-Por Dios, ese chico sí está mal-. Dijo Megan mientras veíamos La Bella Durmiente.-No está mal Megan, tiene problemas, los mismos problemas que tenemos tú y yo. No estamos del todo cuerdos-. Dije de medio lado, mientras estaba recostada en mi cama.
-Yo no tengo problemas-. Soltó Megan de repente.
-Entonces dime, ¿Por qué estarías aquí si no los tienes?-Interrumpí rápidamente.
-Porque tal vez este fue el único lugar que alguna vez llegué a conocer.
-¿Eso quiere decir que nunca has salido de este hospital?
Temía por la respuesta que fuera a dar Megan. Me resulta totalmente espeluznante que una persona haya tenido que vivir dentro de estas paredes por tantos años. Tal vez, solo tal vez, Megan hubiese nacido como una niña normal, con una infancia feliz y como la de cualquier otra bebé. De este modo, ella sería normal, o al menos así lo creo posible.
Megan se dirigió a su pequeña mesa de noche, de la cual abrió un diminuto compartimiento que se encontraba a un costado de esta.
-Esto es lo único que me queda de ella-. Dijo con total calma, desenvolviendo una servilleta cortada a la mitad-. Dice muy poco, sin embargo, está la fecha de mi nacimiento y unas escasas palabras de la que supongo es mi madre.
-Es increíble-. Dije anonadada, mientras rozaba la servilleta con la yema de mis dedos.
-Si, eso mismo dijo mi anterior compañera de habitación. Ella si estaba un poco loca.-Dijo mientras hacía una seña extraña y ponía una cara un poco desagradable
-¿Crees que me podrías contar más sobre ella? Tengo curiosidad.
A decir verdad, siempre tuve un poco de miedo de conocer las historias de las compañeras de cuarto anteriores a mí. Además, estaba buscando cualquier excusa para no hablar del pasado de Megan, sentía que no estaba del todo lista. Quién sabe, tal vez en un futuro estaré dispuesta a conocer la verdadera razón por la cual se encuentra aquí, porque sé que de verdad ella está enferma, eso lo tengo seguro.
-Cassandra Blanche, 18 años, internada aproximadamente unos 4 años, justo antes de que fuera expulsada. Al parecer hirió a un interno del nuevo personal del hospital.
-¿Por qué motivos fue internada?-Pregunté preocupada.
-Tenía tendencias suicidas, si es que así se le puede llamar. Cinco veces fallidas; dos con píldoras, una con cuchilla, y las otras dos intentó abalanzarse sobre un carro.
-Si que tuvo suerte.-Dije mientras miraba al suelo y sonreía de medio lado.
-Pues para ella no era así, todo lo que quería era terminar con su dolor. Imagina lo terrible que debe de ser fallar siempre, inclusive cuando solo quieres morir.
Decidí permanecer callada, supongo que no tengo experiencia ni una posición ética para poder hablar del tema. No me parezco mucho a las personas de este lugar. Así que decidí acomodarme en mi cama e intentar conciliar el sueño.
A la mañana siguiente estaba mucho más calmada. La charla con Megan el día anterior me había dejado un poco intranquila, parecía como si ella fuese toda una experta en el tema.
Decido pararme de mi cama y recorrer toda la habitación, hasta llegar al lugar donde duerme Megan. Es extraño que no se haya levantado hasta ahora, siempre ha sido una pequeña madrugadora.
-Meg... Meg, ¿Estás bien?-Comienzo a sacudirla un poco, pero no hay respuesta alguna.-¡Megan!-Gritó aún más fuerte.
Sigue sin haber respuesta.
Millones de imágenes empiezan a recorrer mi mente, millones de posibles escenarios llegan a mi cabeza. Dios, todo da vueltas. Empiezo a sacudir la cama, las sábanas terminan volando a rincones de la habitación, pero sigue sin haber respuesta alguna por parte de Megan.
De repente, un pequeño objeto sale volando de entre las sábanas. Lo recojo del suelo, es un pequeño frasco vacío de pastillas medicadas.
¿Qué has hecho Megan?
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El chico del hospital
Short Story-Oh Dalia, querida, nada fue real, todo estuvo en tu cabeza. ¿Por qué crees que viniste al hospital psiquiátrico de Memphis en primer lugar?