manta a Yurio, para después decir—: Mucho gusto, soy Yuko.

Ella hablaba con un inglés tenso y poco practicado, pero por la forma en la que se reía de sí misma, parecía saberlo y le divertía. Sin duda, era una de esas personas con la que era fácil encariñarse y entablar una conversación tranquila. Así que Victor decidió que si su plan para escapar de allí era atacar al sistema desde su interior, debía comenzar a hacerlo.

—El gusto el mío —respondió con una sonrisa bastante bien practicada y que le sentaba perfectamente—. ¿También eres miembro de la familia Katsuki?

—Oh, no, no es así —dijo, bajando su mirada mientras colocaba su mano en la espalda de Yurio y lo movía con suavidad—. Yuuri es mi amigo de la infancia. Crecimos juntos. —Su mirada brilló por un instante al murmurar—: Vamos, Yurio, despierta. Te resfriaras si sigues aquí y Yuuri se enfadará con nosotros. Ve a tu habitación.

El aludido gruñó algo incomprensible en medio de su somnolencia, pero después de unos minutos consiguió incorporarse. Por la manera desordenada en la que su cabellos le caían y la forma tan torpe de frotarse uno de sus ojos, Yurio por un instante lució como el adolescente de quince años que en verdad era. Tras lanzarle una mirada irritada a Victor y otra más suave a Yuko, arrastró sus pies por la madera hacia algún destino conocido solo por él.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 21, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora